Algunas reflexiones sobre la ley y la pornografía (II): la violencia sexual

Una buena parte de las escenas que se ven en diferentes películas porno violentas podrían ser consideradas conductas delictivas: violaciones, abusos a menores, tortura…, que de manera explícita y palmaria se presentan con caras, gestos y manifestaciones de placer.

José Luis García. 

En un artículo anterior (https://nuevarevolucion.es/algunas-reflexiones-sobre-la-ley-y-la-pornografia-i-violencia-social/) hablábamos de la violencia en general, de la violencia sexual y su posible relación con las películas sexuales, diferenciando las que son eróticas (PSE) y las que tienen características pornoviolentas (PSP), en base a la brutalidad exhibida en las imágenes, así como algunas características relativas a su producción.

 Con la finalidad de ofrecer contenidos formativos a quien pueda interesarle, tratamos de aproximarnos a sus implicaciones jurídicas, proponiendo la necesidad de una urgente regulación en esta materia, en particular en lo concerniente a la pornografía con diferentes dosis de violencia.

Con este propósito, te invito a leer 8 artículos de divulgación que he publicado en mi blog y en la revista internacional Psiconetwork. Aquí tienes el primero (https://joseluisgarcia.net/articulos/agresiones-sexuales-a-mujeres-y-a-menores-2a-parte-la-prevencion/ )

Pues bien, sosteníamos que, en una sociedad violenta, el llamado “sexo duro” no es sino un síntoma más de esa degradación social, asociándolo al hecho real de las desigualdades existentes y las que se dan entre hombres y mujeres, entre otros muchos factores como los entornos familiares y sociales violentos o el consumo de alcohol y sustancias.

Hace unos días escribíamos (https://joseluisgarcia.net/articulos/ligue-modelo-de-caza-y-captura/) sobre el papel de los valores culturales machistas y en concreto, el modelo de ligue que desarrollan algunos hombres en sus relaciones sexuales con las mujeres y que el porno violento parece haberle dado carta de normalidad. 

Lo denominábamos: modelo de caza y captura, que tiene que ver de algún modo con la versión romántica del amor, en virtud del cual el hombre busca la manera de conseguir a la mujer, de someterla, hacerla suya, es decir, follarla como sea, obligándola a realizarle una felación y luego penetrarla por todas las mucosas, alternativamente y sin solución de continuidad, sin ningún pudor ni tampoco condón, bien con dinero u otros subterfugios o engañiflas, hasta conseguir el trofeo final: eyacular en su cara, para que se vea su semen, mientras ella le mira con satisfacción, pendiente de la aprobación por el trabajo bien hecho.

Pero hay muchos más factores. Por ejemplo, y a mi entender, si desde muy pequeños, nuestros niños y niñas juegan a videojuegos violentos, ven porno violento, series (tipo juego del calamar, como botón de muestra) violentas, películas con violencia, ven acosos en el cole, peleas de jóvenes en la calle y en la TV, cantan y perrean canciones explícitamente agresivas, ven/comparten fotos violentas…la probabilidad de que puedan implicarse de jóvenes o adultos en esas actividades debería considerarse. 

Además, algunos vídeo juegos tienen no poca dosis de violencia, misoginia y, por ejemplo, en el caso de Summertime saga, el personaje no se cuida nunca y deja embarazadas a las mujeres del juego. En otros hay pornografía y prostitución, razón por la que, desde una perspectiva educativa y preventiva, sería bueno acompañar. Parece necesario que los adultos controlen qué tipo de juegos consumen sus hijos y en todo caso dialogar con ellos. Ningún juego es neutro.

Con todo y aunque no conocemos ningún estudio, no sabemos si se ha hecho, que corrobore la relación causa efecto entre todas esas actividades brutales señaladas, no significa que no haya ningún vínculo entre ellas. Yo sospecho que sí lo hay. Por ejemplo, los diferentes informes de la Fiscalía española y de diferentes Defensores del Menor de algunas CCAA, advierten del incremento de las agresiones y de las agresiones sexuales entre menores vinculándolas a este tipo de consumos habituales.

