Entrevistamos a Lucila Aragó, ex militante del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).
Por Angelo Nero | 5/07/2024
Cuando eras una estudiante de Económicas, a tus veinte años, te detienen por tu militancia en el FRAP, un 22 de septiembre de 1975, ¿cómo era el ambiente estudiantil en el que te movías y que te llevó a asumir el riesgo de enfrentar al régimen en una organización de oposición clandestina? ¿en que consistía esa militancia, y en que condiciones se produjo tu detención?
Yo empecé mi militancia a partir de estar en los Comités de Curso. Entré en la universidad en el curso 72-73, y ya tenía algunos contactos, algunos amigos un poco inquietos. El 4 de diciembre de 1972, mataron a un estudiante en Santiago de Compostela, Chema Fuentes, yo estudiaba Económicas entonces, y entraron unos compañeros en el aula dónde dábamos clase y nos dieron la noticia, y son estas cosas que te impactan, salimos todos al claustro, allí quemamos algunas cosas, y de ahí salimos a la calle. Yo, que, por primera vez, salí con mis compañeros en una manifestación en la que gritábamos ¡Franco asesino! ¡Abajo la dictadura!, con ese sentimiento de decir “podría haber sido yo ese estudiante asesinado por la policía”.
Fue la gota que desbordó el vaso, el momento de cambiar el rumbo y ponerme a caminar con el resto de compañeros y compañeras, que salimos juntos en manifestación, ese fue el click, la gota que desbordó un vaso que estaba lleno de reflexión, de conversaciones con los amigos, que vivíamos en un mundo donde sentíamos la represión directa, la represión sexual, en la familia, la represión en la iglesia, y todo esto te hacía pensar que era necesario cambiar ese entorno inmediato, y además viendo los modelos en Europa y en otros lugares, yo pensaba en unirme a esas personas que tuviéramos una visión un poco distinta, para intentar cambiar las cosas.
Empiezo a organizar los Comités de Curso, y tomo contacto con algunas organizaciones políticas, en un ambiente, en los años del 72 al 74, en los que hay una gran movilización estudiantil. Creo que fue en septiembre del 73, en la Universidad de Valencia expedientan a más de 300 estudiantes, y a algunos profesores, los expulsan de la universidad, simplemente porque la policía pasa a las autoridades académicas un listado que tiene fichada, y en este ambiente que se vive en la universidad, también hay movilizaciones bastante violentas, con enfrentamientos continuos con la policía. Realmente en estas manifestaciones los Comités de Curso organizábamos autodefensas por si había algún salto y venía la policía, intentando defender la manifestación y evitando que hubiera detenciones.
Había un ambiente de mucha movilización, y con un nivel de violencia en las manifestaciones bastante alto, y en este contexto vas conociendo distintos modelos organizativos, y conocía casualmente al FRAP, por unas compañeras que habían contactado, y me pareció que ofrecían una propuesta política que correspondía a esa crispación, a esa necesidad de autodefensa, a esa necesidad de luchar contra la dictadura, de una manera radical, y me enrolé con ellos, y a partir de ese momento, dentro de la organización, realicé distintas actividades. En el momento en que me detuvieron, en septiembre del 75, formaba parte del aparato de propaganda del FRAP, que era un frente con distintas organizaciones, dirigido por el PCE (m-l), haciendo actividad en distintos ámbitos, en el estudiantil, el obrero, en los barrios, y había un aparato central de propaganda en el País Valenciano, en el que estaba encuadrada.
Solo cinco días después de tu detención, se produjeron las ejecuciones de tus compañeros del FRAP, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena, y de los militantes de ETA, Jon Paredes “Txiki” y Ángel Otaegi, ¿cómo recuerdas el juicio y el posterior asesinato de tus compañeros?
