Sánchez sabe que cuanto más se confronte públicamente su imagen a la de Feijóo más se acrecienta entre los votantes del PP la percepción de que acuden a las urnas pese al líder que tienen.
Por Lucio Martínez Pereda
Antes era Feijóo quién exigía pervertir las funciones del senado convirtiéndolo en una cámara de resonancia para fortalecerse como líder del partido y hacerse creíble “ jefe “ de la oposición. Pero ahora la autoría de este interés por conseguir la atención de las televisiones, fortalecerse con los posteriores elogios en tertulias y parabienes escritos por la prensa fiel ha cambiado: ahora es Sánchez quien emplaza al presidente del PP a un duelo en el Senado el martes 25 de abril. Sería el cuarto, y con el daría comienzo la campaña para las municipales y autonómicas de un mes después.
Sánchez sabe que cuanto más se confronte públicamente su imagen a la de Feijóo más se acrecienta entre los votantes del PP la percepción de que acuden a las urnas pese al líder que tienen. Los votantes del PP no votan a favor de Feijóo: votan contra Sánchez.
La tradicional admiración entre los votantes de la derecha española por un liderazgo fuerte y autoritario no acaba de encontrarse representada en este líder carente de atractivo mediático.
El señor Feijóo es plano y aburrido, no es capaz de salirse del guion escrito por sus asesores, ni sabe ni consigue conectar con la gente y está incapacitado para enfrentarse a los periodistas en una ronda de preguntas inquisitivas. Está a años luz de ser el líder fuerte soñado por los votantes de derechas españoles.
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