Queipo de Llano, Ramón Franco y la sublevación de Cuatro Vientos

Por María Torres

“Estoy profundamente convencido de que fuera de la República no hay salvación posible para nuestra patria».

Por increíble que parezca, la frase anterior fue pronunciada por Queipo de Llano en febrero de 1931 en una entrevista que le hizo Angel Dant. Cinco años después dirigiría el golpe militar en Sevilla y ejecutaría una represión sangrienta. Y es que Queipo antes de fascista fue republicano. En 1928 abrazó el destierro por participar en actividades contra la dictadura de Primo de Rivera y en 1930 ostentaba el cargo de presidente del Comité Militar Republicano y general de brigada en la reserva. Al proclamarse la II República se le concede el mando de la 1ª División Orgánica, rango máximo en el ejército en ese momento. Fue también jefe de la Casa Militar del presidente de la República, Alcalá-Zamora, hasta 1934, año en el que pasa a encargarse de la Inspección General de Carabineros.

El 15 de diciembre de 1930, tres días después de la fallida sublevación de Jaca y pocas horas después de que fueran fusilados los capitanes Galán y García, un grupo de militares tomaron la Base Aérea de Cuatro Vientos en Madrid, e intentaron proclamar la República a través del conocido método del levantamiento militar, en este caso contra el gobierno de Berenguer. Entre ellos estaba el general Queipo de Llano y los comandantes Ramón Franco (hermano del dictador y héroe del «Plus Ultra») e Ignacio Hidalgo de Cisneros, que fue posteriormente Jefe de las Fuerzas Aéreas de la República (FARE).

«En las primeras horas de la mañana de ayer se tuvo noticia por el Gobierno de que se habían sublevado los aviadores de Cuatro Vientos, del que se elevaron tres aparatos, que comenzaron a volar sobre Madrid a muy poca altura, arrojando proclamas. Al paso de los aparatos sediciosos sobre algunos cuarteles fueron tiroteados por la fuerzas adictas al Gobierno, que obligaron a alejarse a los rebeldes», (ABC, 16 de diciembre de 1930)

A la tropa del aeródromo la convencen de que ya se había proclamado la República, y  ordenan a un telegrafista que curse a todos los aeródromos el siguiente despacho:  «Sublevada guarnición de Madrid; proclamada República, toque diana».

Ramón Franco sobrevoló Madrid lanzando octavillas proclamando la República. Dentro de sus planes entraba bombardear el Palacio Real, pero se echó atrás en el último momento y Queipo intentó llegar a los cuarteles de Campamento sin éxito.

Poco duro la sublevación pues no recibieron el apoyo del Ejército y los socialistas no declararon la huelga general, tal y como estaba convenido con los sectores republicanos de la rebelión. En unas horas la revuelta fue reprimida  y al medio día los rebeldes hicieron ver la bandera blanca que anunciaba su rendición, para posteriormente huir con dirección a Lisboa y de allí a París, donde vivieron un breve exilio hasta el 14 de abril de 1931 que regresaron a España.

Con la proclamación de la República, Ramón Franco fue rehabilitado y repuesto en su empleo. El férreo conspirador contra la monarquía de Alfonso XIII, seis años después se unió a los sublevados haciendo prevalecer su lealtad familiar, a cambio de lo cual su hermano le nombró jefe de la base aérea de Baleares.

En cuanto a Queipo de Llano, a su regreso a España siguió conspirando, esta vez contra la República y de todos es conocido lo que hizo a partir de 1936 mató, mató mucho.

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