Fue un momento terrible, por que, yo viví ese momento desde el aparato de propaganda, y cuando se realizaron los consejos de guerra, y se dictaron las penas de muerte, se acompañaba esa situación con muchas detenciones en nuestro entorno, empezó a haber una secuencia de caídas y de detenciones muy intensa, y desde el aparato de propaganda veíamos como, incluso a través de la prensa, como se producían las caídas, sabíamos que se habían dictado las penas de muerte, y teníamos una sensación tremenda de impotencia, y un acoso policial grande, de manera que los días anteriores a que nos detuvieran ya nos habíamos quedado descolgados del resto de la organización, por las detenciones que comentaba antes, y era tal la desazón que sentíamos por que se iban a realizar los fusilamientos, que llegamos a hacer carteles a mano, y además como teníamos las multicopistas las repartimos nosotros mismos, que era algo que incumplía todas las normas de seguridad. Nosotros mismos hacíamos la propaganda y la distribuíamos por las calles para tratar de gritar contra la pena de muerte.
Y el 22, cinco días antes de los fusilamientos, nos detuvieron. Yo tuve conciencia de que habían fusilado a nuestros compañeros porque estando en los calabozos de la Dirección General de Seguridad, una noche unos policías golpearon la puerta de mi celda durante mucho tiempo, gritando que se los habían cargado, que los siguientes eramos nosotros, insultándonos, en una especie de aquelarre, y ese fue el modo en el que me enteré que los habían asesinado.
Con nosotros detuvieron aproximadamente a un centenar de personas en Valencia, muchos directamente militantes del FRAP y de otras organizaciones, pero también otra gente que luego supimos que habían hecho algún tipo de acciones contra las penas de muerte. En concreto, yo en la cárcel llegué a estar con unas compañeras que eran del Movimiento Comunista, que habían distribuido octavillas contra las penas de muerte, y luego, más tarde, conocía a gente del PCE, pocos, pero alguno que hizo algo, aunque el Partido Comunista lo que hizo fue desentenderse de estas penas de muerte que se iban a ejecutar. Sin embargo, si que hubo algunos militantes que también fueron detenidos y lo pagaron con la tortura por o que hicieron realizando pintadas o haciendo lo que estuvo al alcance de su mano, para protestar por estos asesinatos brutales.
Cuando te detienen te aplican la ley antiterrorista, y durante varios días eres interrogada y torturada por la Brigada Político Social, ¿cómo se enfrenta una estudiante de veinte años, aún con fuertes convicciones políticas, a una experiencia tan traumática como la tortura?
Se enfrenta muy mal, todavía se enfrenta mal después de que ha pasado tanto tiempo. Yo todavía recuerdo el miedo, la incertidumbre, la absoluta indefensión que sentí desde el primer momento, cuando me apresó la policía. Me detuvieron justo cuando intentaba entrar en el piso donde teníamos el aparato de propaganda, en un momento se abalanzaron sobre mi varios policías, y desde ese instante sentí una sensación de absoluta indefensión, de terror, al saber que estaba en sus manos.
Estaba claro que éramos enemigos, y así me trataron, como una enemiga, daba igual que fuera una chica joven o no, fue terrible la actuación de los policías, tenía más que ver con el hecho de tratar de destrozarte sicológica y físicamente, que de obtener más información que la que tenían. En nuestro caso, habían desarticulado prácticamente toda la organización, nosotros fuimos el último eslabón, después de nosotros no detuvieron a nadie más. Realmente poca más información podían obtener, pero les dio lo mismo, nos trataron salvajemente. A mi me detuvieron con dos compañeros más, los tres formábamos parte de esta célula de propaganda, y nos maltrataron con saña desde el minuto uno.
