Feijóo estaba trabajándose una “ realidad alternativa indemostrable” intentando activar una mecánica narrativa propia de la post verdad trumpista para explicar su derrota e intentar así seguir al frente del partido después de su fracaso.
Por Lucio Martínez Pereda
Es su último recurso para seguir justificando su liderazgo al frente del partido. Les prometió una victoria, pero les entregó una derrota. Y ahora se ha enquistado en el obstruccionismo entorpecedor: cuanto más consiga retrasar la formación de un gobierno de izquierdas más conseguirá postergar la rendición de cuentas por su fracaso ante el partido. La izquierda está asombrada por la inutilidad de este esfuerzo y ve en esta dilación un recurso para ganar tiempo en la preparación de un tamayazo.
Hagamos un poco de historia reciente sobre este temor. 5 días antes de las elecciones del 23 J los medios de derechas ya daban por hecho la derrota- sin decirlo- del bloque PP-Vox y publicaron entrevistas de Feijóo apelando al apoyo de 20 diputados del PSOE. Se encargó de ello El Español, un medio dirigido por Pedro J. Ramírez, un periodista con amplia y diversa experiencia en la activación mediática de varias operaciones históricas de desestabilización política a favor del Partido Popular.
Una semana antes de las elecciones, en el PP- pese a lo que publicaban las encuestas performativas de los medios de derechas- ya tenían información interna sobre la movilización masiva de la izquierda en las urnas, y trabajan con el escenario casi seguro de que los votos del bloque de derechas resultarían insuficientes para alcanzar el Poder. Lógicamente no fue una casualidad que Feijóo señalase a Page como el líder del que colgar el apoyo de los “20 diputados del PSOE” : permitirá ocultar el posible tamayazo bajo la coartada de la ayuda “responsable” proporcionada por diputados socialistas “críticos” con el “Sanchísmo”.
Previamente, Feijóo – que lógicamente no se fiaba de las encuestas amigas- había deslizado las sospechas de un posible fraude electoral aprovechando los problemas que existieron en Correos con la avalancha de votos. Feijóo estaba trabajándose una “ realidad alternativa indemostrable” intentando activar una mecánica narrativa propia de la post verdad trumpista para explicar su derrota e intentar así seguir al frente del partido después de su fracaso.
La idea fue un calco aplicado a España de la estrategia usada por Trump en la etapa final de la campaña del 2020, cuando las encuestas internas le daban como perdedor, empezó a fabricar la teoría de la conspiración para alterar el resultado de las urnas, su objetivo real final no era dar un golpe de estado- imposible en EEUU- su objetivo era poder seguir al frente del partido republicano tras su derrota. Pero claro, como es obvio Feijóo no es Trump, y carece del carisma para activar en sus seguidores el fanatismo propio del Culto a la Personalidad del Líder. La política en la época de la sociedad del espectáculo es así en EEUU, en España: aún no.
Pero volvamos a ese posible pero improbable tamayazo que ahora teme la izquierda. El capítulo más importante de la Historia del Transfuguismo en la reciente etapa democrática fue protagonizado por la traición de 2 diputados electos del PSOE en la Asamblea de Madrid: Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez. En las elecciones dd mayo de 2003, el PP obtuvo 55 diputados frente a los 56 del PSOE (47) e IU (9), que iniciaron negociaciones para formar un gobierno de coalición. Sin embargo, el cambio de voto de Tamayo y María Teresa Sáez el mismo día de la sesión constitutiva de la Asamblea llevó- tras una repetición electoral- al poder a Esperanza Aguirre. Tamayo intento seguir viviendo de la política fundando un partido, pero tras el lógico fracaso electoral, el “fortalecimiento económico “ que recibió , sirvió para que trasladara sus negocios inmobiliarios a Guinea Ecuatorial. Allí tuvo problemas con la justicia y huyó del pais. La compañera de Tamayo, más discreta, tras ser expulsada del partido, se reincorporó a su plaza de administrativa en el hospital 12 de Octubre.
El muñidor de la operación,José Luis Balbás, jefe de filas del PSOE en ese momento en Madrid, fue expulsado del partido por su «evidente complicidad» con Tamayo y Sáez. Como premio a su trabajo fue colaborador habitual en varias televisiones ultraderechistas, la más conocida El Gato al Agua. Iniciando con ello una costumbre que después seguirán otros conocidos políticos socialistas felipistas que están en la mente de todos.
Creo que ya podemos finalizar esta larga curva histórica y volver a la actualidad. ¿Qué posibilidades tiene ahora el PP de reeditar un Tamayazo? Cuando el PP madrileño llevó a cabo esta operación no existían las redes sociales y lógicamente, la capacidad en términos de velocidad y dimensión de la reacción de la opinión pública nada tenía que ver con la actual. Además, ahora, a diferencia de entonces, nos encontramos con una izquierda que ya ha superado a la derecha en velocidad y dimensión de movilización y polarización emocional en las redes. Creo que estas circunstancias harían muy difícil el éxito de un nuevo tamayazo, pero como nunca se sabe habrá que estar muy atentos.
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