las fuerzas armadas azerís, traspasaron la línea de contacto y avanzaron en el territorio de la República de Arsakh, y a pesar de que el mando de las fuerzas de paz rusas fue informado de esta nueva amenaza, no hay constancia de que hayan retrocedido a sus posiciones iniciales
Por Angelo Nero
Son más de cien días los que la población de la República de Artsakh, antes denominada Nagorno Karabakh, lleva bloqueada por azeríes hostiles bajo la falsa bandera de la defensa del medio ambiente. Cien días en los que la población de Stepanakert, y los pueblos que todavía están bajo administración de esta pequeña república armenia, -no reconocida internacionalmente, pero, de facto, desde enero de 1992-, ha permanecido rehén del ejército azerí, convirtiendo este territorio en una cárcel a cielo abierto. Cien días en los que han sufrido constantes cortes de gas, en medio de un severo invierno con temperaturas bajo cero, en los que se ha impedido el paso de alimentos básicos, de medicamentos. Cien días en los que su única conexión con el mundo, el paso de Lachín, está cerrado pese a que las fuerzas de paz rusas, garantes del acuerdo firmado tras la invasión azerí de 2020, deberían mantenerlo abierto. Cien días en los que la crisis humanitaria declarada en Artsakh, se ha agravado de tal forma que, a pesar de los insuficientes convoyes de la Cruz Roja, la sombra del genocidio se sigue cerniendo sobre las mujeres, hombres y niños de Arsakh.
Según informa el Ministerio de Interior de Artsakh, este domingo, 26 de marzo, el ejército de Azerbaiyán disparó contra civiles desarmados, que realizaban trabajos agrícolas en aldeas a lo largo de la línea de contacto, una práctica que no es una novedad, y que ya ha causado varios muertos entre la población armenia. Esta vez ha sido en los pueblos de Sos y Tagavard, donde sus habitantes realizaban trabajos de poda y limpieza de sus campos. Esto es parte de otra limpieza, pero étnica, que no esconde el objetivo del gobierno dictatorial de Aliev de vaciar de armenios todo Nagorno Karabakh. Afirma el comunicado que el contingente de paz ruso fue informado de inmediato. Las medidas que han tomado estos las desconocemos. Tal vez las mismas que en el corredor de Lachin.
Pero este no es el incidente más grave de los últimos días, puesto que el sábado, 25 de marzo, informaba la agencia Artsakh Press, que las fuerzas armadas de Azerbaiyán habían violado la línea de contacto en el sector Shushi-Lisagor, establecida en la declaración tripartita de 2020. Shushi, la segunda ciudad de la República de Artsakh, cayó en manos azerís, en la guerra de 2020, tras intensos bombardeos sobre la población civil por parte del ejército de Azerbaiyán, con apoyo de Turquía. La catedral de Ghazanchetsots, uno de los símbolos de Shushi, y de la fe ortodoxa armenia, fue también bombardeada, y posteriormente saqueada.
Este sábado, las fuerzas armadas azerís, traspasaron la línea de contacto y avanzaron en el territorio de la República de Arsakh, y a pesar de que el mando de las fuerzas de paz rusas fue informado de esta nueva amenaza, no hay constancia de que hayan retrocedido a sus posiciones iniciales. La excusa de Azerbaiyán para su movimiento ha sido una falsa información sobre el uso de la carretera de Stepanakert-Ghaibalishen-Lisagor para el transporte de material bélico por parte de las fuerzas de defensa de Artsakh, algo que ha sido desmentido por sus autoridades.
Recordar también que a principios de mes, el domingo 5, las fuerzas azerís dispararon, sin provocación previa alguna, sobre un grupo de policías karabajís, matando a tres agentes e hiriendo a un cuarto policía.
Según Artsakh Press: “Las autoridades de Artsakh han declarado varias veces que, en las condiciones del bloqueo que comenzó el 12 de diciembre, esta carretera de montaña se utiliza para la organización de comunicaciones civiles y urgentes entre Stepanakert y las cuatro comunidades de la región de Shushi, que se lleva a cabo a través de altos vehículos, teniendo en cuenta el terreno muy difícil y peligroso de la zona.
La existencia y la actividad normal del Ejército de Defensa no representa ninguna amenaza para nadie, ya que está destinado exclusivamente a la autodefensa, considerando los peligros y amenazas reales e inmediatos contra la existencia física y la seguridad del pueblo de Artsakh”.
Por otra parte, un nuevo conflicto se está fraguando en esta volátil zona del Cáucaso, ya que diversas informaciones apuntan a que Irán podría ir a la guerra contra Azerbaiyán, si el ejército de este país invadiese el sur de Armenia. Recordemos que Baku mantiene reclamaciones territoriales sobre una parte del territorio iraní al que denominan “Azerbaiyán Sur”. El mismo Aliev, en el marco de unas maniobras militares de su ejército en la frontera con la República Islámica, en noviembre de 2022, declaró:
“Siempre hemos respondido y continuaremos respondiendo a cualquier paso contra Azerbaiyán, ya sean declaraciones o acciones. Tuvimos que iniciar ejercicios militares en la frontera con Irán para demostrar que no les tenemos miedo. Haremos todo lo posible para proteger nuestra forma de vida, el vector secular del desarrollo de Azerbaiyán y los azerbaiyanos, incluidos los azerbaiyanos que viven en Irán. Son parte de nuestra nación.”
Baku ha subido el nivel de sus amenazas contra el sur de Armenia, para forzar la creación del Corredor de Zangezur, en la región armenia de Syunik, que conectaría a Azerbaiyán con la República Autónoma de Najicheván, que formaba parte de Armenia y fue ocupada por los otomanos durante el genocidio armenio, en 1918.
Irán, enemiga de Turquía y de Azerbaiyán, teme que de materializarse el Corredor de Zangezur, se cortaría su única vía terrestre de acceso al mercado ruso, y también a los mercados europeos, por lo que se vería obligada a apoyar a Armenia, ante una eventual invasión azerí. También estaría motivado por el riesgo de que los regímenes de Aliev y Erdogán (İki devlet, Tek Millet. Una nación, dos estados) apoyaran a grupos panturanistas que lucharan por la creación de un nuevo estado étnicamente turco en el norte de Irán.
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