Si algo negativo hay que decir sobre la intervención del profesor Laporte es que no midió las implicaciones mediáticas y en el debate público que era casi inevitable que acabase produciendo.
Por Carlos Sánchez Fernández, FADSP
A propósito de la intervención del Prof Laporte en la Comisión de Investigación sobre vacunas
La intervención de Joan Ramón Laporte en la Comisión de Investigación relativa a la gestión de las vacunas y el Plan de Vacunación en España ha suscitado una oleada de críticas y un cierto linchamiento mediático en alguna televisión que ha trasladado al ámbito del debate científico el formato habitual de sus programas del corazón, la búsqueda del morbo y la indefensión de las personas mencionadas. Pero también esta siendo utilizada por los antivacunas como un argumento consistente en su favor, y se le ha tachado injustificadamente como un negacionista.
El Profesor Laporte es sin lugar a dudas una autoridad académica incuestionable y alguien que se ha caracterizado por su independencia de los intereses industriales de la Big Farma y por sus críticas a las numerosas irregularidades de la misma.
Independientemente de la conveniencia de sus opiniones y del mayor o menor grado de acuerdo que se tenga con las mismas es obvio que su opinión y los datos que aporta son interesantes, y merecen un debate que requiere un esfuerzo investigador independiente por parte de la comunidad científica porque aun queda bastante por conocer sobre las vacunas y sus efectos a corto y medio plazo y sus posibles interacciones con otros medicamentos.
Si algo negativo hay que decir sobre la intervención del profesor Laporte es que no midió las implicaciones mediáticas y en el debate público que era casi inevitable que acabase produciendo, pero eso al final abre otro debate, el de la necesidad o no de la autocensura de las propias opiniones fundamentadas y suficientemente razonadas, autocensura que acabaría con cualquier tipo de avance en la ciencia e interferiría en el desarrollo de la democracia, pues esta claro que la manera de afrontar la Covid19 tiene muchas implicaciones que no solo son científicas, sino también políticas y democráticas, y que este debate no puede estar en manos de las multinacionales farmacéuticas, tan proclives a esconder sus errores y a maximizar sus beneficios, ni tampoco de los medios y profesionales que tienen numerosos conflictos de interés. El crecimiento del negacionismo y de los llamados antivacunas es solo una cara de la creciente desconfianza de la población ante la falta de argumentación sólida de los políticos que gestionan la crisis sanitaria, los bandazos en las medidas y su incoordinación, así como el protagonismo de los intereses de la industria farmacéutica y de la economía (véase el increíble debate sobre los días que debe durar una baja por covid19 donde los criterios económicos son los que priman sobre los sanitarios).
Por supuesto ya se han producido bastantes respuestas en foros más informados, y mucho más restringidos, y todos coinciden en la necesidad de un debate más en profundidad sobre los aspectos señalados por el Prof Laporte, lo que no supone estar de acuerdo con sus planteamientos, y no estaría de más que se hiciera desde el propio Ministerio de Sanidad, aunque es dudoso que lo haga, porque para ello tendría que delimitar de manera decidida los conflictos de interés en el sistema sanitario y asumir el papel de autoridad sanitaria del que parece haber renunciado hace tiempo.
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