Salvemos a las abejas

Por Javier F. Ferrero

Muchos de nuestros alimentos dependen en gran medida de la polinización natural intermediada por insectos: un servicio clave que abejas y otros polinizadores prestan al ecosistema. Sin la polinización entomófila (realizada por insectos) aproximadamente un tercio de los cultivos que consumimos tendrían que ser polinizados por otros medios o producirían una cantidad de alimento significativamente menor. Bajaría la productividad de hasta un 75% de nuestras cosechas.

Viñeta de Alfonso López

Los cultivos más nutritivos, como muchas frutas y verduras, así como ciertos cultivos forrajeros utilizados para la producción de carne y lácteos, se verían afectados de manera grave por un descenso en las poblaciones de insectos polinizadores; sufriría, en particular, la producción de manzanas, fresas, tomates y almendras. Las abejas y otros insectos, como mariposas y abejorros, son unos de los grandes responsables de este proceso.

El número de polinizadores y la diversidad han disminuido en las últimas décadas y la evidencia indica que este descenso es sobre todo consecuencia de las actividades humanas. Las prácticas agrícolas sostenibles pueden ayudar a proteger a las abejas al reducir la exposición a los plaguicidas y ayudar a diversificar los paisajes agrícolas. Un número cada vez mayor de especies de polinizadores en todo el mundo está siendo llevado a la extinción por diversas presiones, que amenazan millones de medios de subsistencia.
La capacidad productiva de las abejas
Como vivimos en un sistema capitalista que desatiende el concepto ecológico si no va acompañado de beneficio económico, quizá sea necesario mostrar la importancia comercial global de la polinización: el sector arroja un resultado de unos 2.400 millones de euros al año en España y más de 265.000 millones de euros a nivel mundial. Lamentablemente, esta suma oculta el hecho de que si la polinización natural se viese seriamente perjudicada o cesase podría resultar imposible de sustituir, algo que hace que su valor sea incalculable. Casi el 90 por ciento de todas las plantas con flores silvestres dependen, al menos hasta cierto punto, de la polinización animal.

El volumen de la producción agrícola dependiente de la polinización animal ha aumentado en un 300% durante los últimos 50 años, pero los cultivos dependientes de polinizadores muestran un crecimiento y una estabilidad del rendimiento más bajos que los cultivos que no dependen de los polinizadores.

Además de los cultivos alimentarios, los polinizadores contribuyen a los cultivos que proporcionan biocombustibles, fibras, medicinas, forraje para el ganado y materiales de construcción. Algunas especies también proporcionan materiales como la cera de abejas para velas e instrumentos musicales, y artes y artesanías.

Soluciones

A corto y medio plazo, hay asuntos específicos que la sociedad puede abordar sin tardanza por el bien de la salud global de los polinizadores. Los beneficios podrían ser evidentes casi de inmediato. Basándose en el análisis de las evidencias científicas actuales sobre la salud global de los polinizadores, Greenpeace, en su estudio «El declive de las abejas«, cree que eliminar la exposición a plaguicidas potencialmente tóxicos para las abejas es un paso fundamental para salvaguardar no solo a las abejas silvestres y comerciales, sino también el alto valor ecológico y financiero de la polinización natural.
Para ayudar a su salvaguarda es importante mantener o crear una mayor diversidad de hábitats de polinizadores en paisajes agrícolas y urbanos. Apoyar las prácticas tradicionales que manejan la parcelación del hábitat, la rotación de cultivos y la coproducción entre la ciencia y el conocimiento local indígena. Hay que disminuir la exposición de los polinizadores a los pesticidas al reducir su uso, buscar formas alternativas de control de plagas y adoptar una gama de prácticas de aplicación específicas, incluidas tecnologías para reducir la deriva de plaguicidas.
No podemos seguir centrándonos en aumentar la producción y la productividad en base al uso generalizado de plaguicidas y productos químicos que amenazan los cultivos y a los polinizadores”, advirtió Graziano da Silva, Director General de la FAO. “Cada uno de nosotros –añadió Graziano da Silva- tiene la responsabilidad individual de proteger a las abejas y todos debemos tomar decisiones respetuosas hacia los polinizadores. Incluso cultivar flores en el hogar para alimentar a las abejas contribuye a este esfuerzo”.
La capacitación de personas de diferentes sectores es importante no solo para aumentar el conocimiento acerca de la polinización, sino también para transmitir información sobre los polinizadores y el papel de la polinización animal en la producción de cultivos. La creación de capacidad a través de la formación de diferentes destinatarios (por ejemplo, agricultores, grupos de agricultores, agentes de extensión, instituciones educativas) ofrece la oportunidad de conocer diferentes aspectos de esta cuestión, mejorar la capacidad técnica en los países (por ejemplo, los conocimientos taxonómicos) y crear redes de expertos.
Ayudar a proteger nuestros polinizadores contribuye a mejorar nuestra producción alimentaria, los ingresos de los agricultores y el medio ambiente en general. Luchemos por las abejas, es necesario.

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