Por Carla S. Langle Monzalvo
A petición de mi amiga Nuria que vive en el otro lado del mundo (España), me permito contar desde mi experiencia y mi perspectiva feminista lo que las mujeres mexicanas estamos viviendo a partir de la llegada de la “izquierda” al poder.
Ser feminista en tiempos de la 4T (cuarta transformación) está resultando más difícil que en los gobiernos anteriores. Antes la simulación desde la presidencia era importante, de alguna manera las feministas conseguíamos sentarnos a dialogar con autoridades y nuestras representantes en el congreso a cabildear. Con mucho trabajo, alianzas y acuerdos se fueron consolidando leyes y derechos por los que lucharon las mujeres y las feministas que nos precedieron. Sin embargo los avances y retrocesos de los derechos de las mujeres han ido siempre de la mano de la voluntad política del patriarca en el poder, y para aquellas que apostaron que la llegada de la “izquierda” significaba compartir en igualdad y paridad el poder se encontraron con otra decepción, nuevamente se les ordenó silencio y sometimiento al mandato patriarcal de un solo hombre, llamado Andrés Manuel López Obrador, AMLO.
La desilusión feminista empezó con la mentira de la paridad en su gobierno, el círculo del poder quedó integrado en su mayoría por hombres viejos en años e ideas, con la excepción de Olga Sanchez Cordero en Gobernación, quien ha resultado ser menos que la portavoz de las decisiones presidenciales.
Desde que AMLO fue gobernador de la Ciudad de México, estableció una forma de comunicarse con la ciudadanía a través de conferencias matutinas; sin embargo éstas, más que un diálogo son un monólogo de propaganda partidista y adoctrinamiento casi religioso, a veces también religioso, donde las mentiras y medias verdades al estilo Trump son una constante; al igual que él su mensaje divide a la sociedad en dos clases: quienes lo apoyan de manera incondicional, y quienes están en su contra, “el pueblo bueno y sabio” y “los conservadores, fifís, corruptos, empresarios y mujeres feministas manipuladas por la derecha”.
Las ocasiones en las que AMLO se ha negado a sentarse a dialogar con las feministas son todas; me atrevería a pensar que ni siquiera lo ha hecho con las feministas de su partido, muchas de ellas reconocidas por una historia de lucha a favor de las mujeres; imposible entender su silencio para manifestarse en contra de la candidatura de un presunto violador a la gobernatura de Guerrero (Salgado Macedonio) o a la serie de decisiones que han afectado a las mujeres a lo largo de los dos años de su gobierno, me permito mencionar algunas:
El 4 de marzo de 2019 AMLO ordena la eliminación de programas de estancias infantiles y de ayuda a mujeres víctimas de maltrato (refugios) por supuestas irregularidades en su manejo, y anuncia que “los apoyos a mujeres víctimas de violencia se otorgarán a ellas directamente”. Quienes hemos atendido violencia manifestamos que las medidas tomadas muestran un escaso conocimiento de la violencia a la que se enfrentan las mujeres y cómo funcionan los refugios, a la vez que nos preguntamos a dónde se les harán llegar las ayudas, si son mujeres que han tenido que huir de sus hogares y esconderse para evitar ser violentadas e incluso asesinadas.
En lo referente a la eliminación de recursos para estancias infantiles, aseguró que estos también se entregarían directamente a las madres, Carlos Urzúa secretario de Hacienda dijo “Con eso (dinero) se puede ayudar a la abuela que va a cuidar, quizá mejor a los niños que las propias estancias infantiles”. Un gobierno de izquierda que se proclama feminista, considera que las tareas de cuidado y la reproducción son tareas exclusivas de mujeres, de madres y abuelas y al dinero lo consideran una ayuda, no un pago, porque para ellos el trabajo de las mujeres no tiene un valor económico.
