“La historia de Amalia y el río es muy reciente, frente a la mujer humillada y pisoteada que se rebela, está el hombre y el poder que la machaca”

Entrevistamos a Magda García-Arenal, actriz, productora teatral y gestora cultural, que da vida a una estraperlista en la Extremadura de la postguerra, en la obra «Amalia y el río».

Por Angelo Nero

Amalia y el río” la última producción de Teatro Guirigai, que hace algo más de quince años abandonó Madrid para instalarse en en Los Santos de Maimona, al sur de la provincia de Badajoz, es un ejercicio de memoria de esos que apelan a tus propios recuerdos, ¿quién no tuvo en su familia una de esas mujeres que tuvo que plantarle cara a la dictadura como hace Amalia?, pero también que te generan muchas preguntas en torno a las fronteras, las físicas y aquellas que no salen en los mapas, en torno a las luchas invisibilizadas, como los de las mujeres que tuvieron que sacar un país entero adelante, familia a familia, que había sido devastado por la guerra y por la represión. A través de las voces de Antonia, La Lirina, de Amalia, de Magda, tres corazones en la misma piel, hablan todas aquellas mujeres que le pusieron color a un país en blanco y negro.

Hablamos con Magda García-Arenal, una actriz, productora y gestora cultural, con una dilatada carrera a sus espaldas, que se echa también a sus espaldas los fardos con los que nos invita a seguirla hacia ese río en el que la protagonista dibuja la geografía emocional de toda una generación.

¿Quién era Antonia, La Lirina, la mujer en la que Agustín Iglesia se inspiró para escribir la obra “Amalia y el río”?

Conocimos el testimonio de Antonia La Lirina, estraperlista del pueblo pacense de Olivenza, gracias a la tesis doctoral del profesor de antropología Eduardo Medina, de la universidad de Badajoz. Lo excepcional de esta mujer es la libertad y coraje con la que la que dejó registrada su historia, sus aventuras cruzando el Guadiana, sus encuentros con guardiñas y los horrores que las mujeres pasaban en una España de hambre y espantosamente machista. Es excepcional su dignidad con la que reivindicaba el derecho a ganarse la vida en igual de condiciones que los hombres. Su testimonio está lleno de verdad, de socarronería, de orgullo y de descaro. Era valiente e inteligente. Se queda viuda, emigra con sus ocho hijos a Barcelona en los años sesenta, trabaja como una bestia para sacarlos adelante, mantiene unida a la familia y además mantiene un nexo, que todavía sigue, con su pueblo. Un testimonio que en la primera lectura ya vislumbramos al personaje épico y trágico que Agustín supo trasformar en personaje teatral.

Tengo entendido que alguna de las hijas de La Lirina vieron la obra, y que hablaron contigo después. ¿Qué te transmitieron, después de verte en la piel de su madre?

He vuelto a ver a mi madre, me dijo una de ellas. Fue emocionante. Nos fundimos en un largo abrazo. Tenía un poco de miedo de que no conocieran algunas de las cosas, muy crudas, que sucedían en el escenario porque así las contaba su madre; pero las conocían todas. Antonia nunca ocultó nada de su vida, lo contaba, a su manera, pero lo contaba. También vino parte de su familia cuando pusimos el espectáculo en Zaragoza. Me impresionó que sus nietas conocieran tan bien la historia de su abuela. Estaban orgullosas.

Una íbamo a Portuga y otra no… Pasábamos por el Guadiana, lo atravesábamo andando, lo crucé mucha vece, mucha, andando,… igual que lo mochilero, que lo hombre, igual…

Después de cuarenta años sobre los escenarios, con una amplia carrera artística a tus espaldas, ¿supone un nuevo reto meterse en el personaje de una contrabandista de Olivenza en los años grises de la posguerra?

Ha sido la primera vez que he interpretado a un personaje real y, sí, fue un gran reto. No solo por interpretar a una contrabandista, también porque supone dar visibilidad a una de las muchísimas historias de mujeres ocultadas en la historia reciente de nuestro país.

Aparte de la presencia intermitente del camaleónico Cándido Gómez, la obra es un largo monólogo al que te enfrentas de una forma admirable. ¿como logras memorizar un texto tan extenso, interiorizarlo y desarrollarlo con esa solvencia en escena?

Ha sido el texto que más me ha constado memorizar de mi carrera. Ha sido un procesos largo y fascinante, un trabajo de creación entre director y actriz como nunca había vivido, de creación, pero también muy técnico. Una vez memorizado el texto, la clave fue encontrar la respiración del personaje, el ritmo interno y los silencios, entonces surge la encarnación, ese momento en el que la actriz ya no es consciente de como el personaje se mueve, ríe o habla, simplemente el personaje se apodera de la actriz y transita por la historia, por el escenario. El texto va unido a las acciones, a las imágenes. La complejidad sobre todo es que lo que se dice sucede en el momento, la memoria se traduce en carne, no es una narración sino una vivencia que transita entre el presente y el pasado. Entre la Amalia actual y la Amalia de los años cuarenta, cincuenta.

