Entrevista a Joan Salicrú (2ª parte): “Acabamos viviendo los conflictos internacionales de modo futboleizado: el espectador necesita que se le señale los buenos y los malos”

Hay posibilidad de que estalle otra vez el conflicto en Bosnia, aunque dudo mucho que vuelva a haber hostilidades bélicas, porque todo el mundo lo pasó muy mal y ahora están mejor que durante la guerra, aunque estén segregados

El relato sobre las guerras en los Balcanes, en general, y en Bosnia, en particular, siguen manteniendo el relato que simplifica el análisis señalando a serbios como genocidas, con Milosevic a la cabeza, y a los bosnios como víctimas inocentes. También en estas páginas, el profesor Carlos Taibo señalaba, a propósito de la guerra actual en Europa: “Parece como si existiese un ejército asesino ruso, y un grupo de monjas que resisten del lado ucraniano. Obviamente la realidad es más compleja.” ¿Es interesada esta visión simplista que nos dan los grandes medios, en la que nos señalan dos bandos, el de los buenos, y el de los malos? ¿No debería la prensa esforzarse un poco más en contarnos las causas y las consecuencias de un conflicto?

Sí, obviamente mi libro en parte nace de la denuncia de esta simplificación que llevaban a cabo los medios: la guerra entre “croatas”, “musulmanes” y “serbios”, cuando resulta que el bando serbio era básicamente el ejército Yugoslavo transmutado y que en el mando “musulmán” combatían un 30% de no musulmanes, con lo cual no era un ejército étnico. Pero los conflictos son difíciles de contar y al final los periodistas necesitamos simplificar las narrativas para contar unos hechos en un reportaje de 120 segundos en la tele. También es verdad que durante la guerra los contendientes evolucionaron y sí terminaron enfrontándose los tres grupos étnicos, ahora ya claramente identificados como tal. Además, sobre el maniqueísmo, también es verdad que acabamos viviendo los conflictos internacionales de modo futboleizado: el espectador casi necesita que se le señale quienes son los buenos, los más próximos a nosotros, y quienes son los malos, los más lejanos. Muchas veces pienso que el espectador medio no está preparado para digerir la información internacional de un informativo de televisión. Acaban siendo decenas de flashes que cuesta mucho de interpretar y situar.

En la guerra de Bosnia no hubo solo dos bandos, porque incluso dentro de los bosnios hubo alianzas cambiantes entre croatas y musulmanes, incluso hubo serbios que defendieron Sarajevo, y también musulmanes que lucharon contra la república de Bosnia y Herzegovina. Pero, además de esto, cada bando tuvo apoyos externos, no solo los que llegaron desde Serbia y Croacia, sino de distintos gobiernos de Europa ¿Cómo podemos comprender esta complicadas alianzas y los papeles que tuvieron países europeos que estuvieron muy lejos de tener una política exterior común?

Las guerras de Yugoslavia le pillan a Europa en un estado de construcción muy bajo de la política exterior común; le pillan “en bragas”. A algunos les parece que ahora tampoco hay política exterior común, pero solo hay que retrotraerse a 1991 para ver cómo hemos avanzado un montón. Y en 1991, cuando según los historiadores “se cerró” el siglo XX, aún estábamos en la lógica de bandos… de la Primera Guerra Mundial! Los franceses con los serbios y por lo tanto con los rusos por oposición a los alemanes, que apoyaban a los eslovenos y a los croatas, con la ayuda de Vaticano, que quería sumar a dos nuevos estados católicos. También Turquía y los países árabes empezaron a ver el interés de tener un país de mayoría musulmana muy cerca de la Unión Europea, como si tuvieran una avanzadilla allí… Pero esto ya era más moderno. Lo otro simplemente era la continuación de las alianzas que habían funcionado durante todo el siglo XX, sin más.

Tras el referéndum del 1 de marzo de 1992, y de la declaración de independencia de Bosnia, el ejército yugoslavo ocupa gran parte del territorio de esta república. Todavía no estaba constituida la Armija, el ejército bosniaco, entonces ¿con que fuerzas contaban los bosnios para oponerse a un ejército que ya se había desplegado en gran parte del nuevo estado?

