Por Angelo Nero
Tigray es otro de los conflictos que, apenas han pasado por los titulares de los periódicos y las cabeceras de los telediarios, han caído otra vez en la zona de la sombra informativa. Como Artsakh, Yemen, Rojava, la cobertura que se le ha prestado a estas guerras en nuestro estado ha sido tan fugaz que apenas sabemos que actores han intervenido en sobre el terreno, que intereses geopolíticos están en juego, cuáles son las consecuencias para las víctimas, para la inmensa mayoría silenciosa que es la población de cada uno de estos lugares, que pasan a engrosar las cifras de refugiados, desplazados, y se transforman así en invisibles, casi dejan de ser humanos, pasan a la categoría de los nadies de los que hablaba Galeano.
Desde estas páginas intentamos, en la medida de nuestras posibilidades, arrojar luz sobre este territorio de sombra, convencidos de que es necesario saber lo que pasa en un mundo, como el de hoy, cada vez más interconectado, y en el que deberíamos tener una visión global sobre los conflictos que siguen activos en lugares ya no tan lejanos, no solo cuando las víctimas son ciudadanos de nuestro país, pues, muy frecuentemente, sucede que estos lugares en conflicto solo tienen importancia para nuestra prensa, cuando están en peligro voluntarios de las organizaciones no gubernamentales de nuestra nacionalidad, y, a veces, ni tan siquiera eso. Por eso hoy volvemos otra vez la vista hacia Tigray, que ha sufrido una reciente guerra, cuyos efectos son realmente alarmantes, en una región ya muy castigada por todo tipo de conflictos bélicos, internos y externos, plagas e inundaciones, sequías y hambrunas.
“La situación humanitaria en Tigray está empeorando», según ha denunciado el secretario adjunto de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, «La gente todavía carece de alimentos, agua, servicios de salud, combustible, dinero en efectivo y comunicaciones después de casi tres meses de conflicto. La vida se vuelve cada vez más difícil”. Dos meses después de la ofensiva del ejército federal etíope sobre el estado rebelde de Tigray, y de la toma de su capital, Mekelle, el conflicto dista mucho de solucionarse, con el repliegue de las fuerzas del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), que desde 1991, fue el partido dominante en el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), gobernando hasta la llegada del primer ministro actual, Abiy Ahmed. Curiosamente Ahmed medró en las filas del EPRDF, hasta que, aupado a la jefatura del gobierno, en 2018, fundó su propio grupo político, el Partido de la Prosperidad, e hizo saltar por los aires el equilibrio de fuerzas que se basaban en el federalismo étnico. Mark Lowcock alertaba sobre la situación actual, desde su cuenta de twitter: “estoy profundamente preocupado por el destino de cientos de miles de personas fuera de su alcance desde que comenzó el conflicto que necesitan auxilio desesperadamente”.
Se calcula que cerca de 50.000 trigrays, solo a mediados del mes pasado, habían huido hacia la vecina Sudán, y ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, con la ayuda de las autoridades de ese país, trasladaron a unos 14.000 refugiados desde los puntos fronterizos de Hamdayet y Abderafi al campamento de Um Rakuba, situado a unos 70 kilómetros de la frontera con Etiopía, con grandes necesidades de alimentos, agua potable, atención médica y alojamiento.
Mientras a representante especial de la Secretaría General de la ONU sobre Violencia Sexual en Conflicto, Pramila Patten, ha alertado sobre violencia sexual ejercido por las tropas gubernamentales en la capital regional, Mekelle: “Algunas mujeres habrían sido forzadas por elementos militares a mantener relaciones sexuales a cambio de bienes básicos, mientras que los centros médicos han apuntado a un aumento de la demanda de anticonceptivos y pruebas sobre enfermedades de transmisión sexual, lo que a menudo es un indicador sobre violencia sexual en el conflicto”. “Esto incluye a los más de 5.000 refugiados eritreos que están en la zona de Shire y sus alrededores, viviendo en condiciones duras y muchos de los cuales están durmiendo al raso, sin agua ni comida”, apuntó la representante de la ONU.
Hace tan solo unos días, ACNUR recuperaba el acceso a los campamentos de refugiados eritreos de Adi Harush y Mai Aini, en el sur de Tigray, mientras que otros dos campamentos, Shimelba y Hitsats, producto de la guerra que enfrentó a Etiopía y Eritrea, siguen estando aislados debido a la actual inseguridad. Hay cerca de 100.000 refugiados eritreos registrados por ACNUR en esta región, ahora golpeada por una nueva guerra, y estos campos también han sido golpeados por el conflicto, donde se han detectado a las tropas eritreas, aliadas del gobierno etíope, saqueando negocios, provocando incendios y secuestrando refugiados.