Durante los primeros meses de 2020 los feminicidios en México continuaron incrementándose, el 9 de febrero, Ingrid Escamilla, de 25 años, es asesinada presuntamente por su pareja, la prensa filtra imágenes del cadáver mutilado, causando indignación nacional, a los pocos días el cuerpo de Fátima Cecilia, una niña de 7 años, es encontrado en un basurero. Había sido abusada antes de ser asesinada. El enojo contra el incremento de las violencias lleva a la protesta a cientos de mujeres, y hace de la marcha del 8 de marzo la más grande en toda la historia del feminismo y de mujeres en México, a esta demanda de justicia se sumaría #UnDíaSinNosotras ( 9 de marzo 2020) iniciativa feminista que convocó a un paro nacional de labores de todas las mujeres, como protesta por todas las víctimas que fueron asesinadas en México por razones de género. Ante la convocatoria, AMLO desestima la iniciativa e inteligencia de las mujeres, afirmando que: los “Conservadores «ya se volvieron feministas”; la derecha está metida en el paro de mujeres”. Para AMLO, el paro nacional convocado por los colectivos feministas era solo una estrategia de sus adversarios, para atacar a su gobierno.
Interesante mencionar también que la esposa de AMLO Beatriz Gutiérrez Müller se había sumado a través de su cuenta de Instagram a “Un día sin mujeres”, sin embargo, por la noche promovía los siguientes hashtag #UnDíaConNosotras y #NoAlParoNacional, además pedía que se portara un pañuelo blanco en apoyo a López Obrador y para erradicar la violencia, en ese orden. Una mujer educada sometida al poder patriarcal no sé si causa más lástima o indignación.
Nada ni nadie pudo evitar que las mujeres en sororidad desapareciéramos el 9 de marzo, nuestra presencia fue mínima en oficinas públicas y privadas, en el transporte, comercios, escuelas y en la calle. Era importante hacer notar la importancia de las mujeres en la economía del país, pero sobre todo era necesario mostrar el poder que tenemos para exigir seguridad, justicia y respeto a nuestros derechos humanos.
Me gustaría decir que las cosas mejoraron desde entonces, que el gobierno se sensibilizó, pero no ha sido así, continuamos no solo siendo ignoradas, peor aún se nos desprecia y descalifica con comentarios y actos que nos ofenden y nos llenan de digna rabia, me permito compartirles una selección de ellos.
El fiscal general Alejandro Gertz Manero presentaba su propuesta de clasificar el feminicidio como homicidio agravado, las activistas (así nos llaman) consideramos que la estrategia minimizaría el problema; a esto el presidente López Obrador dijo en una de sus conferencias matutinas a periodistas: “No quiero que el tema sea nada más el feminicidio. Ya está muy claro y …“El tema del feminicidio quitaría importancia al remate del avión presidencial” ( La rifa del avión presidencial fue la prioridad presidencial durante meses)
El 24 de marzo del 2020, cuando México entraba a la fase dos de emergencia por la pandemia de Covid, AMLO pide a las mujeres, lo que a su juicio debemos y mejor hacemos: “Hago un llamado para que cuidemos en nuestras familias a los adultos mayores, ya lo hacemos, pero ahora debemos aplicarnos más, es un hecho, es conocido que sobre todo las hijas cuidan a los padres, los hombres podemos ser más desprendidos”.
En mayo del 2020, AMLOM niega el aumento de la violencia contra las mujeres en el país, consecuencia del confinamiento por la pandemia de Covid-19 asegurando que “el 90% de las llamadas de denuncia son falsas”. Para su imaginario patriarcal y sus datos (AMLO siempre afirma tener datos diferentes a cualquier organización o institución sea nacional o internacional ) la familia mexicana vive feliz, y la violencia contra las mujeres en México no ha aumentado como en otras partes del mundo a pesar de lo que afirme la OMS. La realidad es que las organizaciones de la sociedad que atendemos violencia estamos desbordadas por las llamadas de mujeres que se encuentran en el peligro y la desesperación por tener que permanecer encerradas todo el día con sus agresores; el confinamiento con ellos disminuye hasta las posibilidades de hablar por teléfono para pedir ayuda.