Contaban con una fuerza militar muy escasa, porque además para dejar claro que no habría una guerra… el gobierno de Sarajevo había desarmado la antigua Defensa Territorial, el esquema de defensa complementario al del ejército yugoslavo por el cual cada República de la Federación tenía unas guarniciones militares. Lo que tenían eran las armas que tenía la policía y cuando vieron que o se defendían o los mataban empezaron a armar un ejército (también con las armas que la gente tenía en casa, al estilo suizo, por si había una invasión de la URSS o de Estados Unidos). Con eso salieron los civiles a defenderse, como ahora hemos visto en Kiev. Y sí, les costó mucho crear este ejército porque, paradoxalmente respecto lo que está haciendo la UE con Ucrania ahora mismo, había un embargo de armas a la República de Bosnia y Hercegovina, reconocida por la ONU. Poco a poco, gracias al pacto con Croacia y al contrabando, pudieron ir constituyendo un ejército que finalmente llegó a ocupar el 55% del país.

Durante años Europa se horrorizó con las imágenes de una guerra que no estaba muy lejos de Roma o de París, con la limpieza etnica, las violaciones masiva, el sitio de Sarajevo y la matanza de Srebrenica, sin embargo dieron por bueno los Acuerdos de Dayton, en el que se reconocía las conquistas territoriales de los contendientes, y la creación de dos entidades unidas, pero realmente separadas: la Republika Srpska y la Federación de Bosnia-Herzegovina. 25 años después de Dayton, ¿no fue este un acuerdo que ahondó en las diferencias entre las diferentes comunidades que conviven en Bosnia, y que impide que pueda desarrollarse, si fuera posible, una ciudadanía bosniaca?

Sí, ese acuerdo sancionó la realidad generada por la guerra, la segregación del país en zonas étnicamente puras (aunque había un sistema para que los refugiados pudieran volver a sus casas, por ejemplo, y a pesar de que preveía la captura de los acusados de crímenes de guerra, como así se hizo). Pero congeló el conflicto, hizo que enmudecieran las armas, paró la guerra, que es lo que las opiniones públicas occidentales reclamaban desde hacía tiempo. No había ningún otro acuerdo posible que preservase la integridad territorial del país pero que a su vez concediera a los serbios una minirepública, la República Srpska, para que pudiera vender el acuerdo a sus habitantes. Era un acuerdo muy norteamericano, muy pragmático, con lecturas opuestas. Pero el problema no era el acuerdo en sí ni su implementación sino que no quedaba claro si en diez, quince o veinte años se podría actualizar. Y se ha visto que no, porque las elites que ganaron la guerra y siguen mandando el país –repartiéndose el pastel, literalmente- no quieren dejar de hacerlo.

Cómo resultado de que, en la práctica, exista un segregación étnica, y que las comunidades serbia, croata y musulmana vivan realidades diferentes, una al margen de otra, ¿no hay riesgo de que, en cualquier momento, una chispa vuelva a incendiar Bosnia, y los otros estados de los Balcanes, tomen otra vez partido por los suyos? ¿Qué bases habría que poner para evitarlo, quizás una educación que no se basara en la identidad, y si en los valores e historia comunes?

Sí, hay esta posibilidad, aunque dudo mucho que vuelva a haber hostilidades bélicas, porque todo el mundo lo pasó muy mal y ahora están mejor que durante la guerra, aunque estén segregados. Pero no hay ningún incentivo para generar un diálogo interno entre las tres comunidades ahora ya sí claramente diferenciados, aunque objetivamente tengan muy pocas diferencias: la gente prefiere vivir en su zona, con los suyos, y no ser molestado, y por esto el retorno de refugiados a sus casas originales ha sido muy pequeño. Ahora estamos en un momento muy delicado porque de facto el miembro serbio de la presidencia tripartita del país, Milorad Dodik, está llevando a cabo pasos para conseguir estadios más cercanos a la independencia que al mantenimiento del país, en temas fiscales, de propiedad del territorio, de justicia… y hasta plantea resucitar un ejército propio de los serbios, abolido por Dayton. Todo esto espoleado por Putin, el gran malo del momento, que ve en Bosnia la posibilidad de generar problemas a la UE, que es a lo que juega permanentemente.

