Las elecciones suecas colocan a la extrema derecha a las puertas del gobierno

Jimmie Akesson, líder de Demócratas Suecos podría ser el próximo primer ministro. Foto: AFP

La complicada composición del parlamento sueco, con el bloque de la derecha a la cabeza, pone en peligro la reedición de la coalición gubernamental liderada por el Partido Socialdemócrata de Andersson

Por Angelo Nero

El pasado domingo, 11 de septiembre, se han realizado elecciones generales en Suecia, el cuarto país en el ránking mundial de índice de democracia, sólo por detrás de Noruega, Nueva Zelanda y Finlandia, dentro de la lista de 21 estados que son calificados como democracias plenas -España, según el Democracy Index, forma parte de las democracias deficientes, y ocupa el puesto 24, justo detrás de Israel-. En este reconocido índice, elaborado por el semanario británico The Economist, su puntuación en los procesos electorales, es también muy alto, un 9,58, obteniendo un 10 en cultura política y bajando hasta un 8,33 en participación política. Con todos estos datos cabe preguntarse ¿por que la extrema derecha se ha convertido en la segunda opción política en la preferencia de los suecos?

A falta de los resultados definitivos, que se harán públicos el miércoles, tras el recuento de los votos del extranjero y los votos anticipados, todo apunta a que el partido más antiguo de Suecia, el centroizquierdista Partido Socialdemócrata (fundado en 1889), en el gobierno desde 2014, ha sido el más votado, con un 30,5% de los votos, lo que le daría un incremento de casi dos puntos respecto a las elecciones de 2018 y supondría un espaldarazo a la política de la actual primera ministra, Magdalena Andersson, en el cargo desde 2021. De confirmarse los primeros resultados, este apoyo se traduciría en 108 escaños (de un total de 349 en el Riksdag), con un incremento de 8 diputados.

Aunque la complicada composición del parlamento sueco, con el bloque de la derecha a la cabeza, pone en peligro la reedición de la coalición gubernamental liderada por el Partido Socialdemócrata de Andersson. Más todavía después de que el partido de ultraderecha nacionalista Demócratas Suecos se haya convertido en la segunda fuerza política del país, alcanzando un 20,7% de los votos, lo que se traduciría en 76 escaños, 11 más de los obtenidos en las anteriores elecciones. El partido euroescéptico liderado por Jimmie Åkesson, ha experimentado un crecimiento imparable desde 2010, poniendo a la inmigración como centro de todos los debates, aunque ahora también ha sido decisivo su cambio de postura respecto al ingreso de su país a la OTAN, a la que se oponían hasta ahora, y en la acogida de refugiados ucranianos. “Si hay cambio de poder, vamos a tener una posición central en el nuevo gobierno. Nuestra ambición es formar parte del gobierno. Nuestra ambición es un ejecutivo con mayoría, sería lo mejor para Suecia”, ha declarado Åkesson.

Su aliado natural, hasta ahora la fuerza hegemónica en la derecha, es el Partido Moderado, una formación conservadora liberal, que ha logrado un 19% de los votos, que se traducirían en 67 escaños en el Riksdag, 3 menos que en las elecciones generales de 2018. Ahora el partido liderado por Ulf Kristersson tendrá que decidir si se sumará a una coalición liderada por el xenófobo Demócratas Suecos, para formar gobierno. Aún relegado a la tercera posición, Kristersson ha declarado: “Suecia necesita un cambio y podemos liderar ese cambio”.

La política de alianzas determinará cual será el siguiente gobierno sueco, dado lo ajustado de los resultados entre los bloques de izquierda y derecha. El cuarto lugar en las preferencias de los votantes suecos ha sido el liberal y agrarista Partido del Centro, cuya líder es Annie Lööf, que ha bajado casi dos puntos, hasta el 6,7%, y logrado 24 diputados, 7 menos que en la legislatura anterior, aunque sigue siendo un partido decisivo. En el anterior gobierno han sido aliados de Andersson.

En el bloque de izquierdas, hay un puñado de pequeños partidos cuyo apoyo es imprescindible para que Magdalena Andersson conserve su cargo como primera ministra. Determinante es el Partido de la Izquierda, que también se ha dejado casi dos puntos en estos comicios, hasta quedarse en el 6,6% de los votos, obteniendo también 24 escaños y perdiendo 4. Este partido, el más a la izquierda del arco parlamentario, liderado también por una mujer, Nooshi Dadgostar, ha tenido unas conflictivas relaciones con el Partido Socialdemócrata, llegando a retirarse del gobierno en 2021 y a presentar una moción de censura contra el primer ministro Stefan Löfven, que lo retiró del poder.

En el bloque de las derechas, están también los Demócratas Cristianos de Ebba Busch, una formación que forma parte, como el Partido Moderado, del Partido Popular Europeo, que ha tenido un ligero descenso en apoyo electoral, pasando del 6,3% al 5,4%, logrando 19 escaños y perdiendo 3. También los Liberales de Johan Pehrsson han pasado del 5,4% al 4,6%, perdiendo 4 escaños y quedándose con 16 diputados. Ambos has sufrido el ascenso de la ultraderecha de los Demócratas Suecos, que ha recolectado votos entre todas las formaciones de derechas. También la lista liderada por Jimmie Åkesson ha dejado en la marginalidad a sus competidores situados todavía más a la derecha, como Alternativa por Suecia, al islamofóbico Partido Nuance, o a los nazis del Movimiento de Resistencia Nórdica.

El arco parlamentario se completa con el Partido Verde, aliado natural del Partido Socialdemócrata, liderado por Gustav Fridolin y Isabella Lövin, y que ha sufrido un ligero ascenso, logrando el 5%, con 18 parlamentarios, 2 más que en las elecciones de 2018.

A falta del resultado definitivo la diferencia entre los dos bloques es mínima, un 49,7% frente al 48,8%, con una ligera ventaja a la derecha, por lo que la composición del nuevo gobierno sueco está todavía pendiente de los votos del extranjero y de los votos anticipados, pero, sobretodo, de las posibles alianzas que en estos mismos momentos, se están fraguando para decidir si serán los socialdemócratas o la extrema derecha, la que lidere los destinos de este país escandinavo en los próximos cuatro años.

 

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