Se había aprobado, el 26 de agosto, un decreto ley antiterrorista, que tenía el mismo patrón que todos los estados de excepción que se habían ido dictando a lo largo de toda la dictadura, situaciones en las que se eliminaban los pocos derechos que pudieran tener los detenidos, se extendía la jurisdicción militar para todos aquellos que la policía quisiera, y se extendía el tiempo de permanencia en las dependencias policiales, antes de entrar al juzgado, hasta 8 o 10 días, que era lo que establecía el decreto, y más cosas, que no tienen desperdicio, que además estaba en vigor por lo menos hasta que se publicó la ley de Seguridad Ciudadana posterior, dos o tres años después, y al amparo de ese decreto la policía tenía carta blanca para poder actuar como quisiera. Nadie les iba a pedir cuentas de nada, de hecho, el decreto ley, lo he leído no hace mucho, establecía que si se ampliaba el tiempo de detención más de cinco días se debía a la autorización judicial, y eso en ningún caso se realizó. De ahí pasamos a la prisión, y, posteriormente, al cabo de dos o tres semanas, el juez militar se inhibió, y pasó nuestra causa al Tribunal de Orden Público.
Tras tu paso por la Jefatura Superior de Policía, te envían a la Prisión Provincial de Valencia. Muchos militantes antifranquistas que fueron detenidos en aquella época nos dijeron que el paso a la cárcel era, en cierta medida, un alivio, porque se acababa la tortura, y se podían reunir con su gente. ¿En tu caso, también sentiste que al entrar en la cárcel, una parte del infierno quedaba detrás? ¿qué te encontraste al entrar en prisión?
Nada más salir de las dependencias de la Brigada Político Social, sentí un cierto respiro, que luego fue interrumpido al llegar a los juzgados militares, a mí me impresionó mucho entrar en un espacio militar, lleno de personas armadas, imponía mucho, me parecía que estaba sujeta a una situación de alto riesgo, de la que no sabía como podía llegar a salir. Y llegar a la cárcel si suponía un alivio, aunque hubo que pasar un periodo de aislamiento, producto de este propio decreto que los ampliaba, eran realmente muchos días de aislamiento, y de no saber, pero una vez que salí de esa situación, me encontré con el resto de las compañeras, y fue un alivio.
A pesar del espacio, porque la cárcel provincial era muy pequeña, ahora es un colegio, y los patios también eran muy pequeños, y estaban rodeados por muros muy altos, con garitas de la guardia civil, que cuando salías al patio veías siempre al guardia con el fusil, rodeados de rejas, el espacio en si no te da mucha seguridad, pero algo más que estar en comisaría si. La seguridad te la daban las compañeras, y poder disponer de cierto espacio de libertad, nos reuníamos, hacíamos actividades, tratábamos de pasar el tiempo lo mejor posible. Aunque yo estuve poco tiempo, salí en diciembre de ese año, y el tiempo que transcurrió allí fue un tiempo de solidaridad, de compañerismo, de ayuda mutua, y en ese sentido fue una experiencia positiva, dentro de la situación en la que estaba. También había buena relación con las presas comunes, con las que también compartíamos muchos espacios.
Los dos primeros puntos programáticos del FRAP decían, “Derrocar la dictadura fascista y expulsar al imperialismo yanqui de España mediante la lucha revolucionaria. Y el establecimiento de una República Popular y Federativa que garantice las libertades democráticas y los derechos para las minorías nacionales.” ¿Era primordial la lucha contra la dictadura o tener claro el modelo de sociedad que se quería construir, una vez que esta desapareciera?
En relación a lo que comentas de los puntos programáticos, yo creo que eran bastante claves. El primero entroncaba con todas las movilizaciones internacionales que se venían realizando contra la guerra del Vietnam, con los movimientos de liberación africanistas, con el rechazo al papel legitimador que los EEUU habían tenido respecto a la dictadura de Franco. Ente apartado, desde el punto de vista programático, era muy importante, y entroncaba con un sector de la oposición antifranquista. Recuerdo que entonces había muchas pintadas anti-yankis, y había un sentimiento en este sentido muy potente.
