Jorge Zabalza, el último tupamaro rebelde

En quince años legalizaron el aborto, la venta de marihuana y el matrimonio igualitario, pero, al mismo tiempo, gracias a su política económica, el capital bancario y los dueños de la tierra incrementaron al máximo sus ganancias. Los gobiernos progresistas apostaron a las inversiones extranjeras y a honrar la deuda externa, fueron los mejores de la clase y, gracias a ello, reciben aplausos de las calificadoras de riesgo.

Por Angelo Nero

“El derecho a la Rebelión es genérico en toda la Tierra. El planeta está administrado por el capitalismo, el capitalismo está en guerra permanentemente, y dónde no hay guerras, hay grandes desigualdades. El capitalismo no ha logrado solucionar los grandes problemas, que son sus propias consecuencias sociales, esas diferencias, esa brecha. Y no ha podido solucionar su relación con la naturaleza, destruye, es depredador. El derecho a la Rebelión es inherente, implícito a la condición humana.”

Así contestaba el tupamaro Jorge Zabalza, a la pregunta de cuándo hay derecho a la Rebelión, que le hacían en una entrevista al diario uruguayo El Observador. Porque por las venas del Tambero, como era conocido, corría sangre rebelde, la que le llevó a unirse, en 1968, cuando contaba 25 años de edad, a la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional, junto con su hermano Ricardo, que un año más tarde moriría en la Toma de Pando, una ciudad situada a solo treinta quilómetros de Montevideo. Esta no sería la única acción en la que destacaría el guerrillero uruguayo, ya que también estuvo en la famosa fuga de la prisión de Punta Carretas, en las que participaron un centenar de presos del MNL-T.

“Descartamos la posibilidad de un tránsito pacífico hacia el poder, en nuestro país. La lucha armada será la principal forma de lucha de nuestro pueblo, y a ella deberán supeditarse las demás. La organización aspira a ser la vanguardia organizada de las clases explotadas en su lucha contra el régimen.” Declaraban los tupamaros en sus primeros documentos, y su apuesta por la lucha armada se intensificó, especialmente en los años previos y posteriores al golpe de estado de 1973.

Con el régimen militar instaurado en Uruguay se intensificó una cruel represión de los tupamaros, y sus militantes fueron encarcelados, torturados, asesinados, manteniendo como rehenes a nueve de sus dirigentes, hasta 1985: Raúl Sendic, Eleuterio Fernández Huidobro, Mauricio Rosencof, José Mujica, Adolfo Wasem, Julio Marenales, Henry Engler, Jorge Manera y Jorge Zabalza. Huidobro y Rosencof recogieron los largos años de secuestro, incomunicados, y en condiciones inhumanas, en el libro “Memorias del Calabozo”, y Álvaro Brechner llevó al cine la historia de tres de ellos en “La noche de 12 años”.

Tras su liberación, Jorge Zabalza, como muchos de sus compañeros, continuó con la lucha, esta vez por medios estrictamente políticos, y dirigió Mate Amargo, el órgano oficial del MNL-T, y el periódico Tupamaros. También desarrolló una activa producción literaria con “El miedo a la democracia” (1987), “El Tejazo y otras insurrecciones” (1996), “La estaca” (1998), y “Raúl Sendic, el tupamaro. Su pensamiento revolucionario” (2009).

Fue elegido concejal en el departamento de Montevideo, en 1994, y ejerció la Presidencia de la Junta Departamental, donde mantuvo su rebeldía intacta. En 1997 en la visita del presidente francés Jacques Chirac, durante la ceremonia de entrega de las llaves de la ciudad, aprovechó su discurso para condenar las pruebas nucleares del país galo en los atolones de Oceanía. Para entonces ya era claro el distanciamiento entre las dos líneas que había en la dirección tupamara, la que encabezaba Pepe Mujica y Fernández Hidobro (que en 2010 llegarían, respectivamente, a la Presidencia de Uruguay, y a encabezar el Ministerio de Defensa), y la que encabezaba el líder histórico del MNL-T, Raúl Sendic, y Jorge Zabalza.