El 26 de mayo del 2020 el gobierno lanza la campaña “Cuenta hasta 10”, en la que se pide a la población contar hasta 10 para contener la ira y “sacar la banderita blanca de la paz” para evitar la violencia en el hogar; naturalmente esto desató las críticas de activistas y víctimas de violencia , argumentamos la invisibilización de los derechos humanos de las mujeres, además de que la campaña centraba la responsabilidad en las personas y eludía la obligación que tienen las autoridades de establecer programas de atención integrales, recursos y políticas públicas para víctimas de la violencia.
Aprobar el derecho al aborto en todo el país continua siendo una demanda pendiente, que AMLO evade, sobreponiendo su compromiso personal con la religión y los grupos de poder a la postura de izquierda que abandera su partido (MORENA), él simplemente ignora los datos científicos, cifras sociales y el reclamo de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. Para AMLOM la decisión deberá ser tomada través de una consulta ciudadana, en las que una minoría ungirá de democracia una decisión ya por él tomada. Me atrevo a decir que no será la despenalización del aborto. Ojalá me equivoqué.
AMLO durante estos dos años de mandato y gracias a la mayoría que tiene en el congreso ha venido desapareciendo instituciones, eliminando fideicomisos, tomando el control de todos los presupuestos y gastos, además de priorizar sobre las vacunas contra COVID obras como el tren Maya, el aeropuerto y una refinería cuya construcción ha quedado a cargo de las fuerzas armadas, a las que cada día les otorga mayor poder y presupuesto.
A pesar de todo lo descrito y de otra lista inmensa de desatinos que tienen sumido a México en una de las peores crisis económicas, de seguridad y salud, los niveles de aprobación de AMLO son altos, nadie parece tener una respuesta, como tampoco se tenía con Trump o Bolsonaro. La única oposición real que lo amenaza somos las feministas, furiosas ante la falta de respuesta gubernamental de la muerte diaria de 10 mujeres, la violación de 11 mil niñas entre 10 y 14 años que quedan embarazadas y a muchas de las cuales no se le permite abortar, 1,227 mujeres han desaparecido en México en el último año. La pandemia de la violencia contra las mujeres tampoco es atendida, las jóvenes feministas han perdido el miedo, nada peor les puede pasar al enfrentar al gobierno de lo que les sucede todos los días en las calles. Salen de sus casas sin saber si regresarán, a veces ni siquiera tienen que salir de ellas para ser violentadas o asesinadas y al gobierno poco parece importarle, la más tangible prueba es el respaldo que ha dado AMLO a la candidatura de Salgado Macedonio presunto violador, que gracias a que los delitos prescribieron no puede ser juzgado, lo que no implica que sea inocente. El presidente en una de sus conferencias de febrero dijo que “respeta mucho” a las mujeres que han presentado denuncias contra Salgado M., pero que “ya chole, con esas campañas” que acusó de estar promovidas por sus adversarios. Difícil entender cuál sea su idea de respeto a las mujeres que se atreven a denunciar, si su apoyo lo da al violador, y no digo presunto porque yo, “Sí le creo a las mujeres”. Es indignante el mensaje que el presidente manda a la población en general y los hombres en particular: No importa lo que hagas, a quien violes, desaparezcas, o amenaces, el pacto patriarcal sigue, porque nosotros tenemos el poder y nos protegemos.
La candidatura de Salgado Macedonio ha movido a mexicanas y mexicanos en una campaña que pide al presidente que rompa el pacto patriarcal, “porque un violador no debe ser gobernador”. Difícil será que AMLO escuche, sus decisiones personales se convierten en ley para el congreso dominado por su partido.
No sé por quién vayan a votar las mexicanas en las próximas elecciones, quiero pensar que las feministas, las mujeres y muchos hombres, sin importar su filiación política, buscarán un equilibrio en el poder que obligue a acuerdos y negociaciones para que no se permita que ningún criminal, porque eso son con todas sus letras pueda ocupar un cargo público.
Lamentable pero cierto. Sin embargo, no me atrevo a decir que en México la izquierda haya llegado al poder, de eso no tienen más que el nombre, porque sus formas y maneras están enraizadas en la política priísta de la década del 80 del siglo pasado y en la dirección unipersonal de un hombre. Pero el feminismo es carrera de resistencia y de relevos; ahí están las compas tomando las calles y organizándose en colectivas con mucha fuerza y valor.