Sobre la educación: en algunos lugares hay dinámicas por las cuales los propios padres acaban pidiendo la abolición del sistema de segregación escolar –física, en aulas distintas- pero en otros sitios se mantiene como el día después de la Guerra. En mi opinión, la única posibilidad es que un juego bien hecho del palo y la zanahoria por parte de la Unión Europea vaya obligando a los políticos bosnios a ir moviéndose hacia unas fórmulas políticas más europeas y evolucionadas. Dentro de mi optimismo tenaz, que la UE alargue la mano a Ucrania hará que también tenga que hacerlo más pronto que tarde con los países que quedan entre Croacia –miembro de la UE desde 2013- y Grecia –que lo es desde 1986-: tener en medio de estos países un montón de estados que no son UE tendrá que ser corregido, sin duda.

Sobre los conflictos de los Balcanes hay un montón de referencias, pero nos gustaría que nos recomendaras algún libro, película o incluso música que nos acercara a Bosnia y Herzegovina. A mí me vienen a la cabeza, el film “Grbavica”, de Jasmila Žbanić, “Sarajevo: diarios de la guerra de Bosnia”, de mi paisano Alfonso Armada, o las “Historias de Bosnia”, del dibujante Joe Sacco…

Todos estos títulos son buenos, claro que sí. Apunto “Quo vadis, Aida?”, sobre la masacre de Srebrenica, que fue seleccionada en los Oscar 2021 a la mejor película extranjera –y que impresiona más que no ver los sitios reales del genocidio-, y el magnífico libro de mi paisano Marc Casals titulado La Piedra permanece: él ha vivido por diez años en Sarajevo y creo que es quien más sabe de Bosnia, de Cataluña y España.

Eres uno de los promotores de la productora audiovisual Clack, y en uno de sus documentales, “La última cinta desde Bosnia”, participaste también en el guión, junto a Ariadna Vázquez y a Albert Solé, que asumió también la tarea de dirección. En ella se refleja la solidaridad del pueblo catalán con el pueblo bosnio. Hablanos, para terminar, de este documental, y de lo que supuso ese movimiento de solidaridad con Bosnia.

Este documental es una idea que nos surge a Ariadna Vázquez y a mí cuando, acercándose el veinte aniversario del fin de la guerra, nos damos cuenta de los mecanismos que hay instalados en la sociedad bosnia para perseverar en la diferenciación étnica: educación, medios de comunicación, religión y futbol. Apuntamos estos cuatro aspectos. Es decir, más que hablar de la guerra nos poníamos la mano en la cabeza diciendo: es aún más escalofriante ver como a través de estos mecanismos se está consolidando la división étnica. Y decidimos plasmarlo en un documental (ya habíamos hecho otro en 2006-2008 que se llamaban Els Ponts de Mostar). Decidimos ir a buscar a Albert Solé, que es un documentalista relevante en Cataluña y que estuvo de cooperante en Mostar justo al terminar el conflicto bélico, para que lo dirigiera. Él aceptó el reto y entonces, pensando más en un documental vivencial que en un trabajo de investigación (esto lo dejé para mi libro), empezamos a buscar entre las personas que vinieron de Bosnia ahora hace casi ya treinta años a Cataluña y se quedaron a vivir aquí. Después de muchas entrevistas, conocimos a Sifa Suljic, natural de un pueblo al lado de Srebrenica, que personificaba esta imposibilidad de superar el conflicto hasta que no se hayan cerrado las heridas: en su caso lleva 25 años y aunque sí pudo enterrar al hermano menor y a su padre, asesinados durante la masacre, aún no ha encontrado el cuerpo de su hermano menor, Nezir. El testimonio era sobrecogedor y decidimos ir a Bosnia con ella a ver como podíamos avanzar en la búsqueda del cuerpo. El documental es la plasmación de este viaje, tanto real como interior. Ha ganado dos premios y seis nominaciones más en festivales europeos, el último que hemos conocido es de un festival de Marsella, que será en diciembre de 2022. Como responsable de la idea original con Ariadna Vázquez, es el trabajo que hemos hecho desde Clack del cual estamos más orgullosos, sin lugar a dudas.

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