Durante la primera guerra de Nagorno Karabakh, participó en la creación del Ejército de Liberación de Artsakh y combatió en la defensa de la población armenia
Por Angelo Nero | 6/10/2024
Para Gilbert Minassian, el coronel Levon, la lucha ha sido su único camino. Nacido en Marsella, y admirador del héroe de la resisistencia francesa, el comunista armenio Missak Manouchian, fusilado por los nazis. Descubrió el comunismo en el instituto, principios de los años ochenta se integró en el ASALA (Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia), una organización armada, marxista-leninista y patriotica, fundada en 1975 por Hagop Tarakchián y Hagop Hagopián, en la diáspora armenia de Beirut, donde establecieron contactos con el FPLP palestino. Fue acusado del robo a un furgón blindado de correos, en la localidad francesa de Pennes-Mirabeau, algo que el siempre ha negado, y condenado a cadena perpetua en ausencia, ya que para entonces ya se había refugiado en Ereván, la capital armenia. Su viejo amigo, el director de cine Robert Guédiguian, dijo sobre él, «Es una energía revitalizante y es el temperamento más poderoso de un líder.» Entre los armenios de la diáspora que fueron solidarios con Minassian, estaba también el cantante Charles Aznavour.
Durante la primera guerra de Nagorno Karabakh, participó en la creación del Ejército de Liberación de Artsakh y combatió en la defensa de la población armenia, como también hizo el dirigente del ASALA, Monte Melkonián, contribuyendo a la captura de la ciudad azerí de Kelbadjar, en abril de 1993. Allí se ganó el grado de coronel con el nombre de Hovsep Hovsepian, mientras Melkonián perdía la vida en Agdam, y fue condecorado como un héroe nacional.
Tras una sentencia favorable, pudo regresar a Francia, donde abrió el restaurante Le Monte-Cristo,, en 2013, y dirigió la asociación franco-armenia Altitude 5165, que proporciona asistencia médica a los más desfavorecidos, pero la guerra volvió a Nagorno Karabakh en 2020, en una nueva agresión del ejército azerí, y Gilbert Minassian no dudó en dejar su apacible vida en Marsella, para ponerse otra vez el uniforme, y tomar las armas junto a una docena de voluntarios de la diáspora, a pesar de sus 64 años.
“Cuando éramos 300 defendiendo Stepanakert, la capital de Artsakh, y estábamos a punto de ser abrumados por miles de enemigos, ocurrió un milagro. El toque de queda pitado por el árbitro ruso nos permitió salvar la vida y conservar el territorio que nos quedaba, pero sin resolver nada”, afirmaba entonces, sin ocultar la amargura porque “en 45 días nos costó más en vidas humanas y territorio que en lo que duró cuatro años”. También se quejaba de la posición francesa ante el conflicto, “enviaron ayuda humanitaria, hubiera preferido que enviaran armas”.
Preguntado por qué decidió abandonar su plácida vida en Marsella para volver al campo de batalla, Minassian respondía, “Por mi cultura me debo a Francia. Por mis raíces me debo a Armenia. Pero si caemos en la lógica del olvido, ¿quién les garantiza que mañana no olvidaré que soy francés?”, asegurando que si Francia estuviera en peligro, también lucharía por ella.
También ha analizado las causas de la derrota armenia en Nagorno Karabakh, “Nos enfrentamos a una tecnología militar hipermoderna, a drones suministrados al enemigo por los israelíes, que quieren mantener un punto de apoyo en el Cáucaso, con vistas a futuros conflictos con Irán. Y a través de los turcos, aliados de los azeríes… Hemos visto la cara de cuáles serán los conflictos del futuro.”
Se el primero en comentar