Trampantojo

La plataforma de la nueva lideresa cuenta en general con militancias escuetas, en buena medida compuestas por militantes con cargos públicos y aspirantes a tenerlos.

Por Pedro Labrado

El terremoto del movimiento del 15 M en 2011 que nos trajo el tsunami de ilusión política con Podemos desde 2014, parece que definitivamente y desgraciadamente amaina, las aguas están volviendo a su lugar, la inundación de alegría, esperanza, transformaciones sociales y avances en derechos parece que ha tocado fin.

Nos quieren hacer creer que hay un nuevo terremoto en ciernes que va a traer un tsunami de olas gigantes nutridas de papeletas que llenaran las transparentes urnas de votos con la cara de la gran lideresa surgida…..surgida de un “no quiero ser ministra”, una pandemia que puso en el centro del escenario al Ministerio de Trabajo y una reforma laboral felizmente aprobada gracias al error de un diputado de la derecha durante la votación de la misma en el Congreso de los Diputados y no por la negociación y aseguramiento de los apoyos parlamentarios de la titular del ministerio proponente.

Parece que se quiere trasladar el mensaje de que no solo se va a reproducir el terremoto, sino que este va a marcar los sismógrafos en la parte alta de la escala de Richter.

Y empiezan los remedos que no son sino trampantojos, ilusionismo puro, que parezca lo que no es.

Se ha publicado que la cara de la lideresa va a ir impresa en la papeleta. Es un remedo de aquella papeleta con la cara de un líder de un partido que de la nada más absoluta obtuvo cinco eurodiputados y eurodiputadas. Esas cinco actas para el parlamento europeo fueron la señal del terremoto en el sismógrafo electoral que trajo con su correspondiente decalaje el tsunami de votos que llevó al partido de la papeleta con cara de líder ya con logo partidario a rozar il sorpasso al partido socialista. Poner la cara de la lideresa es un trampantojo de aquel, ya que es archiconocida tanto ella como su plataforma, vienen apareciendo en los medios en un día más veces que aquel partido nacido en 2014 en un año, lo que hizo acertado poner el retrato del líder en el voto.

Nos quieren hacer creer que el discurso rupturista de aquel político novato, salido de los platós de televisión dónde no dejaba títere con cabeza, que hablaba un lenguaje nuevo, deuda ilegítima, la casta, el régimen del 78, se puede equiparar al de una lideresa ampliamente conocida, con una trayectoria política de casi veinte años trufada con diferentes fracasos políticos en las instituciones y en las urnas y que mantiene un discurso moderado, plano, complaciente, poco ruidoso, lleno de lugares comunes, unidad, feminismo, ecología, sosiego, construir un país,  y lleno de atronadores silencios como sobre los de la guerra en Ucrania, “eso es competencia del Ministerio de Defensa” y sobre el cambio de postura del gobierno en relación a Marruecos y el Sáhara, “competencia del Ministerio de Exteriores”. Trampantojo dialéctico.

Nos quieren hacer creer que estamos en una situación similar. No reparan en que las personas que rodeaban al líder con la cara en la papeleta en 2014 eran una pléyade de caras nuevas, sin historial político alguno que otorgaron una frescura inusitada al panorama político del momento en el que todavía resonaba la indignación indignada de los indignados del 15 M. Incluso todavía en 2015 siguieron apareciendo nuevas caras en la política municipal y autonómica que siguieron impulsando el tsunami hacia las elecciones generales de diciembre de 2015 haciendo ruido, con mensajes rupturistas, incidiendo en la necesidad de una transición de la transición. La lideresa de la papeleta con su cara para este 2023 sin embargo está rodeada de caras ya curtidas en muchas batallas, casi todas perdidas incluyendo la de este pasado 28 de mayo. Políticos y políticas de largo recorrido ya, como el portavoz de su plataforma con una trayectoria también de 20 años de cargo en cargo, y otras de no tanto largo recorrido pero que no afloran de nuevas, no son piezas de nuevo cuño sino de serpenteante trayectoria, bien conocidas por todas y todos, ¿quién no conoce al líder del partido madrileño?, en 2014 y 2015 no le conocía nadie, ¿quién no conoce a la alcaldesa en funciones de Barcelona?, en 2015 le conocían la mitad de la mitad de las que le conocen hoy. Nos quieren hacer ver que es un nuevo proyecto con renovación de “caras” por un pequeño paso a un lado de uno de los impulsores de la plataforma y que parece que es solamente provisional para reaparecer al frente de la candidatura en las elecciones europeas del próximo año, y que además ha sido sustituido por otro que lleva con cargos orgánicos e institucionales más de 20 años. La supuesta renovación de caras, excusa para repugnantes vetos, no es sino el trampantojo del supuesto relevo. De la Comunidad Valenciana mejor no hablar.

Como colofón al trampantojo, Podemos nació y creció sostenido por una militancia activa de miles y miles de personas y por una pléyade de miles y miles de simpatizantes ilusionados que permanecieron muy activos durante meses haciendo mucho ruido y que supusieron ese reguero de ilusión que inundaba el ambiente y que se tradujo en las elecciones generales de 2015 en más de cinco millones de votos. La plataforma de la nueva lideresa cuenta en general con militancias escuetas, en buena medida compuestas por militantes con cargos públicos y aspirantes a tenerlos, que se miran de reojo las unas a las otras, cuando no sufriendo agrias críticas las unas de las otras, a las que se les pide por parte de la lideresa, prietas las filas y no hacer ruido. La “izquierda verdadera” silenciosa, trampantojo.

A Pilar del Río, periodista y traductora de José Saramago entre otros autores, no involucrada en luchas políticas partidarias, espectadora solo, parece que no se lo van a hacer tragar:

Esa señora va a hacer las listas, ¿qué no puede ir Irene Montero? ¿pero tú quién eres para decir quién es quien tiene que ir? ¿Por qué les molesta tanto Irene Montero?, porque efectivamente las conquistas feministas han sido fundamentales y es lo que más le está molestando al poder y a la derecha, porque esas conquistas se traducen luego económicamente. Tenemos que parar el movimiento feminista, y un objetivo fundamental, por un lado y por otro, es acabar con Irene Montero, Irene Montero tiene que acabar y tiene que acabar dentro de la propia izquierda porque parece que es una fuerza demasiado grande y por supuesto para la derecha es un coco. Hay que acallar a las feministas y hay que acallar los picos más altos, cortar cabezas del feminismo, que reciban una lección, feministas sí, pero como si fueran de la sección femenina, es lo que quieren.

¿El trampantojo conseguirá “engañar” el 23 de julio al electorado en general y al de izquierdas en particular?

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