El otro punto, el rechazo a la vuelta a la monarquía, era también importante, el señalar que ya había un propósito claro de continuidad del franquismo, el hecho de restaurar la monarquía, saltándose todo lo que había representado la república en cuanto a conquistas de libertades y derechos, una declaración clarísima de principios, una propuesta continuista. Creo que la mayoría de las movilizaciones de ese tiempo se caracterizaban por ser movilizaciones contra la dictadura. En muchos ámbitos, y con muchas reivindicaciones concretas, más que a la alternativa de futuro que podíamos tener las distintas izquierdas que nos movilizamos contra el régimen de Franco, nos unía eso. Que estuviera salpicado de reivindicaciones concretas, obreras, estudiantiles, en los años 72-74, en pleno auge del asociacionismo, que iba surgiendo y haciendo reivindicaciones en torno a las necesidades elementales que iban surgiendo, sin pensar en cubrir ninguna de las necesidades básicas, escuelas, centros de salud, y fue surgiendo un movimiento vecinal, obrero, que si que en cada sector teníamos las reivindicaciones especificas, pero luego, lo que nos unía, más allá de las diferencias de planteamientos o estrategias que pudiéramos tener cada organización, nos unía el antifranquismo, era común ¡Franco asesino! ¡Abajo la dictadura!. Teníamos, además, experiencias muy próximas, como la Revolución de los claveles, en Portugal, y pensábamos que era posible, que podíamos vivir el final de la dictadura, que podíamos acabar con ella, y si que nos unía en la lucha contra la dictadura, tener un modelo de futuro, el hecho de tener una alternativa de futuro te permitía tener elementos sobre los que sostener tu militancia política. Quizá ahora, el problema que puedo ver es que no se ve ese modelo alternativo a este capitalismo depredador.
La Transición fue una operación exitosa para los que querían pasar “de ley a ley”, sin depurar ni a un solo policía, juez o funcionario que hubiera estado al servicio de la dictadura, ¿sería imposible esa Transición “modélica”, sin el concurso de los partidos de izquierda como el PCE y el PSOE, y los sindicatos emergentes, que luego serían mayoritarios? ¿cuál era la postura de la izquierda rupturista en la que militabas?
Sin el concurso de esta izquierda que apostó por el continuismo, hubiera sido más difícil que se produjera la Transición, tal como se produjo, y además algunas propuestas como las del PCE ya venían de lejos, ellos desde principios de los Sesenta ya estaban planteando el Pacto por la Libertad, y eso incluía buscar una salida a la dictadura, contando con sectores de la propia oligarquía, de la iglesia, del ejército.
Luego toda esa propuesta se fue plasmando en la Platajunta, estas propuestas que se fueron desarrollando a finales del 74, pero sobre todo en el 75, planteaban ya un modelo político en el cual se empezó a rebajar, a eliminar obstáculos, y una vez muerto Franco, en los primeros momentos de la Transición, se puede observar como hay un movimiento obrero muy potente, todo el movimiento asambleario que empieza a despuntar, ya desde el inicio del 76 aquí en el sector del calzado en Elda, donde se produjo el primer asesinato por parte de la Policía Armada de un manifestante, Teófilo del Valle, y esto sucedió unas semanas antes de la masacre de Vitoria, del 3 de marzo de 1976, en el que también se pone de manifiesto que hay un movimiento obrero asambleario, con mucha potencia, que hay que pararlo, y se para con balas, pero también con el auge, promocionado, de los sindicatos que tienen claro cuales son sus límites, sindicatos que están promovidos por estos partidos de la Transición, en los que se plantean que el objetivo fundamental es preservar ellos su cuota de permanencia en el nuevo proyecto político, renunciando a lo que sea, y empiezan las renuncias, a la bandera republicana, al leninismo, a tantas cosas y también la renuncia al pasado, y a al necesario enjuiciamiento de la dictadura y todo lo que había representado desde sus inicios.
