El enemigo no viene en patera, viene en limusina

Tenemos a auténticos patriotas, como Abascal, intentando convencer a la sociedad que quienes roban no son quienes van en limusina, sino personas que viajan en patera escapando del hambre y la miseria.

Por Juan Teixeira

Los Papeles de Pandora suponen el último escándalo de fraude fiscal a nivel global, y ponen de manifiesto (una vez más) la triste realidad de este sistema económico darwinista, donde impera la ley del más egoísta y para el cual los términos solidaridad o justicia no son más que posibles nombres de yate. Pero no son ni mucho menos el único de los escándalos actuales en los que se ven implicados respetables hombres de traje con nóminas obscenas, pero a los que su infinita codicia les lleva a buscar nuevas formas de acumular mayores riquezas, a costa de quien sea. Y sin embargo, parte de la sociedad continúa obviando o justificando sus fechorías, mientras señalan como culpables de los problemas que generan a otras personas que no tienen absolutamente nada que ver.

Foto: Twitter de Laura L. Ruiz – @lauralruiz

Por mucho que a algunos les cueste asumirlo, hay que reconocer que el capitalismo funciona a las mil maravillas. Y ese es el problema y condena de la humanidad, que funciona. Funciona obviamente para los que están en la cúspide de la pirámide, pues les permite acaparar tanta riqueza a cada uno de ellos como varios millones de personas que están en escalafones inferiores. Y funciona porque está organizado de tal modo que esos millones de personas que están por debajo llegan a pensar que el origen de sus problemas no son las personas de arriba, sino las de abajo.

Se trata de una estrategia clásica del nazismo: buscar a un culpable y cargarle todos los posibles problemas para librarse de ellos. Los nazis lo hicieron principalmente con los judíos. El capitalismo lo hace con los pobres.

Y hablando de nazis, uno de los partidos políticos del Estado español que más descaradamente utiliza esta técnica es VOX, un partido financiado por la oligarquía económica para poder mantener su privilegiada posición de poder, pero que se vende como defensor del pueblo llano y a su vez culpa a los extranjeros de los problemas generados por esa misma oligarquía que financia el partido.

Un ejemplo evidente lo tenemos en el repugnante cartel electoral utilizado en las últimas elecciones en Madrid donde se culpaba a menores de edad en grave situación de desprotección social, y cuya similitud con la propaganda nazi es aterradora. Cabe recordar que la Audiencia Provincial de Madrid validó esta aberración, al afectar según ellos a «un evidente problema social y político».

VoxNazis

Hay que reconocer que tiene mérito engañar a tanta gente para que crea que sus problemas son una persona que escapa de la guerra sin ningún tipo de recurso y no los empresarios que lo explotan día tras día en el trabajo, los fondos buitre que le suben el alquiler que paga cada mes o la mafia eléctrica que ha hecho que su factura se multiplique por 3 en el último año.

¿Qué hace el Gobierno ante estos atropellos de la oligarquía? Pues quitar los pasos de cebra para que dichos atropellos se produzcan con mayor fluidez. Uno de los métodos más visibles que utilizan las grandes empresas para influir (o más bien comprar) el poder político son las puertas giratorias, cuya última estrella invitada ha pasado de defender los intereses de las compañías eléctricas desde la política a hacerlo desde el cargo de vicepresidente de una de las más grandes compañías de energía. Sin esconderse ni ruborizarse siquiera. Hemos estandarizado tanto esta situación que ya forma parte de la «normalidad democrática».

Pero las puertas giratorias no son la única herramienta que utiliza la oligarquía para mantenerse en su posición de poder y vivir a todo trapo a costa del esfuerzo de la ciudadanía. Solo por poner otro ejemplo, podemos hablar de la reforma fiscal de tapadillo que ha realizado el PPSOE en las últimas décadas: en 2007 el IRPF suponía el 34% de la recaudación tributaria, mientras que en 2022 será el 45%. Lo mismo sucede con el IVA, que pasó del 28 al 33%. En el mismo periodo, el impuesto de sociedades pasó del 22 al 8% del total. ¿Qué significa esto? Que la mayor parte de la población paga más impuestos, mientras que la oligarquía paga menos. Es decir, desigualdad social fomentada desde el Gobierno.

