Minneapolis: racismo institucionalizado, pobreza endémica y justicia para ricos

La muerte de Floyd es el triste y perfecto resumen del sistema de exclusión y segregación perpretado por las élites estadounidenses para mantener su supremacismo.

Javier F. Ferrero

Minneapolis es primera plana en los periódicos de todo el mundo por su racismo institucionalizado en la impunidad policial, una justicia que presiona con fuerza a las comunidades negras y un sistema capitalista que las empobrece. «I can’t breathe», además de George Floyd, es el capitalismo y el uso de las instituciones contra una raza.

La muerte de Floyd es el triste y perfecto resumen de este sistema de exclusión y segregación perpretado por las élites para mantener su supremacismo. Su asesinato se suma a la lucha contra la COVID-19, que también está golpeando desproporcionadamente a comunidades empobrecidas como la afrodescendiente.

El virus no los iguala a todos

El lunes, Estados Unidos superó la cifra de 10.000 muertos por coronavirus y ahora las autoridades sanitarias lidian con el hecho de que la pandemia está sacudiendo a la población afroamericana de forma desproporcionada, especialmente en grandes ciudades como Nueva Orleans, Chicago y Detroit, donde la densidad de población afroamericana es alta.

Los afroamericanos tienen una mayor exposición al virus y, por lo tanto, un riesgo mayor a contraer la enfermedad. Suelen concentrarse en áreas urbanas y trabajan en los sectores esenciales en los que Trump no ha permitido parar.

Según el Economic Policy Institute, solo el 20% de los trabajadores negros está teletrabajando, en comparación con el 30% de los trabajadores blancos. En los estados sureños, el virus ha matado a más hombres negros mayores, aunque también ha sacudido a las mujeres y a los jóvenes afroamericanos.

Headley y Trump

«Cuando comienzan los saqueos, comienzan los disparos», declaró Trump. La misma frase que usó en 1967 Walter Headley frente a las movilizaciones por los derechos civiles y en contra del segregacionismo. La ideología supremacista subyacente, es la misma que entonces.

Headley se desempeñó como jefe de policía de Miami durante 20 años y tenía 62 años en 1967. Complejas y controvertidas, las políticas agresivas de Headley en los barrios negros de la ciudad llevaron a la violencia en la ciudad a fines de la década de 1960. Headley favoreció las tácticas que incluían «escopetas, perros y una política de» ponerse duro», según informaban los medios de la época.

La cita a la que Trump hizo referencia se publicó en una primera plana en el Miami Herald el 17 de diciembre de 1967. Headley dijo: «No hemos tenido problemas serios con el levantamiento civil y el saqueo porque he dejado que la frase se filtre: cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo».

Headley «declaró la guerra» al crimen y dijo que su objetivo principal era «apuntar a jóvenes negros de 15 a 21 años», informó el Herald en 1967.

En agosto de 1968, durante la Convención Nacional Republicana en Miami Beach, el barrio predominantemente negro de Liberty City estalló en violencia. La policía de Miami le disparó fatalmente a dos personas en Liberty City y una persona en Overton. Otras 18 personas resultaron heridas y la policía realizó 222 arrestos, según The Washington Post. La frase de Headley se hacía realidad.

Pobreza endémica en la población negra

La población negra en situación de pobreza dobla en porcentaje a la blanca. Las desigualdades tienen raíces estructurales, no ha habido grandes cambios en medio siglo porque las élites supremacistas. Una vergüenza para cualquier democracia.

Tal y como señala The Washington Post, la familia negra típica en Minneapolis gana menos de la mitad que la familia blanca típica en un año. Y la propiedad de vivienda entre los negros es un tercio de la tasa de las familias blancas. Por ello, muchas familias negras han quedado excluidas de la prosperidad de la que goza la población abrumadoramente blanca de la ciudad.

El ingreso familiar medio negro en Minneapolis fue de 36,000 dólares en 2018, según datos de la Oficina del Censo. Aunque esa cifra se compara favorablemente con las familias negras en muchas otras áreas metropolitanas de los Estados Unidos, está muy lejos de los casi 83,000 que ganaría una familia blanca típica en la ciudad. La diferencia de 47,000 es una de las mayores brechas en Estados Unidos.

En términos porcentuales, el hogar negro típico gana solo un 44 por ciento tanto como el hogar blanco típico. 

Cárcel para negros y latinos

Las poblaciones negra y latina tienen más probabilidades de ser encarceladas en Estados Unidos debido a un sistema que favorece la discrecionalidad del funcionariado público y un sistema penal que exacerba desigualdades socioeconómicas para el acceso a la justicia.

Muchas políticas y leyes aparentemente neutrales a la raza tienen un impacto racial dispar. Las políticas policiales como «ventanas rotas» y detener, preguntar y registrar han impactado desproporcionadamente a los jóvenes de color, como puede comprobarse en este informe.

Las políticas de enjuiciamiento, como las pautas de negociación de culpabilidad que perjudican a los negros y los latinos, agravan estas disparidades, al igual que las leyes de sentencia que dictan castigos más severos por crímenes por los cuales las personas de color son arrestadas desproporcionadamente.

La mayoría de los estados financian inadecuadamente sus programas de defensa para indigentes. La liberación previa al juicio a menudo dinero, lo que puede ser prohibitivo para las personas de bajos ingresos y aumenta la presión sobre ellos para aceptar acuerdos de declaración de culpabilidad menos favorables. 

Muchos sistemas de libertad condicional ofrecen supervisión con poco apoyo. Los programas públicos de tratamiento de drogas también están subfinanciados, lo que limita el tratamiento y las alternativas de sentencia para personas de bajos ingresos.

El sistema de Justicia estadounidense, así como todo el sistema, no está pensado para pobres.

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