Tuvimos una dictadura demasiado larga, fueron cuarenta años, y si lo comparas con otras dictaduras de América Latina, más cortas, en la nuestra hubo tiempo para que el propio relato del franquismo se asentara fuertemente, con ese apoyo y la legitimación de los Estados Unidos, de la iglesia católica, les dio tiempo para asentar bien el discurso político por parte del propio franquismo y de estas fuerzas que apostaron por el continuismo, buscando preservar su presencia en esa alternancia, y que fueron responsables de que la Transición se produjera como se produjo. A veces, algunos dicen que no había fuerzas suficientes para plantear las cosas de otra manera distinta, yo creo que no había fuerzas, y no había voluntad política por parte de las fuerzas mayoritarias. Su voluntad política era que ellos estuvieran presentes en ese proceso. Esa fue la clave, y todo lo demás que hubiera que eliminar ellos estuvieron presto a eliminarlo.
Además es la misma escusa que nos dan ahora desde la izquierda mayoritaria, de que ahora el debate de la República no toca, o no toca cuestionar la jefatura del estado, o el modelo económico o territorial.
Nosotros planteábamos que era necesario una ruptura con el régimen dictatorial, que hubiese un enjuiciamiento de las responsabilidades políticas, que hubiera una vuelta a República, buscando las formas en las que se pudiera realizar. Algunas fuerzas lo planteamos, pero éramos minoritarias, y no tuvimos posibilidad de llevar a cabo nuestros propósitos. En el caso de la fuerza en la que yo militaba, en el 75, la inmensa mayoría de la organización estaba en la cárcel, y salió de la cárcel en el 76, y muchos y muchas no teníamos claro que iba a pasar, estuvimos un tiempo en la clandestinidad, con muchas precauciones, porque no sabíamos si nos iban a volver a detener, si había condiciones para actuar de una forma más pública, y nuestra organización, concretamente, estaba muy tocada, por los golpes represivos del 75, y costó mucho recomponerse, y se hizo no demasiado bien, porque no había capacidad para hacerlo, y otras organizaciones tampoco tuvieron oportunidad de tener una cierta hegemonía en ese proceso.
Precisamente los casos represivos contra el movimiento obrero, en el 76, tan sangrienta, durante la Transición, en la que la policía y las organizaciones fascistas, en su mayoría amparadas por la propia policía, actúan contra la propia oposición, de una forma brutal, tenía el objeto de que todo el que no pasara por el modelo mayoritario iba a sufrir las consecuencias, y algunos de los estudios sobre como se produjo la transición ponen de manifiesto esto, esa Transición Sangrienta, esa lucha por parte del poder por no permitir otros modelos alternativos, que contó con la complicidad de los partidos mayoritarios de la izquierda reformista, para impedir que cualquier alternativa distinta a la suya pudiera prosperar. Lees el listado de las personas asesinadas por la policía y por las organizaciones fascistas, y es tremendo la cantidad que hubo en los años del 75 al 77.
Yo siempre digo que hay tres clases de víctimas en el estado español, la primera las víctimas de ETA, que tienen todo el reconocimiento, la justicia y la reparación, y luego están los asesinados durante la represión franquista, que no tienen nada de esto, y después hay una tercera categoría, las víctimas de la Transición, que siempre digo que son las víctimas que están bajo la alfombra de la democracia.
Totalmente de acuerdo contigo, y responde esa represión tan selectiva a esa necesidad de imponer el modelo, y no dudan en hacerlo, cueste lo que cueste. Y luego hemos visto que no les preocupa, disfrazarse de GAL, ni de lo que fuera menester, con tal de garantizar sus propósitos. Claro, esto pasa en un país donde veníamos de una dictadura, donde no se ha investigado nada, donde la policía que había sido torturadora es ascendida de categoría, donde las estructuras de la dictadura permanecen intactas, con lo que permiten que se puedan realizar esas actuaciones policiales, asesinatos como Atocha, con total impunidad. Se puede comprender que se realizaran porque los aparatos de la dictadura, policiales, políticos, están prácticamente iguales.