La inestabilidad se ha extendido a Sudán, dónde las autoridades surgidas tras el golpe de estado que derrocó en abril de 2019 a Omar al Bashir (que gobernó el país durante 30 años, y está acusado de genocidio y crímenes contra la humanidad por la muerte de cientos de miles de personas en Dafur), han desplegado fuerzas militares en la frontera con Etiopía, en el marco litigios en delimitación de los dos estados, y de la presencia de agricultores etíopes en territorios sudaneses.
También Somalia parece haberse salpicado con el conflicto, con la declaración de Abdisalam Yusuf Guled, antiguo número dos de sus servicios de inteligencia, de que unos cuatrocientos soldados somalíes habían muerto en la ofensiva sobre Tigray. Algo que ha sido desmentido por el gobierno somalí, como también las informaciones sobre la presencia de militares de esta nacionalidad en los conflictos de Libia y Artsakh.
Mientras, se suceden los enfrentamientos entre las tropas federales etíopes y las fuerzas del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), y hace una semana Adís Abeba anunciaba haber abatido a alguno de sus líderes, entre los que se encontraban varios fundadores del TPLF, como Abay Tsehaye, que fue ministro de Asuntos Federal en el gobierno etíope, y Seyoum Mesfin, que fue ministro de exteriores de Etiopía, 1991 hasta septiembre de 2010, y después fue nombrado embajador en la República Popular China. Aunque el gobierno afirma que han muerto en combate, otras informaciones hablan de que podrían haber sido ejecutados. A pesar de que son varios los líderes del TPLF que has sido apresados o muertos durante estos enfrentamientos, todavía se desconoce el paradero del presidente de Tigray, Debretsion Gebremichael.
Por otra parte, los conflictos inter-étnicos en Etiopía no solo se circunscriben al estado rebelde de Tigray. En el estado de Benishangul-Gumuz, el grupo rebelde Frente de Liberación Oromo (OLF-Shane) ha asesinado a un centenar de civiles de las etnias amhara, shinasha y agaw, a lo que habría que sumarle otras doscientas víctimas, masacradas en el diciembre pasado.
No parece que el premio Nobel de la paz, Abiy Ahmed, esté haciendo mucho en favor de esta, más bien al contrario, viendo todo este panorama, y su ofensiva sobre Tigray ha agitado unas aguas que, en todo este espacio geográfico, ya bajaban turbulentas. Estaremos muy atentos a como se desarrollan los acontecimientos en la región, para intentar arrojar otro pequeño haz de luz sobre esta zona de sombra informativa.
Estimado Angelo Nero, es una obligación en reconocer su sensibilidad por los derechos humanos en general.
Soy Etíope que he pasado resultados de las guerras en mi historia familia de mis abuelos y posteriormente lo he sufrido personalmente en mi infancia y adolescencia.
Me llama mucho atención cuando europeos con todo lo que representan para la situación de África, exponen sus valores muy sesgada sobre los «conflictos» en África en general, en su caso sobre mi país y mis pueblos de toda la región de Etiopia.
Sino fuera un etíope su sensibilidad era de admiración, pero muy lejos de eso su criterio de los hechos es muy peligroso y forma parte de la mentalidad de su raíz colonialista.
Seguramente usted no será consciente o tal vez si lo está, pero le interesa por diferentes motivos, ninguna por la paz de los pueblos de Etiopía.
Sus imparcialidad, y contar la parte que le interesa en seguir viendo sufrimiento de los pueblos es recriminarle y no le compro.
Un europeo cuando quiere ser y dice africanista es un falta de respeto a la justicia y HISTORIA de los pueblos de Etiopía.
También sabemos muchos de los europeos son grupos de lobby, o muy relacionado en una cadena interminable por el dinero (el veneno€$£¥).
Sus artículos son forma parte del trabajo sucio que está sobre la Unidad Áfricana y parte del TPLF, …
Le pido favor de tener un tiempo de reflexión con su consciencia, antes de segur «contaminado» las opiniones publicadas.
Sino le digo con claridad usted está en contra de la paz y libertad de los pueblos de Etiopía.
Un cordial saludo.
YIRGALEM YIFRU SISAY