Bob Doyle, un rebelde irlandés que combatió al fascismo sin pausa

«Mientras recordamos el pasado, no olvidemos que el capitalismo no ha sido derrotado. El sistema que antepone las ganancias privadas al bienestar público es ahora más poderoso que nunca.» Bob Doyle.

Por Angelo Nero | 22/01/2024

Quizás a alguien le suene el nombre del cineasta Julian Doyle, colaborador habitual de las películas de los Monty Python en la edición de efectos especiales, y también en algunos films de Terry Gilliam como Brasil y Time Bandits. Además de dirigir el thriller de culto, “Chemical Wedding”, en cuyo guión participó el vocalista de Iron Maiden, Bruce Dickinson.

Pero no quiero hablar de Julian ni de los Monty Python, uno de los más auténticos y divertidos creadores del cine británico, si no del padre de este, Robert Andrew Doyle, o simplemente Bob Doyle, como era conocido, el último brigadista irlandés que combatió en la Guerra Civil española, que nos dejó en 2009, a la edad de 92 años.

Bob Doyle nació en los albores de la Rebelión de Pascua de 1916, en el mismo corazón de esta, en Dublín, apenas dos meses antes de que los Irish Volunteers de Patrick Pearse, y el Irish Citizen Army de James Connolly, se alzaran en armas contra el imperio británico y proclamaran la República Irlandesa. Su más tierna infancia la vivió en los escombros de la ciudad bombardeadas por los ingleses, bajo una feroz represión, que vino asociada a la pobreza y al hambre que padecieron las capas populares irlandesas, lo que forjó la personalidad de Bob, que creció con un fuerte rechazo a las injusticias y un carácter determinado a combatirlas.

Esto llevó al joven Bob, como miles de irlandeses, a enrolarse en las filas del Irish Republican Army (IRA), en la década de los años treinta, cuando el fascismo también competía, como en el resto de Europa, por disputar el espacio político, como los Blueshirt o Camisas Azules, fundada por el general Eoin O’Duffy, con veteranos de la Guerra Civil irlandesa favorables al tratado anglo-irlandés que supuso la creación del Estado Libre Irlandés y la partición de la nación irlandesa. Los Camisas Azules, que llegaron a tener 40.000 miembros y unos 700 combatieron en España, en la Brigada Irlandesa, bajo el mando de O’Duffy, al lado de los militares sublevados. Entonces eran frecuentas los frentamientos entre los voluntarios del IRA y los Camisas Azules, y en una de esas refriegas Bob perdió su ojo izquierdo, que cubrió con un parche negro que le conferiría una imagen icónica que conservaría toda su vida.

Espoleado por la noticia de la muerte de su amigo Kit Conway, en la batalla del Jarama, viajó a España para incorporarse a las Brigadas Internacionales, primero como polizón en un barco que viajaba a Valencia, donde fue descubierto y devuelto a Irlanda, y después a entrando a pie por los Pirineos, desde Francia. Tampoco tuvo suerte cuando, finalmente, pudo entrar en las Brigadas Internacionales, ya que sus mandos no querían mandarlo al frente, y lo destinaron a entrenar voluntarios, pero Bob desobedeció las ordenes y entró en combate en el frente de Aragón, encuadrado ya en la  Columna Connolly, formada por militantes del IRA y, en menor medida, del Communist Party of Ireland (PCI), que combatió en las batallas de Brunete, Teruel o Ebro.

En la primavera de 1938 Bob Doyle fue hecho prisionero en Calaceite, durante la batalla de Belchite, junto con el líder irlandés de las brigadas internacionales Frank Ryan, por una unidad fascista italiana de Flechas Negras, y pasó once meses en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, cerca de Burgos, donde fue torturado regularmente por los guardias franquistas e interrogado por la Gestapo, hasta que fue liberado en un canje de presos.

Una vez derrotada la República española, volvió a Irlanda, pero no tardó mucho en enrolarse en la marina británica para combatir, nuevamente, al fascismo, en la Segunda Guerra Mundial.

Al término de la contienda se estableció en Londres, donde se casó con una exiliada española, con la que tuvo dos hijos, uno de ellos el referido Julian. Durante toda su vida siguió siendo una persona muy activa en los sindicatos y en el Communist Party of Great Britain.

Volvió muchas veces a España, incluso durante la dictadura, siempre con propaganda ilegal en sus maletas, recorriendo los escenarios en los que había combatido. En la Marcha Memorial Batalla del Jarama, en 2008, un año antes de su muerte, pronunció estas palabras:

“Es justo y apropiado que hoy recordemos las luchas del pasado, y que honremos a quienes sacrificaron sus vidas en la lucha por la libertad y la justicia. Aquí en España, y luego en toda Europa se sacrificaron muchas vidas para derrotar al fascismo, una fea manifestación del capitalismo.

Mientras recordamos el pasado, no olvidemos que el capitalismo no ha sido derrotado. El sistema que antepone las ganancias privadas al bienestar público es ahora más poderoso que nunca.

Una corporación como la cadena de supermercados estadounidense Walmart tiene un volumen de negocios mayor que las economías de muchos países. Su poder y riqueza les permite buscar ganancias sin tener en cuenta el sufrimiento humano.

En todo el mundo vemos la masa de la población mundial sin salud ni educación, sin suficiente comida para comer o agua limpia para beber. Las aldeas de Nigeria donde corporaciones como Shell Oil están obteniendo ganancias récord están muy contaminadas y las mujeres deben someterse a operaciones de cesárea sin anestesia.

El enemigo ahora tiene relaciones públicas sofisticadas y debe ser combatido por medios diferentes a los del pasado. Hoy debemos organizarnos, educar y asegurarnos de que se escuche y se comprenda la verdad sobre el mundo en que vivimos. Ésta es la mejor manera de recordar y honrar a quienes lucharon y murieron en el pasado.”

Recogió sus vivencias en el libro “Memorias de un rebelde sin pausa.”

El regreso de sus cenizas a Dublín fue una muestra de antifascismo y de solidaridad en la que desfilaron un millar de personas tras sus restos, y los principales sindicatos y partidos políticos de izquierda, Éirígí, el WSM, el IRSP y Sinn Féin, con su líder al frente, Gerry Adams.

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