el Cartismo contó con mujeres en su seno, con secciones de mujeres que estaban luchando por la causa que representaba la Carta del Pueblo
Por Eduardo Montagut
En la década de los años treinta del siglo XIX los líderes del movimiento obrero británico consideraron que era insuficiente la lucha por mejoras laborales, y que eran necesarias reformas políticas. En 1831, durante la campaña para reformar la ley electoral, Lovett reclamó el sufragio universal. Esta pretensión se basaba en que si los obreros producían la riqueza del país tenían derecho a participar en la vida política.
En mayo de 1838 un grupo redacta un documento que ha pasado a la Historia. Se trata de la Carta del pueblo. En dicho texto se reclamaba el sufragio universal, la supresión del certificado de propiedad para ser miembro del Parlamento, es decir, para ser elegido, la inmunidad parlamentaria, y que las circunscripciones electorales fueran iguales, ya que se primaban las rurales frente a las urbanas, que tenían más población.
Pues bien, el Cartismo no incluyó en sus demandas cuestiones relativas a la emancipación de la mujer, aunque habría que matizar un poco esta cuestión porque, al parecer, en la primera redacción de la Carta del Pueblo por parte de los líderes de la Asociación de Trabajadores de Londres se incluyó la demanda para el reconocimiento del voto, pero se eliminó. Al parecer, algunos de los líderes consideraban que era una demanda muy radical que podía entorpecer la conquista del sufragio universal masculino. En todo caso, no cabe duda que los prejuicios contra las mujeres estaban claramente extendidos.
Lo que sí está claro es que el Cartismo contó con mujeres en su seno, con secciones de mujeres que estaban luchando por la causa que representaba la Carta del Pueblo. Al parecer, algunos de estos grupos eran muy potentes en cuanto al número de sus componentes, como el Birminghan Charter Association con tres mil mujeres. Hasta hay algunas fuentes periodísticas que informan del intenso espíritu militantes de las cartistas.
No podemos dejar de aludir a la figura de Elizabeth Hanson (1797-1886), que desarrolló una intensa vida de lucha, especialmente en la década de los años treinta del siglo XIX. Comenzó defendiendo el papel de la mujer como contribuyente a los ingresos de la familia, y no como dependiente de los que aportaba el marido. Hanson fue muy activa en relación con los cambios y reformas que se estaban produciendo en relación con la atención social en Inglaterra, especialmente con la reforma de la Ley de Pobres de 1834. En este sentido, iba su queja descrita, pero también la que tuvo que ver con el trato que las mujeres recibían en los asilos: ropa de mala calidad, obligación del corte de pelo y separación de sus hijos. Las mujeres tenían que movilizarse para luchar contra esos atropellos. Este aspecto hace de Hanson una figura harto interesante.
Y en ese momento, en 1838, se convirtió en una verdadera líder cartista de la zona de Elland, cerca Halifax. Famosa fue su crítica hacia el clero. Pero es más, con Mary Grassby formó un grupo de mujeres radicales en Elland en 1838. La asociación se justificaba, en opinión de sus organizadoras, por la necesidad de reunir a las esposas y madres para dar y recibir educación política, y para cooperar con sus maridos e hijos en la lucha que se estaba desarrollando.
Nos ha sido muy útil para redactar este artículo la información vertida en Spartacus Educational.
Se el primero en comentar