Palestina será libre

Por Daniel Seixo

«Traigo en una mano la rama de olivo y en la otra el arma de los que luchan por la libertad, no permitan que deje caer el olivo«.

Yasir Arafat

Imagínese por un momento que durante décadas su hogar es un frente de batalla contra un agresor insaciable, piense en la violencia del día a día, la tensión acumulada en las generaciones que ha visto crecer privadas de libertad y la rabia que aumenta en sus corazones. Imagínese ser considerado un leviatán en su propia tierra, vivir diariamente bajo una ocupación militar que disfruta de verlo humillado, le hace recordar que su vida no vale nada y en no pocas ocasiones se lleva sin motivo, ni consecuencias, la vida de los suyos y la esperanza de todo aquello que lo rodea. Logre imaginar por un instante todo esto y estará relativamente cerca de llegar a comprender la inhumana realidad diaria de los habitantes de Sheij Jarrah, un barrio palestino de Jerusalén Este.

Como oportunamente recordaba esta misma semana el portavoz de la Alta Comisión de DD.HH. de la ONU, Robert Colville, según las leyes internacionales, Sheij Jarrah forma parte de los territorios palestinos ocupados, por lo que las recientes agresiones de los colonos ultraortodoxos contra las familias palestinas del barrio, se enmarcan en el contexto de una extensa campaña de ocupación ilegal, llevada a cabo por el sionismo ante el vergonzoso y cómplice silencio de gran parte de la comunidad internacional, encabezada por las potencias capitalistas y el indudable liderazgo estadounidense en esta prolongada ignominia.

Las provocaciones y las campañas de agresión desenfrenada por parte de los colonos israelís durante el ramadán, mes sagrado para la población musulmana, arrojan desde el pasado viernes, según informes de la Media Luna Roja, más de 600 palestinos heridos de diversa consideración y numerosos detenidos por las fuerzas de ocupación sionistas. Entre acusaciones de corrupción y dificultades para la formación de un gobierno estable, el fanatismo de los nacionalistas religiosos y su punta de lanza encarnada en los colonos israelíes, parece ganar terreno de cara a la definitiva consolidación de una teocracia apenas camuflada en la que el apartheid y la violencia contra el pueblo palestino se justifica ante la comunidad internacional a crédito de la sinrazón nazi contra la Estrella de David y la necesidad estadounidense de la supervivencia de un títere cada vez más rebelde y autónomo en la región.

Las 38 familias que todavía sobreviven en el barrio de Sheij Jarrah, forman parte de la memoria de los 750.000 refugiados desplazados durante la Nakba de 1948. Suponen parte vital de la resistencia de la población palestina frente al avance de los colonos judíos en el estratégico distrito próximo a la Ciudad Vieja de Jerusalén. Tras el reconocimiento del expresidente estadounidense Donald Trump de Jerusalén como capital de Israel y la decisión de Joe Biden de mantener dicho reconocimiento y la presencia de la embajada estadounidense en la ciudad, la potencia ocupante israelí, ha usado una legislación hecha a medida para conseguir desalojar a residentes palestinos y de este modo lograr sustituir a la población local por colonos israelís. Pese a la clara violación del Cuarto Convenio de Ginebra y a que esta actuación puede llegar a constituir un nuevo crimen de guerra del régimen sionista, el silencio o la equidistancia de los medios internacionales y los diferentes gobiernos, parece de nuevo dejar sin respuesta a la desesperada población palestina.

Imagine usted por un momento que la expulsan de su casa, bombardean su nación, asesinan a sus jóvenes, roban sus tierras y aplican contra su pueblo una política de apartheid que en medio de una pandemia mundial le priva de acceso a vacunas, atención sanitaria, alimentos, energía o agua potable. Imagine por un momento medio siglo de lucha de resistencia, sus manos desnudas esgrimiendo piedras al cielo frente a la munición de un ejército profesional y los carros blindados que derriban los hogares de su barrio. Logre ponerse en esa situación si es que su imaginación es tan prolífera y ni tan siquiera así podrá acercarse ni remotamente al abandono y el dolor en el que el pueblo palestino se ha acostumbrado a vivir y a luchar. Porque pese a todo, Palestina será libre.

1 Comment

  1. Israel está practicando genocidio con total impunidad ante un mundo que se tapa los ojos frente a una masacre a gran escala. Israel tiene derecho a vivir, acaso Palestina no tiene el mismo derecho? Israel esta para quedarse en esas tierras, pero acaso Palestina no tiene el mismo derecho? Esta última escala de violencia ha venido del hartazgo de Palestina por la represión y Hamas es un intento desesperado por parte de Palestina de agarrarse con uñas y dientes a una tierra que les están arrebatando violentamente. La paz para Israel significa que Palestina se someta y se vaya, por qué no se va el pueblo israelí? Antes de los asentamientos ilegales en esas tierras convivian personas de diferentes religiones y culturas incluso algunos judios en Israel están contra esta masacre que las fuerzas y el ejercito israeli lleva practicando impunemente contra el pueblo palestino. Y aun tienen la audacia de llamarlos terroristas? No se puede ser neutral contra la limpieza étnica que un pueblo lleva ejerciendo sobre el otro, y Palestina no saldrá de esas tierras porque no tienen donde ir, y ya estaban allí. Dejemos de lado a Dios y «pueblo elegido», porque si a esas vamos, pueblo elegido también podría ser Palestina que lleva decadas sufriendo, y desde luego su Dios no es el mío, el Dios bueno tiene misericordia de todos. Esta masacre se tiene que terminar.

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