La paradoja Europea

En mayo de 2020, la UE dio un paso muy importante para atajar los graves problemas en cuanto a sostenibilidad que estamos sufriendo: presentó la estrategia Pacto Verde Europeo.

Por María Villaluenga.

La Unión Europea es una paradoja: por un lado, es la única jurisdicción que ha promulgado amplias leyes de protección para los animales destinados a consumo; por otro, el número de macrogranjas va en aumento por todo el territorio europeo.

El bienestar animal, como concepto legal y político, surgió en 1965 en Reino Unido. En la década de los 60, la publicación del libro Animal Machines, de la activista Ruth Harrison, desveló una investigación de las granjas industriales del país, constatando los altos niveles de sufrimiento que padecían los animales. Tras el revuelo causado, el Gobierno solicitó al veterinario Francis Brambell un informe al respecto. El informe, conocido como el Informe Brambell, definió los niveles aceptables de bienestar de los animales de granja, lo que se conoció como las cinco libertades, vigentes aún en la actualidad.

Según las normas internacionales de la OIE, el bienestar animal designa «el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere». Con el paso de los años y los estudios científicos, se ha llegado a la conclusión de que las cinco libertades no protegen realmente a los animales destinados a consumo, ya que solo se centran en aspectos negativos, obviando las necesidades positivas. En el ámbito legal, el problema de las cinco libertades es su redacción inespecífica, haciendo imposible una interpretación exacta y unánime. Así, la comunidad científica propuso en 1994, en su lugar, los cinco dominios, donde se tienen en cuenta las experiencias positivas y negativas en conjunto, así como la percepción que los animales tienen de las experiencias externas. En 2021, la Comisión Europea anunció que tomaría el modelo de los cinco dominios como guía para el proyecto de renovación legislativa que está llevando a cabo. Esto es un avance positivo, ya que se toman como referencia aspectos científicos a la hora de redactar aspectos legales.

Entre 1968 y 1979, antes de que la UE promulgara la mayor parte de su leyes en materia de bienestar animal, el Consejo de Europa adoptó tres convenios relativos a la protección de los animales de granja, los Convenios del Consejo de Europa:

  1. El Convenio europeo sobre la protección de los animales durante el transporte.
  2. El Convenio europeo sobre la protección de los animales en las explotaciones para fines de cría.
  3. El Convenio europeo sobre la protección en el sacrificio de animales.

Estos Convenios han constituido la base de la actual legislación de la UE en materia de bienestar animal. Pero hay un hándicap general en el contenido de estas normas que llega hasta nuestros días: por una parte, que los textos legislativos están redactados de forma muy general e inespecífica, lo que supone una libre interpretación y una dificultad para sancionar infracciones. Por otro lado, el órgano legislativo de la UE tiene la competencia de regular el bienestar de los animales, en la medida en que es competente en regular el mercado agrícola y ganadero, es decir, las normas en bienestar animal están supeditadas a los métodos de producción.

La última revisión de la legislación EU tuvo lugar en 2009. Esta demora ha supuesto el riesgo de que no haya alineación entre dichas leyes y las últimas consideraciones en materia de bienestar animal del Tratado más reciente, el de Lisboa. Por ejemplo, en que el bienestar de los animales debe tenerse en cuenta sobre la base de su sensibilidad.

Las leyes vigentes específicas en materia de bienestar animal siguen siendo muy limitadas en dos aspectos cruciales. El primero se refiere a su ámbito de aplicación material, es decir, los tipos de especies y edades de los animales amparados por estas leyes. La segunda deficiencia clave sería su ámbito de aplicación territorial, es decir, los tipos de lugares que abarca la legislación para su aplicación. Esto ha llevado a que algunos países establezcan en sus territorios leyes más restrictivas y avanzadas que las promulgadas por la UE. Por ejemplo, Austria, Alemania y Luxemburgo prohibieron el uso de jaulas en batería para las gallinas. Chequia, por su parte, acaba de prohibir las jaulas en la producción de huevos a partir de 2027. Suecia ha prohibido el uso de jaulas de gestación y parto, así como las mutilaciones en los cerdos, y Finlandia y Lituania han prohibido el corte de colas.

Otro problema relevante de estas normativas es su desfase respecto a los últimos datos científicos disponibles. La propia EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) ha manifestado su preocupación por la salud y el bienestar de los animales, más allá de considerarlos productos de consumo.

En mayo de 2020, la UE dio un paso muy importante para atajar los graves problemas en cuanto a sostenibilidad que estamos sufriendo: presentó la estrategia Pacto Verde Europeo. Uno de los puntos más relevantes es la revisión, para finales de 2023, de la legislación sobre bienestar animal para adaptarla a las últimas pruebas científicas. 

La Comisión tiene previsto revisar los siguientes actos legislativos: 

  • La Directiva relativa a la protección de los animales en las explotaciones ganaderas.
  • Cuatro Directivas que establecen normas mínimas para la protección de las gallinas ponedoras, los pollos de engorde, los cerdos y los terneros.
  • El Reglamento sobre la protección de los animales durante el transporte y en el momento de la matanza.

Esta vez sí, «la Comisión ha encargado a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) que elabore dictámenes científicos sobre el bienestar de los animales durante el transporte, el bienestar de los pollos de engorde, de los terneros, de los cerdos, de las gallinas ponedoras, de las vacas lecheras, así como el bienestar de los patos, gansos y codornices en lo que respecta a sus condiciones de alojamiento».

La ciudadanía ha mostrado su apoyo a estos avances, con más de 1,4 millones de firmas para el fin de las jaulas a partir de 2025 (mediante la iniciativa End the Cage Age). Hace pocos días, se conocieron los resultados de la consulta pública sobre esta revisión legislativa, obteniendo una inmensa mayoría a favor.

Por su parte, Equalia ha participado en dicha consulta reclamando avances significativos en el bienestar animal en las granjas, así como durante el transporte y  el sacrificio. También ha solicitado un etiquetado que informe sobre el nivel de bienestar animal en los alimentos.

Con estos resultados tan contundentes, el turno es ahora de la Comisión Europea que deberá redactar las nuevas propuestas legislativas que se adoptarán en el 2023. 

Un presente y futuro esperanzadores.

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