El bloqueo de Karabaj y dos visiones de Azerbaiyán

Camiones con ayuda humanitaria para la población de Nagorno-Karabaj bloqueados en el corredor de Latchine (KEYSTONE/Alexander Patrin)

El recurso a la coartada de la ecología por parte de un régimen cuyos ingresos dependen en un 94% de las exportaciones de petróleo y gas no es sólo cínico, sino también una degradación deliberada del significado del término. Conceptos como «ecología», «activismo» y «salvar el planeta» están siendo transformados por el autoritarismo de la dinastía Aliyev en una pesadilla orwelliana de odio étnico, guerras de asedio y amenazas de genocidio

Por Vicken Cheterian / Correspodencia de Prensa / Viento Sur

El bloqueo de Karabaj impuesto por las autoridades azerbaiyanas está llegando al noveno mes. Se han registrado varias muertes debido a la falta de alimentos, combustible y medicamentos. A medida que se acerca el invierno, toda la población de Nagorno Karabaj -o Artsaj en armenio -está en peligro como consecuencia de la política de las autoridades azerbaiyanas. Este bloqueo es el resultado de una determinada concepción ideológica dominante en los círculos dirigentes azerbaiyanos. Al mismo tiempo, voces alternativas, aunque minoritarias, pero de peso, se están haciendo oír.

El bloqueo impuesto a Nagorno Karabaj desde el 12 de diciembre de 2022 provoca efectos devastadores: los 120.000 habitantes de la región están al borde de la inanición. El bloqueo comenzó con el envío por parte de las autoridades azerbaiyanas de «eco-activistas» para bloquear la única carretera que une Karabaj con Armenia. Como esta medida inicial no encontró ninguna oposición efectiva, ni por parte de Armenia, ni de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz cuyo mandato era mantener abierta la carretera, ni de la «comunidad internacional» estadounidense y europea, autoproclamada guardiana de la legalidad internacional, los llamados «eco-activistas» fueron rápidamente sustituidos el 25 de marzo de 2023 por soldados azeríes uniformados. Un mes más tarde, el 23 de abril, los militares azeríes tomaron el control del puente del corredor de Latchine que une Nagorno Karabaj con Armenia, que hasta entonces había estado bajo el control de las «fuerzas de paz» rusas. La etapa final del bloqueo tuvo lugar el 15 de junio, cuando se les prohibió a los vehículos del CICR que transportaban medicamentos y pacientes llevar a cabo su misión humanitaria.

Al día de hoy, tras haber impuesto un bloqueo terrestre y aéreo total a Karabaj, las autoridades azerbaiyanas presionan a la Media Luna Roja de Azerbaiyán, que está bajo control estatal, para que envíe «ayuda humanitaria».

Ilham Aliyev (presidente de Azerbaiyán desde 2003, miembro del partido Nuevo Azrbaiyán, ndt.) no les deja otra alternativa a los armenios de Karabaj: o se someten a su dominación o mueren. En los últimos meses, soldados azerbaiyanos detuvieron a ancianos armenios -entre ellos el enfermo Vagif Khachatryan, de 68 años- que viajaban en un vehículo del CICR por el corredor de Latchine, acusándolos de haber cometido «crímenes» en el pasado. El 28 de agosto, también fueron detenidos tres estudiantes que viajaban de Karabaj a Armenia en vehículos de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz. Cualquier armenio que se encuentre en manos de los azerbaiyanos corre el riesgo de padecer la misma suerte, ya que no existe un sistema judicial fiable en Azerbaiyán.

El recurso a la coartada de la ecología por parte de un régimen cuyos ingresos dependen en un 94% de las exportaciones de petróleo y gas no es sólo cínico, sino también una degradación deliberada del significado del término. Conceptos como «ecología», «activismo» y «salvar el planeta» están siendo transformados por el autoritarismo de la dinastía Aliyev en una pesadilla orwelliana de odio étnico, guerras de asedio y amenazas de genocidio.

La represión se intensifica desde la guerra de 2020

Esta perversa destrucción de sentido no se refiere sólo a los armenios, sino a todo un sistema instaurado por Ilham Aliyev desde que heredó el poder de su padre hace dos décadas [31 de octubre de 2003]. Cuando, en junio, estallaron verdaderas protestas ecologistas en el pueblo azerbaiyano de Soyudlu -los habitantes protestaban contra las explotaciones mineras que provocaban una contaminación tóxica-, la policía azerbaiyana atacó violentamente a los manifestantes de mayor edad, puso el pueblo bajo control y metió a los activistas en la cárcel (https://iwpr.net/global-voices/azerbaijani-authorities-crack-down-eco-protests).

De hecho, Azerbaiyán ha estado bajo estricto control desde la pandemia del Covid-19. Las fronteras terrestres con los países vecinos – Georgia, Rusia e Irán – permanecen cerradas desde entonces. La justificación oficial es la pandemia, aunque extraoficialmente Ilham Aliyev cree que está más seguro si las fronteras de Azerbaiyán con Rusia e Irán permanecen cerradas. La minoría étnica azerí del sudeste de Georgia ha protestado contra el bloqueo y le ha exigido a Bakú (capital de Azerbaiyán, ndt.) la reapertura de la frontera (https://eurasianet.org/georgian-azerbaijanis-ask-azerbaijans-president-to-open-border).

¿Por qué Ilham Aliyev persiste en sus iniciativas agresivas y promueve la limpieza étnica de los armenios de Karabaj, incluso después de la guerra de 2020?

