Feijóo descubre la hermandad en lo caducado

hay en todo esto un subsuelo post político que vuela bajo el radar de la auscultación y que ha encontrado en este turbión de violencia su oportunidad de afloracion

Por Lucio Martínez Pereda

El PP ha conseguido sumar para su operación de Furia y Ruido los productos de peor calidad que han encontrado disponible en el supermercado de lo social : jueces caducados, militares retirados, periodistas demediados, ex políticos amortizados y humoristas que ya nadie contrata ni para una despedida de solteros.

Acude a la llamada del PP-Vox, saliendo del subsuelo y la humedad lo más esperpéntico de la rancia España del nacional catolicismo. Ocupan plazas y calles tipos sociales que superan las expectativas más grotescas de los Valle Inclán, Almodóvar, Santiago Segura, Berlanga y Gutiérrez Solana. El propio Almodóvar parece pensarlo así cuando escribe en el diario.es , asombrado de esta realidad que supera la ficción: “ La imagen más impactante, si se mide en cantidad de memes, es la de señora mayor gritando (…) El grito, más vacuno que humano, es un berrido prolongado, con el que la señora no pretende articular ni una palabra. Solo proyectar un sonido salvaje”.

Pero hay en todo esto un subsuelo post político que vuela bajo el radar de la auscultación y que ha encontrado en este turbión de violencia su oportunidad de afloracion. El oxidado repertorio de consignas apocalípticas de estas movilizaciones se encaja en una sociología de recepción que está a su mismo nivel carencial: jóvenes violentos con dificultades de integración social, personas ancianas que no han acertado a integrar los cambios culturales de los últimos 30 años en sus tomas de decisión, y un lumpen de fundadores de micro partidos fascistas que ven en su participación en la violencia callejera una oportunidad para asegurar la posición de liderazgo en sus marginales organizaciones. Son personas, que atraídas por la llamada de una especie de fuego purificador que les ofrece el PP y VoX, creen participar en un Armaguedon que pueda poner a 0 el contador de sus fracasos.

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