sociedades

Pero estas reformas no siempre se hacen de tapadillo. Muchas otras veces, la norma es evidentemente favorable a quien más tiene. La semana pasada, la Agencia Tributaria publicó un informe que muestra claramente como los grandes grupos empresariales del Estado español pagan poco o muy poco de sus beneficios en el impuesto de Sociedades. Según los datos que las mismas corporaciones han proporcionado a la Agencia Tributaria, en el año 2018 de las 122 multinacionales españolas más grandes, 65 pagaron entre el 0 y el 15% de sus beneficios en impuestos. Es decir, quien más tiene, menos paga.

Y si las leyes tributarias ya son tremendamente injustas de por sí, más allá de ellas existe todo un entramado internacional para que los más adinerados puedan pagar todavía menos impuestos.

Los Pandora Papers han vuelto a mostrar estos entramados utilizados por las élites económicas de todo el mundo para obtener unos mayores beneficios, poniendo sobre la mesa una vez más las vergüenzas de un sistema económico podrido hasta la médula, donde prima el individualismo, las redes clientelares y que separa a través de privilegios heredados unas clases sociales de otras. Casualmente, en esta nueva filtración hay una variada representación de políticos que van desde el conservadurismo hasta la rama más reaccionaria de la ultraderecha o el fundamentalismo religioso, poniendo de manifiesto que para ellos las banderas, la patria o los valores no son más que herramientas para manejar a la población a su antojo y poder aumentar así su patrimonio y perpetuarse en la cima de la pirámide.

Podríamos hablar también de la mafia inmobiliaria, cuyos representantes son fondos buitre internacionales y bancos de los que está absolutamente prohibido hablar en los medios de comunicación estatales, como son Blackstone, Caixabank o Sareb. Tan solo Blackstone suma unas 40.000 viviendas en propiedad, viviendas que son utilizadas como bien especulativo, lo que choca directamente con la Constitución Española:

Artículo 47: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.

Pero claro, todos sabemos que los capítulos importantes de dicha Constitución son los que justifican la represión o el mantenimiento del statu quo postfranquista, y no los que defienden los derechos de la ciudadanía. Y así continúan estos grandes fondos buitre especulando con un derecho básico, buscando y aplicando nuevas estratagemas para obtener mayores beneficios haciendo que el precio de la vivienda se dispare por todo el Estado español. Entre 2015 y 2020 los españoles han pasado de pagar 570 euros mensuales de alquiler a 866, lo que significa una subida media del 52%. En el mismo periodo los sueldos tan solo subieron un 4,1%. Y en aquellos lugares donde gobiernan partidos cuya defensa de estos especuladores es más evidente, el precio de los alquileres ha llegado incluso a triplicar el salario medio. Eso sí, las cañas libertarias fresquísimas no se las quita nadie.

alquileres

Otra de las tácticas que se utilizan desde la cúspide de la pirámide para seguir lucrándose a costa del resto de la pirámide es la corrupción política. Según la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC), España paga en corrupción unos 10.500 millones al año, sólo midiendo el impacto de lo que se conoce como pago en «sobres». La factura total en corrupción es tan exagerada que organismos tan poco preocupados por el bien social como la CNMC o el Foro Económico Mundial calculan que España podría crecer medio punto más cada año si no existiera dicha corrupción. Según la Comisión Europea, la factura global de los sobornos supera los 1,5 billones de euros, lo que supone en torno al 2% del PIB global.

Y mientras estos señores que viajan en limusina continúan riéndose y lucrándose a costa del resto de la sociedad, tenemos a auténticos patriotas como Santiago Abascal, a sueldo de esos mismos señores, intentando convencer a esa misma sociedad que quien le roba no son ellos, sino personas que viajan en patera con una mano delante y otra detrás, escapando del hambre y la miseria. O niños sin familia ni recursos. O personas por su orientación sexual o color de piel. Suena absurdo, pero más de tres millones y medio de personas se creyeron esta infamia y le votaron en las últimas elecciones. Más de tres millones y medio de personas que se han creído el cuento de que su enemigo viaja en patera y no en limusina.

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