La Teoría Político Feminista demuestra que las mujeres y el feminismo son usadas como instrumentos constantemente traicionadas

Por Olvido Contento

Al escuchar el tratamiento que se hace en los medios del movimiento feminista da la impresión que su historia y su lucha hayan empezado anteayer y que las movilizaciones en torno al 8 M y movimientos como el Mee Too han aparecido por generación espontánea. Esto que parece un error provocado por la falta de información esconde una intencionalidad clara, colocarnos en situación de desventaja. Es importante honrar  y recordar la genealogía feminista y a las mujeres que nos precedieron y batallaron para mejorar el mundo en el vivimos.

El feminismo no es una moda ni una novedad, hay una Teoría Política Feminista que explica y avala sus reivindicaciones y posicionamientos políticos además de repasar  los diferentes momentos que la marcan históricamente, haciendo referencia a los diversos feminismos y a la evolución de éstos a lo largo de la historia.

Antes de hablar de Teoría Feminista y entrar en materia debemos partir de la importancia de entender qué es la política y de donde viene. Y es así como comenzaré, haciendo un ejercicio de reflexión para ubicarnos en el campo a tratar.

Como sustrato de la política y por consiguiente de la situación histórica y actual de desigualdad encontramos la ontología, que es la parte de la filosofía que estudia el ser en cuanto que es. ¿Cómo es la ontología  patriarcal y en qué se basa?

-En la importancia masculina.

-En la insignificancia femenina.

Y en base a estos preceptos que interiorizamos todos y todas se construye una ética y una política legitimadora de la desigualdad y de la opresión.

Entiendo así que la Teoría Política Feminista tiene como objetivo evidenciar que la construcción del género masculino como superior y dominante se refleja en el concepto  y objeto de la política. Redefinir  dicho concepto, y transformarlo ampliándolo para que las mujeres tengamos cabida.

Ahondando en esto, es muy significativo y aclaratorio que si podemos hablar de Teoría Política en  Atenas desde el s V a.c. aproximadamente de Feminismo sólo podemos hablar a partir del s XVIII. Así lo plantea Ana de Miguel en Curso de Formación académica “Feminismo y Políticas de Igualdad” de Clara Campoamor, Escuela de Pensamiento Feminista en colaboración con el Observatorio de Igualdad de la Universidad Rey Juan Carlos.

Nuestra civilización occidental ha bebido de las fuentes proporcionadas por la cultura clásica griega y por el cristianismo. Si entendemos  a  Aristóteles como padre de nuestra teoría política y revisamos como construye el concepto de política vemos que las mujeres son relegadas y excluidas quedando en la esfera natural a la que se le otorgaba menos valor. La política era lo que elevaba al hombre y le hacía ser superior porque le trasciende.

De la cultura griega y su religión politeísta nos llega una clara imagen y diferenciada de lo que son los dioses y las diosas. Mediante su mitología conforman la ontología de la desigualdad mostrando en la figura de ellos y ellas el ideal de hombre y mujer: virtudes y defectos y qué se puede esperar de cada uno. El mito de Zeus le presenta como el dios de los dioses, todopoderoso que lo controla todo y que usa ese poder para dar un orden a los hombres dotándoles de un Estado que les garantiza su  seguridad y que no tengan miedo ( entendiendo el miedo de los varones entre sí a ser asesinados, a que les roben… no el miedo de las mujeres que queda invisibilizado ).Su representación es la del guerrero por antonomasia, fuerte, sin miedo, capaz de matar, que utiliza a las mujeres para su satisfacción sexual, ya sea con consentimiento de éstas o sin el.

Sin embargo, si nos fijamos en la figura de una diosa, en Hera, esposa de Zeus, el imaginario es radicalmente diferente. Es descrita como inferior, vengativa y amargada que se deja llevar por sus pasiones, sin pensar en el bien común.

Aunque parece muy lejano este imaginario de la desigualdad continúa en los libros de texto que conforman el currículo escolar actual y conformando el ideal de varón y mujer que rige nuestras relaciones y en definitiva, nuestra vida.

Con esta ontología del hombre/dios es con lo que se ha enfrentado la Teoría Política Feminista y es evidente que acabar con este paradigma es un reto complicado.