Una posible interpretación es que necesita estas estrategias extremistas para ganar popularidad. En la medida en que la mayoría de los azerbaiyanos aprueban las medidas agresivas contra los armenios, Ilham Aliyev no necesita el consentimiento de la opinión pública para llevar adelante sus iniciativas. La victoria militar le dio a Aliyev la legitimidad necesaria, de la que no ha gozado ningún otro dirigente azerbaiyano desde la independencia. Las políticas aplicadas desde entonces por Ilham Aliyev reflejan sus propias visiones. Son expresiones de su ideología völkish, las mismas opiniones nacionalistas y racistas extremas que prevalecieron en Europa en la década de 1930.

Para Ilham Aliyev, los armenios no tienen, sencillamente, derecho a existir. Fueron «importados» de alguna parte por el «colonialismo ruso» y no tienen derecho a tener opiniones políticas. Aliyev no sólo es intratable en sus planes de limpieza étnica de los armenios de Karabaj. Además, su régimen se opone abiertamente a la legitimidad del Estado armenio como tal. En los medios de comunicación oficiales azerbaiyanos, Armenia, dentro de sus actuales fronteras definidas, se denomina «Azerbaiyán occidental» (https://hetq.am/en/article/154177). Esta ideología se encuentra en el origen de las perpetuas guerras étnicas.

Aliyev también mira al pueblo azerbaiyano a través de un prisma similar. Su convicción de que hay individuos -como él mismo- que tienen legitimidad hereditaria para gobernar, y masas inferiores que están destinadas a ser gobernadas, fue reforzada por su victoria militar en 2020. En su opinión, el Estado de derecho, los derechos humanos, el multilateralismo, la democracia y otros principios similares sólo tienen sentido para los débiles. Esta es la razón por la que Nagorno Karabaj lleva nueve meses sitiado, por la que la represión contra los disidentes azeríes se ha intensificado, en lugar de disminuir, desde la guerra: el número de presos políticos azeríes ha aumentado desde 2020. Durante los últimos meses, dos presos políticos, Saiq Kazimov y Sabuhi Salimov (https://oc-media.org/hunger-striking-prisoner-dies-in-baku-court-of-appeal/), murieron tras largas huelgas de hambre, iniciadas para protestar contra las pésimas condiciones de detención.

En el Estado de Ilham Aliyev, hay sumisión personal al líder y a sus caprichos, o hay oposición y represión. Los regímenes autocráticos necesitan enemigos externos para justificar la disciplina y la represión internas. Los trabajos del economista Gubad Ibadoglu, que en un artículo reciente concluyó que «el petróleo obstaculiza la democracia» (https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0301420723004634), sencillamente no son tolerados. Gubad Ibadoglu fue detenido en Bakú el 23 de julio de 2023 bajo acusaciones inverosímiles de «falsificación» y torturado en la cárcel.

La represión más dura afecta a los creyentes chiíes (https://oc-media.org/opinions/opinion-first-they-came-for-the-muslims-and-we-did-not-speak-out/). Cientos de ellos han sido detenidos en los últimos meses. Aunque el islam chií es la religión estatal, el régimen de Aliyev quiere controlar todas las organizaciones autónomas y ve en los creyentes chiíes a sospechosos de tener vínculos con Irán.

Es una política que tendrá consecuencias catastróficas cuando el régimen autocrático de Aliyev entre en una fase de crisis

El Azerbaiyán alternativo

La ideología völkish de Ilham Aliyev no logra convencer en los círculos instruidos de Azerbaiyán, sobre todo después de la guerra de 2020. La guerra hizo desaparecer una importante justificación del odio antiarmenio. Las políticas de Azerbaiyán desde entonces, los continuos ataques militares y, sobre todo, el bloqueo de Nagorno Karabaj durante nueve meses, han dejado claras las fuentes de la violencia perpetua en este conflicto. Además, muchos azerbaiyanos esperaban que tras la guerra y la victoria, la represión interna disminuiría. Hoy, vinculan la continua represión interna contra los azeríes disidentes con la violencia externa contra los armenios de Karabaj.

Es precisamente este vínculo -entre el enemigo étnico, la guerra y la represión interna- lo que hace que la declaración del 10 de agosto del Colectivo Feminista Azerbaiyano por la Paz sea tan original. Su título puede sorprender al observador de la política caucásica: «En solidaridad con Karabaj/Artsaj contra la guerra total, el bloqueo y la hegemonía. «« (https://en.feministpeacecollective.com/post/in-solidarity-with-karabakh-artsakh-against-total-war-blockade-and-hegemony) La declaración rechaza la violencia perpetrada contra la población armenia de Artsaj en nombre del Estado-nación azerbaiyano:

«Tanto si hablamos del bloqueo de Karabaj/Artsaj, de la violencia contra los habitantes del pueblo de Soyudlu o del terrorismo de Estado organizado contra la población políticamente activa, es importante comprender que todo ello es interdependiente y que el verdadero enemigo no es la impotente comunidad armenia, sino el Estado dominante y hegemónico de Azerbaiyán.»

La represión permanente de Ilham Aliyev ha destruido el «centro político» y ha polarizado a los azeríes entre los que se someten al liderazgo por lealtad personal y los que son empujados a la radicalización.

Es cierto que estas opiniones radicales son hoy minoritarias, ya que la mayoría de la población azerbaiyana apoya a Aliyev. Sin embargo, no hay que subestimar la importancia de las nuevas ideas que están tomando forma. Es la primera vez en un conflicto de treinta años que se formula una crítica tan radical de la ideología dominante, lo que abre la posibilidad de superar las causas del propio conflicto: el nacionalismo agresivo. Tampoco debemos subestimar la importancia de las ideas críticas formuladas contra la ideología de Aliyev, que en sí misma carece de contenido, una ideología que destruye todo significado y que no se basa en la persuasión sino en el poder brutal. Sólo una visión antinacionalista e inclusiva del futuro puede poner fin a las interminables guerras en el Cáucaso, guerras contra «el otro» y contra sí mismo.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.