por Joaquín Isaac @J1Isaac
Buscamos incesantemente a los culpables de infinitas tragedias y horrores que se repiten en la historia reciente de la humanidad, las causas de tanto dolor y muertes innecesarias, compramos soluciones milagrosas que nos venden mercaderes sin escrúpulos a cambio de apoyarlos en sus
insensatas cruzadas, creyendo de buena fe en sus propuestas grandilocuentes y estupendamente maquilladas y peinadas para acabar decepcionados, aburridos y cansados al comprobar que solo nos venden humo.
Si hubiera una intención sana, un interés verdadero, no mirarían para otro lado e irían directamente al grano. Todos saben que hay un país llamado Paraíso, un estado sin fronteras físicas ni tierra propia que se encuentra extendido y diseminado a lo largo y ancho de este mundo. No, su identidad fiscal no existe y su capital se denomina Blanqueo, su ideología es el fundamentalismo económico y su único mandatario es el Emperador Dinero. Si este estado saliera de la sombra, ocuparía un sillón en el exclusivo G8 y no precisamente en el último lugar de tan poderoso club, sino en uno de los primeros.
Este es el único componente del eje del mal, un país llamado Paraíso.
“Salir del círculo mortal” para ver “quién mueve los hilos” gracias al “Fundamentalismo económico” de “Un país llamado paraíso”. Estas son las cuatro partes de un retrato del desequilibrio que acabará colapsando el sistema mundial.
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