No solo se institucionalizó un modelo de impunidad, sino que muchos policías, que fueron represores y torturadores en la dictadura, y lo siguieron siendo en la Transición, fueron premiados en la democracia, como Billy el Niño, Ballesteros o Villarejo, ¿sigue siendo necesario, para tener toda la Verdad, no solo hablar de las víctimas, sino señalar a los victimarios, y a como estos fueron amparados y promocionados por el régimen del 78?
Eso es imprescindible, yo presenté ante los juzgados valencianos una denuncia, que ha sido inadmitida, y hemos ido al Tribunal Constitucional, donde denunciaba a Manuel Ballesteros y a Benjamín Solsona, policías que había podido reconocer en los interrogatorios. Benjamín Solsona era nuestro “Billy el niño” valenciano, y ambos, Ballesteros y Solsona, fueron ascendidos en el escalafón policial poco después de la muerte de Franco. Ballesteros fue nombrado Jefe de la Lucha Antiterrorista en el País Vasco, y Solsona Jefe de la Policía en Baleares. Estos y todos los demás que has nombrado, y tantos otros que no conocemos, que fue reconocida su labor, y permitió asegurar esa impunidad de la que antes hablábamos, que caracterizó la Transición, y que sigue caracterizando la vida de nuestro país.
Creo que ese modo de actuar es la antítesis de lo que establece el derecho internacional que deben hacer los estados que inician un proceso de transición entre dictadura y democracia, plantea el tema de la justicia transicional que debería garantizar la verdad, -que se investigara, que se conociera todo lo ocurrido en ese periodo anterior-, la justicia -que se investigara y se juzgara a los responsables de todos los crímenes -, que se reparara a todas las víctimas, y que hubiera garantías de no repetición. Esto se establece como una doctrina ya desde los juicios de Núremberg, y son herramientas con las que el estado de derecho intenta proteger los derechos humanos de las víctimas como garantía de que la democracia que se está construyendo tenga unas bases sólidas, y eso es la antítesis de lo que pasó en este país. Aquí no se tuvo en cuenta esa necesidad de justicia transicional, y se cambiaron algunas cosas, pero el relato franquista atravesó toda la transición, sin apenas ser modificado, se asegurará que el silencio impuesto sobre la represión del franquismo siguiera, a costa de que las víctimas siguieran con la misma condición, sin derecho ni a saber donde estaban los restos de los suyos, y eso se mantiene en todo nuestro proceso de la Transición.
Y ¿esto que provoca? Pues situaciones como las de la Comunidad Valenciana, donde está en proceso una Ley de Concordia, donde el relato se hace ley, en una situación que parece una locura, pero es real, está sucediendo. Y si, es necesario señalar a las víctimas, reconocerlas, como garantía de que el estado es capaz de sostener sus derechos, pero también como garantía de que no vuelva a ocurrir, aunque señalar a los victimarios no es suficiente, fíjate en Argentina donde hay militares condenados por los crímenes cometidos en la dictadura de Videla, y sin embargo hay un gobierno neo fascista.
Aún así es imprescindible condenarlos, y en este país se renunció desde el minuto cero de la transición se renunció a ello, se garantizó no solo la impunidad de los policías, los jueces pasaron de ser los jefes del TOP al ser los jefes de Tribunal Supremo, las empresas que se habían enriquecido con el trabajo esclavo del franquismo continúan sin reconocer absolutamente nada, la iglesia católica que fue cómplice del secuestro de miles de niñas en el Patronato de Protección de la Mujer, seguirá sin pedir perdón, y esta realidad tan brutal se manifiesta ahora, con la impunidad de la iglesia, de los fascistas, de la extrema derecha que ahora se atreve a sacar estas leyes adelante, y todo ello se debe a que en este país no fuimos respetuosos con el derecho internacional, con el derecho de las víctimas, para tener un futuro más digno y basado en principios democráticos.
