Por María Martín
No sé si os habéis enterado de que, hace unas semanas, iba a tener lugar el primer viaje espacial solo con mujeres de la historia. Iban a encargarse de instalar baterías en los paneles solares de la Estación Espacial Internacional. Dicho así, suena impresionante, ¿verdad?
Estaba todo programado al último detalle. Tanto que el lanzamiento sería en marzo el «mes de la mujer». Un hito histórico. Una de esas barreras que las mujeres seguimos rompiendo día a día. Porque, ¿qué grandes hazañas ven ustedes que un hombre (blanco y occidental generalmente) haga por primera vez? Ninguna. Ellos las hacen desde siempre porque nadie les ha prohibido o impedido nunca estudiar, votar, ir al espacio, ponerse pantalones, montar en bicicleta, impartir justicia o dirigir países solo por ser hombres. Y, desde luego, si alguna vez a algunos hombres se les ha impedido por su origen, su clase, su condición sexual o social se lo han prohibido otros hombres, no las mujeres.
Pero, a lo que iba. Aunque siga sintiendo un pellizco cada «primera vez» porque me recuerda la injusticia acumulada, ¡qué emoción al leer el anuncio del vuelo!
Las alegrías duran poco en casa de las feministas. Y apenas habíamos sabido del éxito, nos llegó la noticia de la cancelación. «La NASA cancela el primer vuelo espacial solo de mujeres». La noticia me llegó como un aviso de un periódico estadounidense. Como mi inglés no es todo lo bueno que me gustaría, no acababa de entender los motivos. Algo relacionado con los trajes pero… no, no puede ser. Algo no estoy traduciendo bien. Mejor voy al diccionario. Sí, sí, es por los trajes. ¡Faltan trajes!
Mi desconcierto aumenta. Tenía entendido que eran dos mujeres las que viajaban. Pero está claro que eran más si no hay trajes suficientes. ¿Cómo va a ser posible que vayan dos mujeres y no haya trajes? ¿No tienen dos trajes? Bueno, pongamos que sean cuatro porque en el espacio también hay que llevar mudas «por si nos pasa algo», que es lo que nos han dicho las madres toda la vida. ¿La NASA, la puñetera NASA, ¿no tiene cuatro trajes espaciales? La crisis es peor de lo que yo pensaba, desde luego.
Espero a que la prensa española recoja la noticia. Y los titulares son del tipo: «La NASA cancela el primer vuelo espacial solo de mujeres por no tener trajes de su talla», o «La NASA cancela el primer paseo espacial sólo de mujeres por problemas con los trajes». Vemos aquí la variedad de pareceres de la prensa española para recoger las recomendaciones de la RAE. Solo con tilde y sin ella. Hablaremos alguna vez de la RAE, no se preocupen.
Eso son dos titulares, decía. Casi todos eran del estilo. Pero ya sabemos que los titulares no dicen siempre toda la verdad. Tampoco esta vez. Los trajes no tenían ningún problema. Y no es que no hubiera trajes de sus tallas. El problema es que alguien (muchos alguien, un equipo, uno de los mejores del mundo, además) que sabe lo suficiente para lanzar un cohete al espacio con gente; para que ese gente llegue viva; para que llegue viva justo a donde quieren que lleguen; que se paren allí; que saquen unas piezas y las coloquen en otro objeto enorme lanzado previamente que sigue localizable y en funcionamiento no se le ocurrió que los trajes de hombre no fueran unisex.
Quizás el traje te esté bien. Pero eso no quiere decir que sea tuyo, solo es prestado. Y te pueden pedir que lo devuelvas.
Porque eso es lo que pasó. El problema no eran los trajes. El problema no eran las tallas. El problema se llama androcentrismo y consiste en creer que el hombre, como ser racional varón, es sinónimo de ser humano varón o mujer cosa que, por cierto, también dice la RAE. Y no es verdad. El mundo se ha construido por hombres a su medida. Y cuando hemos exigido un lugar en el mundo nos han dejado un hueco en ese mundo masculinizado. Y, cuando estamos en él nos dicen: «¿Qué más queréis?».
Los trajes no eran medianos y a ellas no les quedaban bien. Los trajes eran para hombres medianos y ellas eran mujeres.
De la misma manera, el poder al que accedemos es un poder masculinizado. La educación que recibimos es una educación patriarcal. La justicia que se nos aplica es una justica pensada hace siglos por hombres y para ellos. Por eso tantos hombres se sienten cómodos en ellas: ¡son de su talla!
Quizás tú eres mujer y no eres feminista. Quizás el traje te esté bien. Pero eso no quiere decir que sea tuyo, solo es prestado. Y te pueden pedir que lo devuelvas.
Quizás tú eres hombre y crees que el feminismo «ya se pasa». Tranquilo, solo te quedarás sin traje si no hay unos solo nuestros. ¿No te interesa que los tengamos cuanto antes?
Por eso el feminismo exige para las mujeres un mundo de su talla. Y hasta que no exista necesitamos suficiente capacidad de maniobra para crearlo y margen de error bastante para que no se nos exija hacerlo bien a la primera. Porque después de más de dos mil años de historia en un mundo hecho por y para hombres, sin contar los muchos miles de años previos de ensayos de los que no tenemos registros, nos merecemos la oportunidad. En la tierra, y en el cielo.
Mientras, usaremos los trajes que tengamos más a mano. No digan que no avisamos.
Maravilloso texto, María, imprescindible hoy en el día en que se hace público uno de los hechos más impresionantes de la ciencia, en los que nos fue posible constatar lo que era impensable. Y fue obra de una ingeniera, creadora del algoritmo que hizo posible materializar en una imagen el horizonte de sucesos de un hoyo negro. He leído los comentarios más asquerosos, ardidos y descalificadores contra la Dra. Katie Bouman y veo que aún estamos a años luz de vivir sin violencia.