Pedro Álvarez, nosotros no olvidamos

Su familia no se ha cansado de pedir justicia, sus padres, Juanjo Álvarez y Carmen Peso, han luchado desde entonces para que se conozca y se castigue al asesino de su hijo, luchando contra viento y marea para que no se olvide su caso. 

Por Angelo Nero

Este año se cumplirán 30 del asesinato de Pedro Álvarez Peso, ocurrido un 15 de diciembre de 1992. En la noche de esa fatídica fecha, Pedro, que contaba tan solo veinte años, acompañaba a su novia Yolanda a casa, en L’Hospitalet de Llobregat cuando un Opel Vectra, que circulaba a gran velocidad, estuvo a punto de atropellarla. Con el susto, la joven increpó al conductor, que en vez de disculparse, salió del coche la golpeó y la tiró al suelo, lo que provocó que Pedro saliese en su defensa. Poco pudo hacer, porque el agresor sacó un arma de su vehículo, a pesar de que la mujer que lo acompañaba trató de impedirlo, y disparó tres veces contra Pedro Álvarez, una de ellas en la cabeza, para después darse a la fuga. Nada pudieron hacer por salvarle la vida, y el joven ingresó ya cadáver en el hospital. Las pruebas balísticas concluyeron que la arma utilizada coincidía con las utilizadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado, y tras la investigación se detuvo, dos días después, a un Policía Nacional, José Manuel S.F., como sospechoso. Aunque no tardó en ser puesto en libertad, después de ofrecer una débil coartada, según la cual en el momento del asesinato estaba durmiendo en su domicilio. Yolanda fue expuesta a intensivas rondan de reconocimiento, y se vio incapaz de reconocer al asesino de su novio. El Policía Nacional fue exculpado por falta de pruebas. Y, hasta hoy, el caso sigue en un callejón sin salida.

Pero su familia no se ha cansado de pedir justicia, sus padres, Juanjo Álvarez y Carmen Peso, han luchado desde entonces para que se conozca y se castigue al asesino de su hijo, luchando contra viento y marea para que no se olvide su caso. Acudieron al Ayuntamiento de L’Hospitalet, que se comprometieron a hacer todo lo posible por ayudarles en que se conociese la verdad, pero finalmente no hicieron nada, el Parlament de Cataluña se escudó en la falta de competencias y el Congreso de los Diputados no quiso abrir una comisión de investigación. Su padre es la cabeza visible de la Plataforma Pedro Álvarez, que ha tejido redes con familias de otras víctimas de la violencia policial, y ha prometido seguir hasta el final: “Iremos al Supremo, al Constitucional y a donde haga falta”.

El 6 de febrero de 2020 el juzgado de instrucción nº4 de L’Hospitalet de Llobregat denegó reabrir el caso. La Audiencia de Barcelona, el 5 de octubre de 2020 volvió a archivarlo, con los mismos argumentos que el juzgado. La familia ha elevado un recurso al Tribunal Supremo, esperando una respuesta que, en caso de ser negativa, ya han anunciado que irán al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

Benet Salellas, ex diputado de la CUP, es el abogado de la familia Álvarez Peso, ha puesto el foco en que el sospechoso del asesinato de Pedro Álvarez es un Policía Nacional, ahora jubilado, “sospecho que si fuera otra persona no se hubiera sido tan extremadamente garantista con sus derechos como investigado, que los tribunales no quieran hacer nada de nada tiene un punto de frustrante”.

En 2020 Damià Puig dirigió el documental “Nosotros no olvidamos”, producido por la Associació Col·lectiva Audiovisual per la Transformació Social en colaboración con la Plataforma Pedro Álvarez, y que muestra la lucha llevada a cabo por sus padres, y la ola de solidaridad que se ha levantado, desde distintos colectivos sociales, a lo largo de tres décadas, así como ese entrelazado de redes que, especialmente a través de Juanjo Álvarez, se ha tejido con las familias de víctimas de torturas y muertes en prisión, no suficientemente esclarecidas, con los jóvenes de Altsasu o con los detenidos por su pertenencia a los Comités de Defensa de la República (CDR). La lucha antirrepresiva y contra la impunidad de las fuerzas de seguridad del estado, en la calle o en las prisiones, es el hilo conductor del documental de Damià Puig, que durante 14 meses estuvo haciendo un seguimiento intensivo del caso, en el que llegó a sumar 700 horas de rodaje.

Este es un documento necesario para comprender que estas heridas abiertas no le corresponden sanar solamente a sus familias, y que toda la sociedad debe exigir Verdad, Justicia y Reparación, en todos y cada uno de los casos de tortura, malos tratos o crímenes cometidos por los cuerpos de seguridad del estado, para que la impunidad no siga arrojando dudas en torno a nuestro sistema judicial y policial, y a la calidad democrática del país.

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