Cincuenta años de la Embajada Aborigen

“Me gustaría pensar en mí y en mis tres colegas como los que despertaron a Australia e hicieron que el mundo fuera consciente del hecho de que aquí había un problema”.

Por Angelo Nero

El 26 de enero de 1972, mientras se celebraba el Australia Day, que conmemora la llegada de Arthur Phillip –gobernador de la primera colonia europea en el continente- con una flota británica a la bahía de Sídney en 1788, un grupo de jóvenes activistas aborígenes – Billy Craigie, Bert Williams, Michael Anderson y Tony Coorey- instalaron la primera, simbólica aunque precaria, Aboriginal Tent Embassy, una suerte de embajada extranjera en su propia tierra, para hacer visible su protesta por la decisión del primer ministro australiano Billy McMahon de no entregarles títulos de propiedad de tierras a los aborígenes.

“Me gustaría pensar en mí y en mis tres colegas como los que despertaron a Australia e hicieron que el mundo fuera consciente del hecho de que aquí había un problema”, dijo Michael Anderson.

Pese a que la primera instalación no era mucho más que una sombrilla de playa sobre el cuidado césped del Old Parliament House, que entonces era la sede del Parlamento, en Canberra, y que fue desmantelada por la justicia y la policía australiana meses más tarde, en primer ministro McMahon, no consiguió que aquella protesta simbólica quedara en el olvido, porque la embajada aborigen volvió a alzarse, hasta crear una estructura permanente donde cincuenta años después el movimiento en defensa de los derechos del pueblo originario de Australia sigue reivindicando sus derechos. En 1955 la Aboriginal Tent Embassy fue registrada en el Australian Register of the National Estate como un lugar representativo de la lucha política aborigen.

Mientras el gobierno de Australia celebraba la llegada del almirante Phillip, que marcó el punto de partido del genocidio de los pueblos originarios, del que se documentan más de 300 masacres, y que se extendieron hasta la década de los treinta del siglo pasado, miles de aborígenes se manifestaban este 26 de enero en toda la isla en protesta contra la colonización y persecución de su raza, desde hace 230 años.

Mientras que los descendientes de aquellas primeras hornadas de europeos, muchos de ellos convictos -164.000 fueron trasladados a esta colonia penal inglesa hasta 1868-, celebran el día de Australia con comidas en familia y fuegos artificiales, los aborígenes no han dejado de salir a las calles, cada año con más fuerzas, y en este han sumado más de 25.000 almas en la segunda ciudad del país, Melbourne, proclamando esta fecha como el Invasion Day. También hubo manifestaciones en Sídney, Hobart, Adelaida y otras poblaciones a lo largo del continente.

En una población de, aproximadamente, 23 millones de australianos, todavía hay una importante minoría aborigen, que son en torno a los 700.000, y donde se levantan cada vez más voces en favor de que se les reconozcan sus derechos dentro de la Constitución, ya que, como dato indicativo, no llegando a ser el 4% de la población total, son casi el 30% de la población penal. No fue hasta 1965, cuando se produjo la importante movilización aborigen del Viaje por la Libertad, que tuvieron derecho al voto, y un año más tarde, bajo el liderazgo de Vicent Lingiari, unos 200 ganaderos y trabajadores, iniciaron una huelga de siete años en demanda de igualdad salarial y por la propiedad de la tierra.

Las reivindicaciones sobre la propiedad de sus tierras ancestrales, sobre la situación de desigualdad y marginación en la sociedad australiana, sobre los constantes abusos policiales, han sido constantes en estos últimos cincuenta años, desde que aquellos cuatro jóvenes plantaran su embajada frente al parlamento.

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