Por Domingo Sanz
Nunca había escrito tres artículos seguidos con los mismos protagonistas en el título, pero resulta deprimente confirmar que se están cumpliendo los peores augurios sobre la fuerza con la que el franquismo como amenaza regresaría al día a día, animado por una Díaz Ayuso que anunció primero “comunismo o libertad” y después que “si te llaman fascista es que lo estás haciendo bien”.
Porque ni para los tirios ni para los troyanos será nunca lo mismo que, las palabras que reviven traumas, las pronuncien personas que mandan, a que lo haga cualquier otra.
Además, apuestan Díaz Ayuso y el PP al caballo de los peores recuerdos en un país tan marcado aún por su pasado que, de repente, un número como el 26 seguido de la palabra millones pasa a significar peligro de muerte.
Viene lo anterior a cuento de unas declaraciones de Gonzo a La SER en las que dice que es habitual que lo insulten por la calle, que no le suele dar importancia pero que sí le molesta mucho cuando va con sus hijos. En esos casos tiene que explicarles más allá de lo que ellos pueden entender.
Como nadie mejor que el propio interesado para informar, copio del Huffpost, donde se han hecho eco:
“Lo que más me jode es cuando voy con mis hijos y entonces que tus hijos escuchen que a tu padre le dicen cosas que no entienden y eso genera inquietud en ellos. Ahí siempre intento parar y explicarles las consecuencias de que papá trabaje donde trabaja y que no hay que hacer caso y, sobre todo, que no hay que encabronarse. Con esa gente lo que hay que hacer es no darle importancia”
Pero hubo un día en el que el padre y también reportero cambió de estrategia. Fue cuando desde la terraza de un bar un hombre que estaba tomando algo le gritó “Gonzo comunista”. Entonces, Gonzo se dirigió al hombre y le pidió que explicase a sus hijos lo que significaba ser comunista “para que entiendan qué me has llamado”.
Y sigue Gonzo exponiendo lo que ocurrió y lo que les dijo a sus hijos.
“El tío no lo supo explicar y me permitió decirles, ¿ves? dicen lo primero que se les viene a la boca, no le hagáis caso. Como cuando un niño del recreo te dice cualquier tontería por yo qué sé”, añadiendo Gonzo que esta clase de situaciones “van a peor”.
Hablando de niños, si dios existiera tampoco sería capaz de saber las marcas que, para siempre, pueden dejar en muchas almas infantiles las amenazas e insultos de desconocidos gritando contra sus padres, y de las que estos no pueden defenderse. Para los niños son las personas que más les protegen y no pueden dejar de ser fuertes.
En este punto, y con toda la solidaridad por delante, debo preguntarle a Gonzo si cree que sus hijos pueden asimilar que el insulto de un desconocido mayor de edad y dirigido contra la persona a la que más quieren se parece en algo a las “tonterías” que dicen en el recreo los compañeros de clase.
Pasando a las consecuencias que los insultos y las amenazan ocasionan en las personas que necesitan la verdadera libertad para trabajar, la de prensa, tanto como cualquier albañil un ladrillo, nos preguntamos cosas.
¿Son la mayoría de los periodistas españoles tan “cómodos” para los líderes que llevan el franquismo en su ADN porque les afectan los insultos y las amenazas que reciben de personas que votan a esos políticos y políticas?
Ejemplo: el propio Gonzo con Díaz Ayuso en el último “Salvados”
¿Es posible que, de las personas que han visto en la calle insultos y amenazas a periodistas conocidos como Gonzo, ninguna haya increpado al autor o le haya hecho alguna foto para advertirle que lo denunciaría?
Lo digo porque Gonzo no ha dicho nada de eso en la entrevista.
¿Debería poner el gobierno protección personal a todo periodista que haya recibido alguna amenaza, reforzada si va acompañado de menores?
Los franquistas siguen siendo el mayor peligro para la “concordia”, una palabra de la que tato abusa Casado, que casualidad, desde que se puso a criticar la exhumación del DEMAEHE, acrónimo que vengo utilizando para recordar por sus “méritos”, mejor que por su primer apellido, al Despreciable Español Mayor Asesino de Españoles de la Historia de España.
Al igual que muchas de las víctimas de la guerra y la dictadura viven con ese trauma para siempre y no pudieron evitar transmitirlo a sus hijos, y estos a los suyos, también los que dominaron tras la guerra llevan grabado en el ADN que la posición dominante que consiguieron gracias a la violencia sigue siendo su privilegio. En España nunca han necesitado dejar de ser franquistas. Con no presumir les valía.
Se trata de los millones que componen un “franquismo sociológico” del que asumimos su existencia, pero que ahora reaccionan contra una inestabilidad política que les intranquiliza, pues tienen miedo a las vueltas que da la vida.
Lo hacen insultando y amenazando porque se sienten apoyados desde arriba por líderes como Díaz Ayuso, Abascal o Casado. Por eso provocan situaciones que, como dice Gonzo, “van a peor”.
La sociedad española sobrevive así envenenada, aunque podría curarse.
Dispone del CIS, un organismo dedicado a la investigación sociológica, pero del que no se recuerda ninguna iniciativa demoscópica orientada a identificar el franquismo sociológico, a seguir su evolución y a medir el peligro que en cada momento puede representar para la vida, la paz, la libertad y la democracia, dados sus antecedentes de violencia, golpes de Estado, guerra civil y dictadura.
Ejemplo del veneno que digo es el que sigue agarrotando cada curso a miles de profesores de Historia en el Bachillerato que aún no se atreven a explicar a sus alumnos lo que ocurrió a partir de un 18 de julio porque saben que, al salir de clase, podrían volver a sus casas llenando de palabras los silencios y, en muchos casos, cuestionando lo que les han contado sus padres. Es lo que dicen los expertos que investigan lo que ocurre con esa asignatura en España.
Por eso, el CIS no investiga sobre nada que lleve la marca del DEMAEHE, llámese franquismo sociológico o la monarquía que restauró.
En cambio, o quizás precisamente por tantas décadas de cobardía del antifranquismo, los franquistas sí han decidido atacar. Un ejemplo: ¿a quién puede sorprender el pin parental que quieren implantar los de Vox? ¿Acaso no era también “la familia” uno de los tres pilares de la sociedad, según la doctrina del “Movimiento Nacional”? Los otros dos, el sindicato y el municipio, no la educación.
Es domingo y escucho en La SER uno de los mejores programas de radio a estas horas. Están hablando de guerras no tan antiguas como para que sus supervivientes hayan superado los traumas, caso de los Balcanes, o de otras que siempre regresan, como la que enfrenta a palestinos con israelitas.
Javier del Pino pronuncia Jerusalén y dice que en esa ciudad “el pasado se come al futuro”.
Por un instante he pensado que hablaba del país que es cuna del mismo idioma que Javier y yo estamos utilizando.
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