A finales de agosto de 1936, se celebró un mitin de solidaridad con la Revolución Española en la sala Wagram, en París, en el que participó Georgette, y salió de allí con el convencimiento de que su compromiso no debía quedarse solo en palabras.
Por Angelo Nero
Georgette Léontine Roberte Augustine, nació en la villa francesa de Versalles, un 16 de agosto de 1907, el mismo año en el que llego al mundo Frida Kahlo, en el seno de una familia de clase media. A los dieciséis años se trasladó a París, y fue acogida por el poeta anarquista André Colomer, que le dio una amplia formación en el pensamiento libertario. Colomer se encontraba entre los fundadores, en 1921, de la Confédération Générale du Travail Unitaire (CGTU), vinculada al Parti Communiste Français, a pesar de sus convicciones anarcosindicalistas.
En ese ambiente, la joven Georgette, comenzó a frecuentar los cabarets de Montmartre, iniciada por su mentor en el mundo de la bohemia intelectual parisina. En 1925, tres años después de su llegada a la Ville lumière, se unió al anarquista Fernand Fortin, cercano movimientos neomalthusianos y partidarios del amor libre, y con el militó en el grupo “Éducatión Sociale”, participando activamente en mítines y festivales libertarios, con un grupo de animación, bajo el nombre artístico de “Mimosa”, así como en las reuniones de la revista “Le Reveu Anarchiste”, que dirigía su compañero Fortin. También durante estos años cursó estudios de enfermería.
En noviembre de 1931 contrajo matrimonio con Miecsejslaw Kokoczinski, un periodista socialista, adherido a la Internacional Obrera, con lo que Georgette, que ya llevaría el apellido de su marido para siempre, comenzaría a frecuentar los ambientes del socialismo radical.
A finales de agosto de 1936, se celebró un mitin de solidaridad con la Revolución Española en la sala Wagram, en París, en el que participó Georgette, y salió de allí con el convencimiento de que su compromiso no debía quedarse solo en palabras. Pocos días después, el 18 de septiembre, partió hacia la frontera española, y una vez en Cataluña se alistó en el Grupo Internacional de la Columna Durruti, comandada por el mítico anarquista leonés Buenaventura Durruti. Su antiguo compañero, Fernand Fortin, también se sumó a la Columna libertaria, y en los años siguientes tendría un papel destacado en la dirección de la CNT-FAI. Junto a las brigadistas alemanas Augusta Marx y Madeleine Gierth, Georgette Kokoczinski fue enviada al Frente de Aragón, como enfermeras.
El 17 de octubre de 1936, en el transcurso de la batalla de Perdiguera, en Zaragoza, fue capturada por las tropas fascistas, junto con Augusta Marx, y ambas fueron desnudadas y evisceradas, y, todavía con vida, lanzadas a la primera línea del frente, donde fueron rematadas.
Aunque la también anarquista Lola Iturbe, miembro de Mujeres Libres, apunta a otra versión: “Entre los combatientes internacionales estaba Georgette. Inicialmente el ataque fue un éxito, llegando por sorpresa nuestros milicianos a las casas de la periferia del pueblo; pero después de eso fueron completamente rodeados. Durruti emitió órdenes para que se retiraran, pero solo pudieron implementarse en parte porque se desplegaron algunas fuerzas de caballería rebelde muy importantes. Cincuenta combatientes que no iban a volver quedaron en las calles de Perdiguera. Un grupo, compuesto por franceses, italianos y algunos alemanes, se instaló en una casa y resistió. Mientras tuvieron granadas y municiones, mantuvieron a raya los ataques de los rebeldes. Cuando se acabaron, los rebeldes rodearon la casa y pidieron a los sitiados que se rindieran; de lo contrario, el edificio sería incendiado. Nadie accedió a salir. Todos y cada uno de estos héroes murieron quemados, Georgette entre ellos. Ella tenía 27 años.”
Durante su corto y desventurado combate en la Guerra Civil española, escribió un diario, que fue recuperado por Fernand Fortin, y que se conserva en el International Institute of Social History (IISH) de Amsterdam. En él puede leerse:
“El hechizo está lanzado, yo también voy al frente. No creo que vuelva, pero no importa, mi vida siempre ha sido amarga y la felicidad no existe. La felicidad no tiene rostro, no tiene escudo de armas ni colores y no pude encontrarla. Tenía tesoros de ternura, deseos que no eran el sufrimiento de los demás y no podía dar lo suficiente y no recibí nada, ¡tristeza! Voy a enseñar a todas estas personas furiosas que desprecian la única cosa verdadera, la única … la vida que respira, que consiste en ver florecer los capullos, el sol naciente y las estrellas en el cielo ¡La felicidad! Finalmente me voy a ir a la felicidad. Puede ser el resto de almas extintas.”
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