El PSOE felipista es un boxeador sonado

Estos líderes del PSOE felipista, además, se han equivocado a la hora de calcular la pervivencia del prestigio social acumulado por haber pertenecido a la generación política de la Transición

Por Lucio Martínez Pereda

El señor Redondo es expulsado del PSOE por apoyar la movilización convocada por el PP para el 24 de septiembre. El PSOE ha tenido excesiva paciencia y durante mucho tiempo con el señor Nicolas Redondo: ningún partido político tiene entre sus afiliados a alguien que constantemente hace propaganda de las propuestas de un partido opositor. Creo que Lamban y el señor Page tendrían que darse de alta en el Partido Popular

Redondo hizo público su desprecio a “Sánchez y su camarilla” y sigue el camino de Leguina que fue expulsado del PSOE en diciembre. Leguina ha afirmado ayer que en las últimas elecciones votó al Partido Popular. Ambos políticos han entendido el PSOE como una plataforma que les proporcionó oportunidades para satisfacer sus intereses profesionales y económicos , desconociendo algo fundamental para cualquier militancia: que un partido no es un restaurante en el que cada comensal puede elegir los platos del menú que le apetecen y rechazar los que no les gustan. Si tuvieran un mínimo de honestidad se habrían dado de baja antes de ser expulsados. No me gusta, por varias razones, el concepto “ traición”, pero el comportamiento de ambos encaja perfectamente en esta categoría moral. Estando en el PSOE ambos han trabajado con un doble objetivo: perjudicar a su partido y beneficiar al PP

Estos líderes del PSOE felipista, además, se han equivocado a la hora de calcular la pervivencia del prestigio social acumulado por haber pertenecido a la generación política de la Transición: se ven a sí mismos con una capacidad para influir en la opinión pública que ya no tienen o tienen muy desgastada. Recuerdan a viejos boxeadores sonados que aún piensan que el relato de aquel maravilloso combate victorioso de su juventud todavía interesa a los jóvenes que entrenan en su destartalado gimnasio de barrio, o a las antiguas estrellas del cine mudo que echan pestes contra el sonoro.

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