Diez años después ya no se habla de invasión, sino de guerra, y la cantidad de muertos palestinos se ha vuelto intolerable, así como el grado de destrucción y de barbarie por parte del ejercito israelí, que a falta de cuarteles y objetivos militares, bombardea escuelas y hospitales.
Por Angelo Nero | 29/11/2023
“Llevaba todo el verano en la redacción de La Sexta trabajando. Viendo los brutos de imágenes que llegaban por agencias sobre la masacre en Gaza. Si si, la masacre. Porque a aquello no se le puede llamar guerra. Pues bien, cada vez que veía esas imágenes que nos llegaban (que no son todas las que emitimos, porque en televisión hay códigos éticos y hay que respetarlos) me subía una angustia por el estómago y me caían las lagrimas a borbotones.
Tenía que hacer algo. Durante el conflicto, me ofrecí para cubrirlo pero finalmente no pudo ser. A día de hoy, después de haber visto cada metro cuadrado de Gaza, hablar con los gazatíes, escucharles, ver la destrucción incapaz de ser descrita con palabras… es abrumadora. Después de todo eso, no sé si hubiera vuelto sana y salva. Cuando se decretó el “Alto al fuego”, que no el fin del conflicto, me dije: Elena, ponte en marcha porque tienes que hacer algo por ellos, por la población civil, en especial los niños, víctimas de la masacre, represión, encarcelamiento por parte del Gobierno Israelí.”
Esto escribía la periodista Elena Herreros Rivas en su blog en marzo de 2015, tras la enésima invasión de la Franja de Gaza por parte del ejército de Israel, que había dejado varios miles de palestinos muertos, la mayoría civiles, muchos miles de heridos más, y destruido, una vez más, infraestructuras, escuelas y viviendas, ¿les suena?. Entonces también hubo llamamientos al alto el fuego por parte del Secretario General de Naciones Unidas, y el Secretario de estado de EEUU viajó a Tel Aviv, para reunirse con Netanyahu, y anunciar el envío de armamento para la defensa de Israel. Diez años después ya no se habla de invasión, sino de guerra, y la cantidad de muertos palestinos se ha vuelto intolerable, así como el grado de destrucción y de barbarie por parte del ejercito israelí, que a falta de cuarteles y objetivos militares, bombardea escuelas y hospitales.
Elena Herreros quiso contarlo, pero no en el estrecho formato de un telediario, donde se superponen imágenes de varias guerras, terremotos y competiciones deportivas, sin tiempo para dar más que una breve pincelada que no ayuda a comprender nada, y se fue con una cámara y sin más apoyo que sus ahorros -aunque después haría una campaña de micromecenazgo para acabar su película-, para darle voz a los que, entonces y ahora, silencian las bombas.
La directora, que estuvo rodando durante dos meses en la zona, nos introduce en Palestina a través de Shada en Gaza y Ahmed en Cisjordania, los dos niños protagonista de Dreams Behind The Wall, que viven el horror del apartheid israelí, y la constante incertidumbre del mañana, que les lleva a preguntarse ¿para que voy a estudiar, si en cualquier momento puede volver a estallar la guerra y destruirlo todo?. Tiran piedras contra muro que atraviesa pueblos y ciudades más por impotencia que por rebeldía, también contra los soldados que les disparan con fusiles, o te dicen que, a pesar de su corta edad, ya han vivido tres guerras ¿sobrevivirán a la próxima?.
El documental también se detiene en el mar de Gaza, un mar que antes era una de las fuentes de alimentación de los palestinos, y que ahora, además de estar contaminado, tiene unas severas restricciones pesqueras, siempre bajo la vigilancia de las patrulleras israelís, que no dudan en disparar y hundir a las embarcaciones que se alejan más de tres millas de la costa. Conviene ver documentos como este, rodado en 2015, para darse cuenta de que la vida en la mayor cárcel a cielo abierto del mundo era solo supervivencia. Ya un informe de Naciones Unidas lo decía, cuando fue estrenada la película: Gaza será inhabitable en 2020. Ahora es todavía peor que cualquier escenario que se hubiera imaginado entonces: ahora Gaza es el infierno.
Las imágenes aéreas que nos muestra de la ciudad de Gaza muestran una devastación total, de tal modo que parece increíble que los gazatíes tuvieran tiempo de reconstruirla para que, diez años después, los bombardeos israelíes volvieran a destruirla.
Elena Herrero escribía en su blog: “Así es la vida en Cisjordania. El Muro se ha convertido en el personaje protagonista, ahogando y asfixiando a los que en su interior viven. Son diarias las incursiones de los soldados en los Campos de Refugiados, territorio tutelado por Naciones unidas, donde disparan balas y gas lacrimógeno contra los niños. Pero si la vida allí es difícil, imaginad como es en Gaza, donde sufren un bloqueo desde el año 2007. No pueden entrar ni salir personas ni mercancías. Ciudadanos presos en 40 Km de largo por 6 ó 12 Km de ancho. Es el territorio más densamente poblado del mundo, más que China. Encarcelados sufren la represión en forma de misiles, de masacres contra niños y mujeres indefensos que no entienden de intereses ni política.”
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