Mi opinión es que todas esas variables forman parte del puzle que configura la conducta violenta, en una sociedad digital donde las pantallas son omnipresentes y con un futuro que nos produce cierta desazón. Por tanto, cualquier iniciativa de prevención debería considerarlos.

Pues bien, si tenemos en cuenta que la evidencia científica sugiere una cierta realción entre el consumo de porno violento y las actitudes y conductas con violencia sexual, es preciso prestarle la máxima atención. Hay casos paradigmáticos como Ted Bundy o Wayne Couzens, este último referido por Julie Bindel: el asesino de Sarah “se sintió atraído por la «pornografía sexual brutal», según escuchó el tribunal durante el juicio, que lo sentenció a cuatro años y ocho meses por homicidio involuntario después de estrangular a una mujer vulnerable durante el sexo, también era conocido por usar pornografía violenta”. Hay varios asesinos en serie famosos por las características sexuales de sus delitos.

En este artículo corresponde acercarnos algo más en detalle a la violencia sexual y su relación con el consumo abusivo de porno en Internet, una de cuyas características más conocidas es la prolijidad de contenido violento.

Violencia sexual

Aunque esta cuestión ha sido analizada en profundidad en nuestro programa TUS HIJOS VEN PORNO, señalaremos algunos aspectos de interés para este artículo.

Una buena parte de las escenas que se ven en diferentes películas pornoviolentas podrían ser consideradas conductas delictivas: violaciones, abusos a menores, tortura…, que de manera explícita y palmaria se presentan con caras, gestos y manifestaciones de placer. Ya solo los títulos de algunas de ellas revelan, a no dudar, su contenido. 

Términos que hacen referencia a reventar, romper, asfixiar, dar durísimo, dominar, azotar, insultar, atar, escupir, ponerse perra, decir palabras soeces, imponer la eyaculación en boca/cara, forzar a tragar el semen… a mujeres y chicas aniñadas, cuando no dentro del ámbito familiar promoviendo comportamientos sexuales incestuosos, aunque se ofrecen en cualesquiera contextos.

Este tipo de lenguaje, fue objeto de debate en las RR SS, a partir de un vídeo subido a Internet de una (aparentemente) menor y que verbalizaba ante cámara, todos y cada uno de esos términos, dando pie a que yo publicara un artículo sobre el particular, que tuvo una audiencia interesante: más de 3100 personas lo leyeron en unos pocos días.

Posteriormente escribimos otro sobre las conversaciones de un grupo de WhatsApp en la que tres chavales de 14 años planeaban raptar y violar a dos chicas, para follarlas, atarlas, pegarlas, azotarlas y torturarlas, con un lenguaje muy significativo y característico del cine porno violento. El plan incluía “turnarse para romperle el culo a la muy puta esa”

Entendemos que esa es una de las consecuencias de exponerse con asiduidad a películas sexuales cuyos contenidos se caracterizan por diferentes dosis de violencia. Pues bien, teniendo en cuenta que estas escenas las ven a diario millones de personas en todo el mundo, muchas jóvenes y menores, nos podríamos plantear no solo su sentido, sino también y particularmente los efectos de las mismas. 

Es más, pensamos que cualquier niño o niña con acceso a Internet va a toparse con vídeos de esta naturaleza. Sí o sí. Y lo que es más grave, sin una capacitación adecuada que le permita comprender lo que está viendo y decidir o no seguir viéndolo. 

No obstante, ese momento preciso de la decisión es una circunstancia muy especial en el que habría que “tenerlo muy claro”, porque en contra de esa deliberación, siente en su propio cuerpo una profunda excitación sexual que le llevará a masturbarse. La pornografía excita sexualmente, de ahí su éxito. Por tal razón es preciso hablarlo con anterioridad para no iniciar ese proceso o pararlo si se ha hecho de manera intencionada. 