Amalia es una mujer valiente y decidida, dispuesta a sortear cualquier peligro para sacar adelante a su familia, cómo tantas mujeres que, en aquella época, tuvieron que dedicarse al estraperlo para sobrevivir, ¿te sientes en parte identificada con el personaje que interpretas? ¿Cuánto hay de Amalia en Magda, y cuanto de Magda en Amalia?

Escuché muchos testimonios, de hombres y mujeres, recogidos por la Asociación de la Memoria Histórica de Extremadura y ni en broma creo tener el valor y fortaleza de esas Amalias, de esos hombres. A veces para construir un personaje se recurre a la memoria sensorial, a las vivencias propias… etc, en este caso, y por suerte, yo no he vivido ni conocido a nadie que haya sufrido lo que vivió Amalia, en este caso he construido el personaje apoyándome en el texto, así que creo que Magda no tenía nada de Amalia, pero Amalia esta construida con mi cuerpo, con mi energía y fortaleza y en eso me atrevería a decir que Amalia tiene mucho de mí. Ahora después de casi un año de gira voy aprendiendo algunas cosas de Amalia.

…Mi madre no fue estraperlista, bueno, también fue estraperlista, pero meno; fue a Portuga, a Badajo, a mucho sitio; andaba a Badajo con una cesta de huevo y conejo pa vender, luego se iba a Portuga a traer café, azúcar, pan, lo que podía.

El río, la raya húmeda, la frontera, es la otra gran protagonista de la obra. A veces cómplice, esperanza, a veces enemiga, amenaza, ¿se podría decir que este río tiene también voz de mujer?

No, para mi el río es el enemigo, es el hombre que aprisiona, que humilla, que te hace tener frio y que mata. El río es el problema que coarta de libertad.

En la lucha por la recuperación de nuestra Memoria colectiva, siempre han estado relegadas las mujeres, aunque ellas fueron las que más sufrieron en sus carnes los rigores del régimen franquista. ¿La Memoria de las Mujeres sigue siendo una asignatura pendiente en España?

Es una asignatura pendiente que vamos superando. Pero no siempre gusta escuchar estas historias. Hemos llevado Amalia y el río a algunos pueblos extremeños de La Raya y para nuestra sorpresa algunas caras del público no eran de estar muy a gusto. En el público a veces nos hemos encontrado con las miradas de los nietos, nietas, de los hijos de esos guardias civiles, de esos pescadores chivatos o de los “señoritos”, entonces eres consciente de que la historia es muy reciente, de que frente a la mujer humillada y pisoteada que se rebela, está el hombre y el poder que la machaca y que esto sigue ocurriendo.

¿Cuál es el recorrido que ha tenido “Amalia y el rio”? ¿Crees que se puede entender igualmente en Galicia como en Extremadura?

Además de en Vigo, la hemos presentado en Madrid, Valencia, Zaragoza, Sevilla, ciudades y pueblos extremeños y varios teatros de Portugal. Ya lo dice Amalia al final de la función “estraperlo y hambre hubo en todas partes”. Es muy frecuente que después de la función se nos acerquen espectadores contando anécdotas sobre el estraperlo de familiares o vecinos, tanto aquí como en Portugal.

La escenografía creada con maletas y fardos, delante de un lienzo poblado de arrugas, nos lleva a un tendal imaginario donde Amalia airea sus recuerdos, ¿quién es el responsable de crear este espacio onírico, fundamental para que el espectador imagine el mundo de la protagonista?

Me gusta mucho eso que dices de las arrugas y el tendal donde al final quedan recogidos los recuerdos y ella pueda salir liberada del escenario. Te lo voy a robar.

El artista es un gallego de Santiago de Compostela, Marcelino de Santiago, el director de Monicreques de Kukas, . El director, Agustín Iglesias, concibió un espacio onírico donde presente y pasado, metáfora y realidad se fundieran y Kukas que es un artista de enorme sensibilidad, colaborador habitual de Guirigai, efectivamente ha hecho un trabajo delicadísimo y muy eficaz.

40 años de Teatro Guirigai, me imagino que no es fácil hacer un balance de todos estos años, pero ¿Qué te llevas de estas cuatro décadas subida al carro de la farsa? ¿Cuáles han sido las obras de las que te sientes más satisfecha?

En estas semanas estamos terminando de digitalizar el archivo de la compañía, parte ya se encuentra en el Centro de Documentación del INAEM y subido a una plataforma digital. Hemos creado espectáculos que ya son historia del teatro español. Un bagaje importante, muy enriquecedor, ha habido años duros y otros espléndidos, se nos han ido compañeros, hemos tenido hijos e hijas… Sin duda alguna me quedo con la experiencia creativa compartida con mis compañeras y compañeros de escenario, con mi compañero el director Agustín Iglesias y con tantos colaboradores que han pasado por Guirigai.

Y sin lugar a dudas de las obras que me siento más satisfechas son “Libro de Buen Amor”, estrenada en 2019 y aún en gira, porque el verso es mi gran pasión y además comparto escenario con un equipo brillante y muy divertido y por supuesto de Amalia y el río que me está dando muchas alegrías.

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