Pero nosotros seguimos luchando por la Verdad, por la Justicia y por la Reparación, y por poner de manifiesto quienes fueron los responsables. Yo le puse una querella a nuestros torturadores, a través del colectivo valenciano, que formamos parte de CEAQUA. En estos días acompañamos a cuatro de los familiares de una fosa común que está en Paterna, donde han asesinado a 2238, entre el año 36 y el 59, que van a presentar una querella por desaparición forzada. Otras doce de otros tantos familiares de víctimas del cementerio de Paterna que presentamos con anterioridad fueron inadmitidas, pero vamos a seguir. Hace unas semanas tres relatores de la ONU presentaron un informe en el que declara la ignominia que representa las leyes que promueve la extrema derecha contra la memoria democráctica, pero también señala que los estados tienen la obligación de investigar y de enjuiciar los casos de desapariciones forzadas, y recuerdan que el derecho internacional establece que estas desapariciones prescriben veinte años después desde que se han encontrado los cuerpos, y aquí las exhumaciones han empezado hace cuatro años, ni siquiera han pasado los veinte años donde se situaría un crimen normal, pero es que, además, no son crímenes normales, sino constitutivos de lesa humanidad.
Todavía estamos en esto, y por lo tanto es importante señalar a los victimarios, con ánimo de identificarlos y que sean condenados, aunque los que han muerto no pueden pagar, pero el estado y la iglesia todavía pueden hacerlo, pero sobretodo para que se establezca una verdad jurídica, de que en este país ocurrió lo que ocurrió. Para evitar que estos politicastros neofascistas, como los que hay ahora en el gobierno valenciano, puedan decir las barbaridades que dicen, sin que eso sea motivo de expulsión de unas Cortes. Sería importante que se estableciera esa verdad jurídica para nuestro presente y para nuestro futuro, si queremos tener una sociedad verdaderamente democrática.
Ante la falta de justicia en el estado español para las víctimas del franquismo y de la Transición, muchos de vosotros habéis puesto la esperanza en la justicia universal, a través de la Querella Argentina, ¿cuándo decides adherirte a la Querella y en que fase se encuentra actualmente?
Yo acudí con un grupo de seis compañeros de Valencia, en 2014, presentamos denuncias en el Consulado Argentino, en Madrid, éramos compañeros detenidos en distintas épocas, de los años cincuenta, sesenta. Decidimos un grupo de personas vincularnos a la Querella Argentina y, a partir de aquí, en Valencia, comenzamos a promover una Plataforma de Apoyo a la Querella.
¿Que cómo está la Querella? Hace un par de meses hemos estado en Buenos Aires, para aportar más información de contexto, sobre lo ocurrido en el franquismo y en la transición, para nutrir esta macro causa, donde hay miles de querellas y de denuncias, que acreditan miles de casos de asesinatos, de torturas, de bebes robados, trabajos forzados, de represión específica sobre las mujeres, porque hay querellas que abarcan todos los aspectos de la represión del franquismo, a lo largo de sus cuarenta años, y también casos de la transición.
La jueza María Servini ha intentado en numerosas ocasiones que el estado español colabore, porque lo precisa para tomar declaración a imputados, para obtener más información de hechos determinados, ella ha dictado exhortos a la justicia española y al estado para que le aportaran ese tipo de información, y la respuesta sistemática del estado español ha sido el silencio, cuando no el boicot por parte de la judicatura, por parte del gobierno de Rajoy, la fiscal general de entonces (Consuelo Madrigal), próxima al PP, mandó una circular a todos los juzgados diciendo que no se atendieran las peticiones de la jueza María Servini. De hecho, a los juzgados valencianos había llegado una petición de la jueza Servini para tomar declaración a Benjamín Solsona, y ese exhorto fue devuelto, tras recibir en el juzgado la notificación de la fiscal general. O sea que no solamente ha habido silencio, sino un boicot judicial, una clara obstrucción a la justicia.
Lo que le hemos planteado a la jueza en este último viaje, además de llevarle mucha información, de compañeros arqueólogos que participan en las exhumaciones, historiadores, aportando información técnica, también hemos intervenido en el juzgado distintas víctimas, aportando nuestro testimonios, y le hemos planteado a la jueza que no ceje.
