La producción televisiva más cara de historia de Noruega, “Wisting”, es una estupenda muestra de nordic noir, que tiene también un poco del “Fargo” de los hermanos Cohen.
Por Angelo Nero
El Nordic Noir nació como un género literario de ficción policiaco, ambientado y, a menudo, escrito en los países nórdicos, tanto los de la península escandinava (Noruega, Finlandia y Suecia), como Dinamarca e Islandia. En estas atmósferas árticas que se nos antoja siempre cubiertas de una capa de hielo, aunque dista mucho de ser así, donde parece haberse instaurado el estado de bienestar, que tampoco es uniforme y tiene tantas carencias como las que se muestran en las novelas, por las que suele asomar la sombra del crimen, es dónde se germinaron las novelas del sueco Henning Mankell, que convirtieron a su detective Wallander en un auténtico icono para los amantes del género negro.
Con arriesgados viajes a los lados más oscuros del corazón, las novelas de Mankell, como después las de su compatriota Stieg Larsson, las del danés Jussi Adler-Olsen, el islandés Arnaldur Indriðason o la noruega Karin Fossum, nos llevaron con el lenguaje directo con el que un cuchillo te atraviesa el estómago, a la cara oculta de unas sociedades que en su superficie muestran, como un iceberg, una apacible imagen que, sin embargo, tiene bajo la superficie problemas estructurales de racismo, misoginia, corrupción política y empresarial, tráfico de drogas y alcoholismo, que son un caladero tan fértil para el género, como lo fue el salvaje oeste para las novelas de Marcial Lafuente Estefanía.
Su paso a las pantallas era inevitable, y más aún es estos tiempos en que los formatos son proclives a las series como las que siguen los pasos de unos detectives a menudo tan atormentados como los criminales que persiguen, como la Saga Norén de “Bron/Broen”, el Carl Mørck del “Departamento Q”, o la Sofia Karppi de “Deadwind”. Hasta el punto de que en este momento las invasiones que vienen de Escandinavia no llegan en drakkar, aunque también hay una auténtica legión de seguidores de las sagas nórdicas, y que han devorado las seis temporadas de “Vikings” como si fueran devotos de Odín, sino a través de las plataformas digitales que han inundado el mercado audiovisual de atractivos –y adictivos- productos bajo el sello de nordic noir.
Una de las últimas entregas de este género –a estas alturas ya habréis deducido que yo también estoy enganchado a la ficción nórdica- es la adaptación de dos de los libros de Jørn Lier Horst, -The Caveman (2012) y The Hunting Dogs (2013)-, un ex inspector de policía que se ha convertido en el autor más leído en su país, Noruega, y cuyas obras han sido traducidas a más de veinte idiomas. La producción televisiva más cara de historia de Noruega, “Wisting”, es una estupenda muestra de nordic noir, que tiene también un poco del “Fargo” de los hermanos Cohen, ambientada en un pueblo tranquilo, Larvik, a 130 kilómetros de la capital, Oslo, donde un veterano policía, William Wisting, tiene que lidiar con la aparición del cadáver de un asesino en serie norteamericano, al que se le había perdido la pista veinte años atrás.
Jørn Lier Horst fue también, como el protagonista de su “Cuarteto de Wisting”, inspector jefe en el distrito policial de Vestfold, provincia en la que se encuentra la ciudad de Larvik, por lo que ha ambientado sus historias en un escenario, geográfico y humano, que conoce bien, y esto le da una credibilidad adicional a esta retorcida historia invernal, protagonizada por Sven Nordin (que, entre otros films, pudimos verlo en “Ellin”, de Petter Næss, nominada a mejor película extranjera en los Óscar) en el papel principal de Willian Wisting, y por una agente del FBI que se desplaza a Larvik para ayudar en el caso, llamada Maggie Griffin, a la que da vida la canadiense Carrie-Anne Moss, de todos conocida por protagonizar la saga “Matrix”, de las hermanas Wachowski. Confluyente a la trama principal, una joven periodista, Line (Thea Green Lundberg), hija del detective Wisting, investiga para un reportaje periodístico la muerte de un vecino solitario, al que encontraron sentado en su salón, cuando llevaba un tiempo muerto, lo que dará un giro inesperado a la historia.
El pasado de los protagonistas también jugará su papel en la historia, especialmente el de Wisting que arrastra el duelo por la pérdida de su mujer, y la captura del asesino de una joven, su primer caso, en el que hay dudas razonables sobre su actuación profesional para que fuera condenado. Otro de los protagonistas, como en todo buen nordic noir es el paisaje, tan hermoso como desolador, en el que transcurren las escenas, aunque en el caso de Wisting tenga un protagonismo notable el paisaje urbano, también a menudo desolador, aunque sin llegar a los extremos de “Bron/Broen”.
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