Por Sabino Cuadra Lasarte
“Otro que se va de rositas”, ha comentado mucha gente. Lo mismo que sucedió con otros peces gordos, cetáceos incluso, que le precedieron. Franco, sin ir más lejos. Fraga Iribarne, otro que tal. De todas formas, al menos estos últimos años, Billy el Niño sudó lo suyo. De ser perseguidor, pasó a ser perseguido. Se invirtieron los papeles. Fue él quien tuvo que esconderse bajo un casco de motorista y huir de sus víctimas.
Pero empecemos por donde hay que empezar: Billy el Niño era uno más. Formaba parte de la Brigada Político Social (BPS) franquista, máquina de triturar personas, creada a imagen y semejanza de la Gestapo nazi. Al igual que sucedió con el TOP franquista, recauchutado en 1977 en democrática Audiencia Nacional, con la BPS pasó algo parecido. No ocurrió lo que en Portugal, tras las revolución de los claveles, donde la PIDE, policía secreta salazarista, fue desmantelada y muchos de sus miembros juzgados y condenados. No, aquí no. Aquí siguieron los mismos perros con distintos collares. En 1982, con gobierno socialista, en nueve de las trece Comisarías Generales de Policía del Estado, sus máximos capos eran viejos cofrades de la BPS. Miles de agentes a sus órdenes eran también antiguos alumnos.
Estos son algunos nombres. Junto a Billy el Niño, la jueza argentina Servini imputó también por crímenes contra la humanidad a diez policías, guardias civiles y militares, que tanto monta, monta tanto: Jesús Quintana Saracibar, Carlos Rey González, Jesús González Reglero, Ricardo Algar Barrón. Pascual Honrado de la Fuente, Benjamín Solsona Cortés, Jesús Martínez Torres, Atilano del Valle Oter, Antonio Troncoso de Castro y Félix Criado Sanz.
A destacar también algunos otros miembros de la BPS que, como Billy el Niño, lograron también remuneradas condecoraciones por sus méritos policiales. Es el caso de Miguel Gónzalez Reglero, Andrés Gómez Margarida, Roberto Conesa, Manuel Ballesteros, Carlos Anechina Checa, Conrado Celso, Francisco de la Guardia Gilabert, Raimundo Maestro Rebaque, José Sainz, Eduardo Quintela Boveda, etc… Muchos de ellos hicieron prácticas y máster varios en Comisarías de Euskal Herria, algo muy valorado a la hora de hacer currículum y lograr puntos para ascender en el escalafón.
Sigamos. Billy el Niño fue un mandado. Destacado torturador, sí, pero un mandado. Entre 1975 y 1979, los ministros cara-al-sol del Interior que dirigían la macabra orquesta represiva fueron Fraga Iribarne y Martín Villa, pata-negras fascistas desde su más tierna infancia. Al primero le apodaron “el carnicero de Vitoria”, por aquello de la matanza del 3 de marzo de 1976, en Gasteiz: siete muertos, decenas de heridos de bala…. A pesar de ello, cuenta con un busto a él dedicado en el Senado español.
La tortura, de todas formas, no es algo del pasado, sino una práctica policial habitual durante estos últimos 40 años. Tortura redondeada en ocasiones, además, con asesinatos y desapariciones: José Arregi, Juan Mañas-Luis Montero-Luis Cobo (Caso Almería), José A. Lasa, José I. Zabala, Mikel Zabalza, Mikel Etxeberria,… En el macro-juicio realizado en 2013-2014 en la Audiencia Nacional contra 40 jóvenes, acusados de pertenecer a la organización juvenil vasca Segi, la mayor parte de éstos denunciaron malos tratos y torturas. Dictámenes periciales aportados, realizados en base al Protocolo de Estambul, sobre Torturas, aprobado por la ONU, corroboraron lo anterior. El Tribunal, si bien no reconoció las torturas realizadas, absolvió a los encausados por entender que sus autoinculpaciones, hechas en régimen de incomunicación, no podían ser estimadas.
Más tarde, en 2017 se publicó el Informe sobre Tortura en la CAV (años 1960-2014), encargado por el Gobierno vasco y elaborado por el Instituto Vasco de Criminología. Fue realizado por varias decenas de profesionales (abogadas, historiadores, psicólogas..) coordinados por el forense Paco Etxeberría. El Informe recogió la existencia durante este período de 4.113 casos de tortura (los casi mil de Nafarroa no se incluyeron), cuya gran mayoría fue cometida en comisarías policiales o cuarteles beneméritos. Tres cuartas partes de ellas fueron realizadas a partir de 1978, es decir, en plena “democracia”. Por su lado, Relatores y Comisionados de la ONU, Tribunales argentinos y europeos, Amnistía Internacional…, han afirmado a su vez la continuidad de la práctica de torturas en el estado español y la falta de investigación gubernamental y judicial de las mismas.
El PSOE y U-P acaban de presentar en el Congreso español una Proposición no de Ley (PnL), solicitando al Gobierno la retirada de condecoraciones a Billy el Niño y a otros funcionarios y autoridades franquistas. En principio, por supuesto, nada que objetar a la iniciativa, sino todo lo contrario. De todos modos, resulta curioso comprobar cómo son los propios partidos que conforman el Gobierno los que le piden que adopte unas medidas que, sin más, podría tomar éste ya sin mayores trámites. Por otro lado, ¿por qué el único nombre que aparece en la PnL es el de Billy el Niño, recientemente fallecido, y no el de ningún otro de los muchos torturadores aún vivos? Es más, ¿quitarán a Martín Villa sus siete medallas, entre ellas la Gran Cruz de la Órden Imperial del Yugo y las Flechas, compartida con Adolf Hitler, Benito Musolini, H. Himmler…, o seguirá siendo intocable?
Es un tanto contradictorio que mientras sigue en pie la prohibición a todos los Juzgados de tramitar denuncia o querella alguna que tenga que ver con los crímenes del franquismo, y se boicotea por activa y por pasiva la tramitación de la querella argentina (extradiciones, declaraciones,…), se presente ahora esta PnL, auténtico chocolate del loro en relación con las exigencias de verdad, justicia y reparación reclamadas. ¿Serán tan solo fuegos de artificio? Pero seamos positivos. Esperemos que lo de las medallas de Billy el Niño sea el primer paso en la enmienda general que debe realizar sin más demora el Gobierno y la Justicia española.
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