Lamentablemente en una sociedad liberal todo aquello que ofrezca jugosos dividendos parece ser legítimo y este hecho, real e incuestionable, podría ser una respuesta a la pregunta que nos hacíamos: ¿qué sentido tiene esta exhibición ostentosa de la violencia sexual hacia la mujer o hacia chicas aniñadas, incluso claramente menores, en las películas sexuales pornoviolentas?: la pasta.

Pero inquiero ¿Filmar un asesinato lo hace menos criminal? Entonces ¿por qué no se hacen vídeos donde se desmenuce con un bisturí, con todo detalle, el cuerpo de un bebé o el de una persona mayor?  Y referido a las películas sexuales ¿Por qué está penalizado legalmente compartir pornografía infantil?

Da la impresión de que se puede grabar cualquier cosa, subirla a Internet porque los controles son escasos y tiene el valor añadido de la posibilidad de hacerlo viral. Otra cosa es compartirlos, siguiendo con el ejemplo de la pornografía infantil cuya tenencia y distribución está penada, si bien se siguen produciendo materiales de esa índole, lo que nos lleva a formularnos otra pregunta ¿Por qué no se consideran esos vídeos especialmente agresivos y degradantes contra las mujeres, por ejemplo, de la misma manera que ocurre con la pornografía infantil? Creo que este podría ser un buen camino para regular la producción y distribución de vídeos pornoviolentos. 

Veamos.

De una parte, como ya se ha advertido, tenemos que la investigación científica y la clínica médica y psicológica han mostrado algunos de los efectos nocivos del consumo, sin control, de pornografía particularmente aquella que utiliza diferentes dosis de brutalidad. Entonces, como se preguntaba Max Waltman hace algunos años, ¿por qué las democracias no responden a las consecuencias bien documentadas en la producción y el consumo de pornografía?

Tal vez una respuesta podría ser: Porque tampoco responden de manera contundente al consumo de alcohol, tabaco o drogas -consumos que se han demostrado con claridad que son nocivos para la salud- a pesar de hay una regulación legal a este respecto, más estricta con los menores, si bien sabemos que tales controles se saltan con suma facilidad, razón por la que la capacitación es una de las pocas armas que tenemos para hacerles frente.

Sin embargo, uno de los argumentos más recurrentes es el de la defensa a ultranza de que la libertad individual como el bien más preciado y que, en consecuencia, se convierte en un principio fundamental ante el que el resto deben someterse. 

En la pandemia de la covid-19 trabajadores de residencias de mayores, negacionistas de la vacuna, se les ha permitido ejercer su derecho a la libertad de no vacunarse, aun cuando haya personas mayores que, estando vacunadas, han sido contagiadas y hayan ingresado en la UCI o hayan muerto. 

Supongo que a sus familiares no les hizo ninguna gracia ese nivel de tolerancia, máxime con las desgracias terribles que acontecieron en las primeras olas de la pandemia con las personas mayores ingresadas en esos lugares, en lo que es inaceptable que prime solo el negocio. Costes colaterales dicen algunos. Sin embargo, en Italia tal irresponsabilidad no se ha permitido.

Ficción o realidad de las películas sexuales

El recurso a la libertad individual de consumir lo que quiera cada cual y de la libertad de creación para hacer películas sexuales, suelen ser dos soportes en los que se basan los defensores a ultranza de las películas sexuales sean o no pornoviolentas.  

Que el porno es una ficción y que los actores y actrices consienten libremente en lo que hacen, suelen ser otros dos argumentos que la industria del porno defiende fervientemente. Y, por supuesto, negar los efectos de su consumo y eludir la responsabilidad de que los menores lo consuman. “Ese es un problema de los padres que lo permiten, no nuestro”, dicen lavándose las manos.