Haciendo un repaso cronológico  pondremos el punto de partida de la Teoría Política Feminista en la revolución francesa, una de las grandes traiciones históricas de los varones a las mujeres. Y digo una de ellas porque la historia de las mujeres está plagada de traiciones y la Teoría Política Feminista pone el foco para evidenciarlas. Tras luchar para combatir desigualdades de cualquier índole, conseguir un cambio social ven pospuestas sus reivindicaciones porque siempre aparecía alguna más importante que las suyas, entroncando con la ontología patriarcal: la insignificancia femenina. Al no ser consideradas como iguales tampoco serán tenidas en cuenta sus necesidades y reivindicaciones. De todas es sabido que tras participar activamente en las revueltas alentadas por los ideales de igualdad, libertad y fraternidad, las mujeres francesas se toparon con  su exclusión de la Declaración de Derechos del Hombre y de Ciudadano. Aquí se introduce el concepto de androcentrismo mediante el cual “hombre”, el masculino, se identifica con ser humano neutral haciéndonos creer que también estamos representadas las mujeres y que nos designa tanto a varones como a mujeres. La realidad nos dice que no es así, que es una manera de posicionarse y de decirnos cuál es nuestro lugar y que el varón es la medida de todo. Por tanto, la revolución les daba de lado y las mantenía al margen de los avances conseguidos marcando políticamente la exclusión de las mujeres. Es de justicia nombrar a la gran Olympe de Gouges que desafío toda esa ontología patriarcal y en 1791 escribió la Declaración de los Derechos de las Mujeres y las Ciudadanas. Esta era su arenga final en el Epílogo de dicha obra:

“Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera. ¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuándo dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más visible. […] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo”.

No me resisto a mencionar otro ejemplo de traición que me marcó mucho tras la lectura de Mujeres, Raza y Clase de Angela Davis, el ocurrido en el movimiento antiesclavista estadounidense. A pesar de estar  capitaneado por mujeres con una dedicación y esfuerzo encomiable jugándose en ocasiones su propia vida para después comprobar que sus compañeros de lucha no  iban a reconocer su derecho al voto. Mujeres como Lucretia Mott, las hermanas Grimke, Prudence Crandall, Elizabeth Cady Stanton, Sojourner Truth  y tantas otras merecen ser nombradas y reconocidas  por su enorme labor y entrega.

Por no hablar de la soledad de Kollontái con la toma de poder de Stalin…. Enganchando aquí con el llamado feminismo decimonónico y dentro de él con el socialismo marxista. Siempre me ha llamado poderosamente la atención la claridad con la que Marx establece que el origen de la desigualdad está en la propiedad de los medios de producción (siendo muy muy simplista)y en la existencia de la propiedad privada  y no fue capaz de profundizar en la esfera de las relaciones personales y familiares y del trabajo reproductivo( como lo designa Silvia Federici ) y el componente de género por el que se rigen. Entendió la situación precaria y de opresión de las mujeres pero no planteó una forma específica para atajarlo. El acceso de la mujer al mundo laboral corregiría dicha opresión e igualaría a hombres y mujeres.

Si observamos que la historia de las mujeres y del feminismo es una historia de luchas y traiciones colocamos en el foco político la utilización instrumentalista de las mujeres al habernos considerado aliadas en la lucha para después ser devueltas al ámbito doméstico y privado, como refleja extraordinariamente Betty Friedan en la Mística de la Feminidad: después de haber tenido un papel clave en el mantenimiento  de la economía de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial cuando los varones regresan a casa recuperan su estatus y sus puestos de trabajo  las mujeres dejan de ocupar el ámbito público laboral para volver a casa manteniendo así el statu quo.

Sumando a esta historia de traiciones esta otra constante: acción feminista, conquista de  derechos/ reacción patriarcal para contrarrestar, tendremos la maquinaria patriarcal perfecta para que los privilegios de los varones no peligren.

Una de las citas que me ha calado y me ha hecho reflexionar es la de Simone de Beauvoir cuando se pregunta por qué la humanidad  ha dado más valor al sexo que mata que al sexo que da la vida. ¿Por qué no se valora la función reproductora de las mujeres? La primera respuesta que me viene es porque es exclusiva de las mujeres, si ellos no la tienen es porque no es importante ya que en ellos confluyen todas las cualidades y aptitudes elevadas.

A modo de conclusión señalar la enorme importancia del conocimiento y de su articulación, y de  la genealogía feminista que nos hace poseedoras de un  arma imprescindible para continuar en el empeño de cambiar la ontología patriarcal y dejar de vivir en “democracias viriles” (Alicia Puleo).

Bibliografía utilizada:

  • De Miguel, A. (2015). Neoliberalismo sexual. Madrid: Cátedra
  • Válcarcel, A. (2013). Feminismo en un mundo global Edición digital.
  • Lerner, G. (1986). La creación del patriarcado Pamplona: Katakrak Liburuak
  • Federici, S. (2017). El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo. Madrid: Traficantes de sueños.
  • Davis, A. (2017). Mujeres, raza y clase. Madrid: Ediciones Akal.
  • Hooks, B. (2017). El feminismo es para todo el mundo. Madrid: Traficantes de sueños.
  • De Beauvoir, S. (2017). El segundo sexo. Madrid: Cátedra.
  • Friedan, B. (2016). La mística de la feminidad. Madrid: Cátedra.
  • Faludi, S. (1993) Reacción: La guerra no declarada contra la mujer moderna. Barcelona: Anagrama .S.A

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