A veces, el monstruo del fascismo se presenta como un compañero de clase de mirada tímida y dulce, amable, educado y cariñoso, del que es difícil no enamorarse, aunque bajo esa máscara esconda a alguien que es capaz de defender la supremacía de la raza aria.
Por Angelo Nero
El crecimiento de la extrema derecha en toda Europa está abriendo debates inimaginables hace tan solo una década, cuestiones que van más allá de lo político y entran en el terreno más intimo, en el de las relaciones afectivas, ya no se quedan en la típica escena de la cena familiar en la que hay que aguantar al cuñado de turno despotricando contra la inmigración, contra los catalanes y contra el feminismo, esgrimiendo los mismos argumentos que escuchan en las tertulias de Ana Rosa, si no que nos plantean preguntas como ¿tendrías una relación con alguien que defendiera esos “valores”? ¿serías capaz de amar a un fascista?.
Esta es la pregunta que trata de responder la serie noruega creada por Marie Hafting y dirigida por Stian Kristiansen, “Alt du elsker” (Todo lo que amas), en la que nos presenta a Sara (Mina Dale), una joven estudiante de psicología, que en una mudanza -esto es, una época de cambios, al fin y al cabo- se encuentra a un antiguo compañero de clase, Jonas (Jakob Fort), que se ofrece a echarle una mano y con el que inmediatamente surge una fuerte atracción, que deriva en una bonita historia de amor, tan intensa que parece que nada puede echarla a perder, salvo por el hecho que, poco a poco, el pensamiento político de Jonas, racista y supremacista, va aflorando. Y es que, a veces, el monstruo del fascismo se presenta como un compañero de clase de mirada tímida y dulce, amable, educado y cariñoso, del que es difícil no enamorarse, aunque bajo esa máscara esconda a alguien que es capaz de defender la supremacía de la raza aria.
En siete episodios de menos de media hora, asistimos al enamoramiento de Jonas y Sara, a sus primeros encuentros sexuales y a sus primeras discusiones, pero también al activismo en redes de Jonas, difundiendo proclamas supremacistas, hasta que da el siguiente paso y se une a un grupúsculo de orientación nazi. Inevitablemente, Sara descubre el verdadero rostro de su novio, y le pregunta “¿Quiero saber exactamente que significa preservar la cultura noruega?”, y la contestación es reveladora, “Para evitar que desaparezca no se puede mezclar con otras culturas, pura lógica”. Una fuerte discusión que Sara zanja así: “Los humanos nos movemos y nos enamoramos sin importarnos las fronteras, la cultura o las opiniones, como nosotros, ¿quién coño eres?”. Pero a partir de esta revelación, surge el debate interno entre el amor y la razón, esa inevitable pregunta de ¿puedo amar a un nazi?. Esto sucede en la mitad de la serie, y los siguientes capítulos están reservados a responder a esa cuestión, a la vez que muestra como los dos protagonistas tienen que tomar una decisión clara, entre continuar con lo que le dicta el corazón o su ideología.
Paralelamente, y esto también es interesante en “Alt du elsker”, se narra la progresiva radicalización de un joven, desde el anonimato de las redes, hasta el encuentro con otros personajes de su misma ideología, dirigentes de partidos que se definen como nacionalsocialistas, o grupos proclives a la acción directa. Es también una interesante aproximación al fenómeno de como el mensaje de la extrema derecha cala en esa juventud que, como dice el protagonista, “somos la primera generación que va a vivir peor que nuestros padres”.
«Los ataques terroristas que ha sufrido Noruega en los últimos años por parte de la extrema derecha nos impulsaron a hacer esta serie. Vimos que no son pocos los chicos jóvenes blancos que se están radicalizando y quisimos investigar el porqué. Hablamos con policías, exradicalizados y exnovias de radicalizados, y vimos que los foros extremistas comunican una subcultura internacional en la que los chicos se juntan para extender lo que ellos llaman la «guerra racial» con el fin de asegurar la supremacía blanca». Explicaba la creadora de la serie, Marie Hafting.
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