Por cierto, el argumento preferido de la industria y sus acólitos de que el porno es ficción y que, por tanto, no tiene consecuencia alguna, ya ha sido analizado en otros artículos.

A mí no me parecen relevantes esos argumentos de la industria, pero vamos a citar ahora el que hace referencia a que es pura ficción o de que las actrices que aparecen han consentido y firmado un contrato. Porque, en realidad, ¿han consentido? ya que a juzgar por lo que cuentan muchas de ellas cuando están fuera del negocio, no parece que sea así. 

Y aunque consientan, ¿es legítimo ofrecerlo como normalidad? ¿se controla rigurosamente la edad de los actores/actrices? Y también ¿por qué ningún país ha conseguido un control efectivo de las películas sexuales a través de Internet? 

Con todo, desde nuestra perspectiva, la ciencia ha hablado bien claro respecto de sus efectos, desde la Psicología, la Sociología hasta la Cinematografía. Baste un botón de muestra: Hace muchos años, un psicólogo famoso que se llamaba Albert Bandura hizo un sencillo experimento. Consistía en que unos niños observaban cómo un adulto golpeaba a una muñeca. Después, dejó a los niños con la misma muñeca. Los niños también la golpearon. ¿Este tipo de modelos de aprendizajes se puede aplicar al consumo de porno violento? Sin duda la respuesta es sí y lo hemos señalado en diferentes publicaciones.

En el primer curso de la carrera de Psicología, se aprende que vincular dos estímulos, por simple condicionamiento, está en la base de muchos aprendizajes, máxime cuando el objeto en cuestión, es decir el sexo, es altamente motivador y emocionalmente significativo para la persona. O todos aquellos procesos basados en los modelos de identificación e imitación, de las neuronas espejo o de los superestímulos sexuales, así como las conductas adictivas. Creo que asociar la violencia (incluso la más al límite) al placer sexual es demasiado arriesgado y peligroso, toda vez que no hay ninguna justificación científica y ética de tal unión. 

Por otra parte, la inmensa mayoría de los anuncios comerciales se basa en influir en el consumo a través de las imágenes. Y se gastan miles de millones convencidos de la efectividad de ese modelo. El poder de la imagen, junto al poder de internet, así como el que tiene el deseo sexual hacen que tengamos en cuenta el efecto de imitación e identificación de las películas sexuales

Y añado que ninguna otra modalidad de película como estas, consigue excitar y estimular la conducta sexual inmediata, con el consiguiente placer que refuerza la experiencia sentida. En consecuencia, comparar una película porno con otra de Superman, por ejemplo y como es frecuente que se haga en los debates, no tiene ningún sentido.

En cualquier caso, considero que la evidencia científica es suficiente como para tener en cuenta los diferentes procesos y mecanismos que explicarían el impacto de los vídeos violentos en las actitudes y conductas. 

Profesionales vinculados a este entorno coinciden en señalar esta influencia. En una entrevista que le realiza EL PAIS a la actriz y productora del documental Hot girls wanted: turned on, Rashida Jones, esta afirma que tanto el cine porno como el comercial “se han encargado de perpetuar unos estándares de belleza que nada tienen que ver con la realidad” ya que ambos “marcan la manera en la que nos comportamos. En el caso concreto del porno, tiene un impacto tremendo en cómo llevamos a cabo nuestras prácticas sexuales».  

En fin, el deseo sexual que es una poderosa motivación de la conducta humana, vinculado con la supervivencia de la especie, tiene que ver más con el “buen rollo”, el bienestar, la salud y con la empatía que con la agresión a otra persona. Llevo mucho tiempo advirtiendo de que asociar la excitación sexual -y el placer sexual de la masturbación subsiguiente- con la violencia, tiene demasiados riesgos.  

En el siguiente artículo seguiremos nuestra aproximación a esta interesante cuestión. Nos leemos.

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