Ahora quizás debería volver a pedirle colaboración a este gobierno, que dice que es el más progresista de la historia, para ver si contesta de una manera distinta al de Rajoy. Estamos en ello, la jueza dijo que su voluntad es continuar. Vamos a ver que sucede con las dificultades con las que se encuentra actualmente, con el nuevo gobierno argentino, con una vicepresidenta negacionista de su propia dictadura. A ver qué ocurre con las peticiones que la jueza haga a través de la cancillería de exteriores.
Para nosotros sigue siendo alentador que, aunque sea a 10000 kilómetros de distancia, hay una jueza que nos da la razón, que considera que estamos hablando de crímenes de lesa humanidad, que se deben de investigar y se deben de juzgar. Y a mí, eso, me da cierta tranquilidad.
Y luego que la Querella Argentina ha servido de nexo de unión entre diferentes colectivos memorialistas del estado.
Eso es verdad, y gracias a la existencia de esta causa, de esta puerta abierta a la justicia, esta reivindicación ha calado en el movimiento memorialista. A veces esto de Verdad, Justicia y Reparación se queda en un recitado, pero la Verdad la estamos construyendo, investigando los casos, contándolos, sacando a la luz todo lo que se ha querido ocultar, pero Justicia hay que seguir reclamándola, y hay que exigirla en los tribunales, y en el legislativo, para que tome las medidas necesarias para que los jueces no puedan hacer lo que les da la gana, no puedan interpretar a su gusto la legislación para no investigar, porque con esa misma legislación existente podían investigar, pero no lo hacen porque tienen una interpretación política y un sesgo ideológico a la hora de hacer esa interpretación, o tienen miedo, recuerda el caso Garzón, que intentó investigar y lo expulsaron de la judicatura. Es importante que la causa argentina esté abierta, es una especie de guía, de faro, y creo que también es importante esta persistencia nuestra en abrir una brecha en el muro de la impunidad, y por esa brecha a lo mejor entra el mar y acaba por arrastrar este fango franquista que tenemos todavía en muchas instituciones.
Ahora que la ultraderecha es la tercera fuerza política del parlamento español, y que sus discursos se propagan a través de los medios de difusión masiva, parece que se ha normalizado, que ya no se le ve como una amenaza, ante este panorama, ¿cómo se puede articular un movimiento antifascista que pueda combatirla, cuando al hacerlo, como los 6 de Zaragoza, te expones a ser criminalizado?
Ese es el riesgo que hemos tenido siempre. Cuando te movilizas, te la juegas. Este primero de mayo, aquí, en Castellón, hubo una actuación de la policía brutal, reprimiendo a un grupo importante de antifascistas. El riesgo ese lo tenemos, es evidente, y creo que la forma de protegernos es siendo muchos, y tenemos que intentar vincularnos con los sectores juveniles, en el memorialismo somos todos muy mayores, y en el movimiento republicano también. Tenemos que vincularnos con sectores más jóvenes, más cercanos al antifascismo, no se muy bien de como podemos organizarnos, pero tenemos que tender puentes con ellos, y ser conscientes de que la lucha no es fácil. Nos hemos jugado en otros tiempo la libertad o la vida, como la perdieron muchos de nuestros compañeros. La lucha por la democracia y por la libertad no es fácil, nunca lo ha sido. Hay que ser más, y ser más conscientes de que esa lucha vale la pena. Mira estos jóvenes en EEUU, en unas semanas han sido detenidos cientos de jóvenes que han acampados que han ocupado las universidades en solidaridad con Palestina, algo que no ocurría desde la guerra de Vietnam, y se están arriesgando a que los expulsen, a pagar multas, pero ha sido un aldabonazo en sus sociedades, mientras Biden sigue apoyando el Genocidio. El comprometerse con las libertades y con los derechos humanos, siempre será arriesgado.
Se el primero en comentar