En agosto de 1994 fue protagonista de las manifestaciones de protestas contra la extradición de tres militantes de ETA, que se habían declarado en huelga de hambre y estaban internados en el Hospital Filtro de Montevideo. La policía reprimió con una violencia desmedida a los manifestantes, causando tres muertos y cientos de heridos, lo que derivó en grandes tensiones dentro del movimiento tupamaro.

“Ahí nos sacamos todos la ropa, unos queríamos seguir adelante con la movilización y con la lucha para enfrentar al aparato del Estado; y otros aparecieron convertidos en Mahatma Gandhi moderno, planteando la lucha sin violencia, electoral”, declaró Zabalza.

En el IV Congreso del Movimiento de Participación Popular (MPP), el grupo formado por los tupamaros para reiniciar la lucha política, e integrarse en el Frente Amplio, a principios de 1999, Zabalza abandonó la organización, junto con otros compañeros, como el senador Helios Sarthou, y crearon la Corriente de Izquierda, y en las elecciones de ese año fue candidato a diputado por el Encuentro Progresista-Frente Amplio. Aunque no tardaría en mostrar su disconformidad por la línea marcada por el Frente, y se alejó de él, definitivamente, en el año 2000.

No dejó de ser crítico con sus ex compañeros, ni en la campaña electoral que llevaría a Mujica a la presidencia: “Cuando me dicen que Mujica es un traidor, digo que no, porque él expresa una realidad que existe, como también lo hacen Danilo [Astori] y Tabaré Vázquez. En eso Pepe hace lo mismo, expresa una realidad. Pero lo que siempre sostuve en el MLN y el MPP es que los tupamaros no estamos para ese papel, sino para postular la revolución y hacer un trabajo de masas. Y practicar la rebeldía y acostumbrar a la gente a que pueda hacer las cosas por sí misma. Eso estuvo en un período del MPP y viví esa etapa con mucha alegría”.

Tras el estreno de “El Pepe, una vida suprema”, en 2018, el documental dirigido por Emir Kusturica, también mostró su disconformidad con el relato del ex presidente: “Yo recomendaría ver el documental, porque él ahí dice dos o tres cosas que son fundamentales: éramos muy revolucionarios y algunos se pasaron al capitalismo, y otros, entre los que me encuentro, nos convertimos en administradores, queremos administrar el capitalismo, dice. Entonces, ése es un cambio ¿no?”

Sus letras rebeldes se plasmaron en 2015 en el libro “La experiencia tupamara: pensando en futuras insurgencias” y en 2019 en “La leyenda insurgente.” Y continuó su militancia en defensa de los derechos humanos, a favor de la anulación de la Ley de Caducidad, que impide el enjuiciamiento de los crimines de la dictadura uruguaya, y en diversas causas sociales.

En un artículo publicado hace unos años dejaba claro que país había dejado el gobierno del Frente Amplio: “En quince años legalizaron el aborto, la venta de marihuana y el matrimonio igualitario, pero, al mismo tiempo, gracias a su política económica, el capital bancario y los dueños de la tierra incrementaron al máximo sus ganancias. Los gobiernos progresistas apostaron a las inversiones extranjeras y a honrar la deuda externa, fueron los mejores de la clase y, gracias a ello, reciben aplausos de las calificadoras de riesgo. Se predicaba el control de “los mercados” por el Estado, pero, en la práctica, se implementaron políticas de exoneración fiscal y de Zonas Francas en favor de las inversiones extranjeras. Mecanismos que, años atrás, habían sido rechazados por el Frente Amplio cuando lo introdujeron los gobiernos de la derecha neoliberal. Hicieron gárgaras con la democracia liberal y la agenda de derechos sin atreverse a tocar las relaciones de propiedad ni la acumulación de riqueza.”

Este pasado 23 de febrero dejó de luchar, a la edad de 79 años.

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