Ariadna Vázquez: “la libertad de prensa fue una víctima durante el conflicto vasco”

Ariadna Vázquez ha accedido a hablar con NR de esta “Polifonía Vasca”, una película que merece la pena reivindicar, tanto por la importancia de los testimonios que recoge como por la calidad periodística de Antoni Batista, que conduce las entrevistas de una forma magistral

Por Angelo Nero

Antoni Batista es un periodista de largo recorrido, que trabajó en el diario Avui y en La Vanguardia, y se especializó en conflictos como los de Irlanda, Palestina y Euskadi. Sobre este último ha escrito una decena de libros, entre ellos “Otegui, la fuerza de la paz” o “ETA y nosotros”, también tiene publicados otra decana de obras sobre la memoria antifascista y los movimientos sociales, como “Memoria de la Resistencia Antifranquista”, o “Clandestinos”. Actualmente escribe en el diario Ara. Su trayectoria es un aval más que solvente para que los directores de “Polifonía Vasca”, Joan Salicrú y Ariadna Vázquez, lo escogieran para que fuera el hilo conductor de su documental, pero es que, además, cómo musicólogo, era el más acertado para armonizar estas voces diversas que combinadas dibujan una melodía que nos hace reflexionar de forma sosegada sobre el conflicto vasco.

La productora Clack Audiovisual está detrás de este proyecto, y la co-directora del documental, Ariadna Vázquez -que comparte la dirección con Joan Salicrú-, ha accedido a hablar con NR de esta “Polifonía Vasca” que, pese a salir a la luz en 2017, es una película que merece la pena reivindicar, tanto por la importancia de los testimonios que recoge como por la calidad periodística de Antoni Batista, que conduce las entrevistas de una forma magistral. ¿Cómo surge una idea como esta, que nos recuerda a aquella polémica “La pelota vasca, la piel contra la piedra”, de Julio Medem?

Sobre el invierno de 2016, Joan Salicrú, que es el codirector del documental, conoció a Antoni Batista, al que habíamos seguido y conocíamos su trabajo pero no a nivel personal, y supo que planeaba viajar en los siguientes meses al País Vasco, un poco con la idea de reunirse con las personas que habían sido sus fuentes durante muchos años de trayectoria periodística, y hacer un poco balance con ellos sobre los cinco años que habían pasado desde que ETA había decretado el cese de la violencia. Joan cuando oyó estos planes de Antoni Batista tuvo clarísimo que valía la pena grabarlo y que teníamos que acompañarlo en ese viaje y grabarlo.

Enseguida se lo propusimos a Antoni, que al principio era un poco reticente, porque él venía mucho del periodismo escrito, no tanto del audiovisual, tampoco nos conocía tanto, y no sabía que íbamos a hacer con una cámara en las manos y siguiéndole, y no lo veía muy claro. Pero, la verdad, Joan con sus dotes de buen comunicador, consiguió convencerlo, y aceptó.

A principios de julio de 2016 hicimos el viaje al País Vasco con él, y estuvimos diez días acompañándolo y rodando. El viaje fue muy planificado, hubo semanas de pre producción, y allí en el País Vasco no eran unas vacaciones, ni mucho menos, era un rodaje muy profesional, y si que es cierto que fue una experiencia muy intensa, porque en pocos días grabamos muchísimas horas, y tuvimos mucha convivencia, tanto con Antoni como con el resto del equipo.

Esta “Polifonía Vasca” es un rara avis en el panorama audiovisual del estado español, donde darle voz a personajes como Julen de Madariaga, Arnaldo Otegui, Angel Rekalde, hasta bien hace poco se corría el riesgo de ser calificado como “apología del terrorismo”. ¿Hemos estado durante demasiado tiempo negando una parte de las voces de esa polifonía, para entender las raíces profundas del conflicto y poder encontrar una solución dialogada?

Yo coincido con lo que tú planteas. Durante muchos años, especialmente durante los años en los que el conflicto estaba activo, para un periodista acercarse a la izquierda abertzale, a los miembros de ETA o a su entorno, era un ejercicio prácticamente imposible de hacer, sin ser calificado de sospechoso, o directamente cómplice de ellos. Y por eso, el mérito de Antoni Batista, que durante su trayectoria fue capaz de acercarse a este bando del conflicto, acercarse a ellos de forma abierta, con la voluntad de escucharles y darles voz, y creo que de una forma bien entendida, creo que escuchar y dar voz a alguien, aunque piense de forma muy distinta a como tu pienses, no significa hacer de altavoz acrítico, ni legitimar su discurso. Creo que Antoni era muy hábil haciendo eso.

Es cierto que él, ya era importante que en el documental constase, y por eso consta, creo que hacia el principio, que el señala muy claramente que matar es ilícito, siempre, y que nada justifica matar. Y creo que era importante señalar eso, o que fuera muy explicito el documental en eso, porque entendemos que desde esa posición ética, que es la de Antoni, y también la del equipo que hizo este documental, aunque tengamos esa posición, no significa que no podamos hablar, que no podamos escuchar a personas que, tal vez, piensan o actúan distinto. Pero entendiendo que esa escucha o ese dialogo, no pasa por difundir un mensaje de forma acrítica.

En ese sentido a mi me resulta muy paradójico que esos sectores de la política o de la sociedad, que son tan sensibles a esta cuestión, cuando toca el conflicto vasco, no tienen esa sensibilidad con la ultraderecha, ahora mismo. Ahora hay medios, de los importantes, que claramente hacen de altavoz, difunden, legitiman, el discurso de odio de la ultraderecha, y a mi me parece terrible que eso sea así, me sorprende que no que no haya una condena más unánime, en ese sentido, porque España ha sufrido trágicamente también las consecuencias del fascismo. Me molesta y me enfada ese doble rasero.

En el documental se escuchan los argumentos de la izquierda abertzale, de dirigentes socialistas, como Ramón Jauregui, o del ex-lendakari Juan José Ibarretxe, dónde cada uno da una visión distinta sobre el fin de la violencia, para unos fue fruto de un debate interno, para otros lo determinante fue la presión policial y la movilización en la calle, ¿para construir un futuro en paz, es menos importante establecer un relato, que entender las razones del otro?

El relato, ahí está la clave de los procesos de reconciliación, posteriores a un conflicto, es decir, cual es el relato que queda, después de ese episodio de la historia, de ese conflicto. Ahí está lo más difícil. Cómo tu apuntas, tal vez no haya que centrar la reconciliación en contar un relato único, porque eso creo que es prácticamente imposible, si no que más bien hay que centrar los esfuerzos en escuchar al otro, en escuchar las razones del otro, y en entender que, tal vez, en su relato hay alguna verdad, o algunas verdades. Y creo que, desde ahí, si no se puede llegar al relato único, pueden coexistir, o pueden vivir varios relatos.

Pero creo que en esta fase tan inmediata, porque aunque hayan pasado unos cuantos años no dejan de ser pocos años en relación al fin de la violencia, creo que en este periodo en el que estamos, aunque yo no soy especialista en resolución de conflictos, así que tampoco tengo una base teórica para defenderlo, creo que en esta fase tan cercana al fin del conflicto, tal vez haya que recopilar los relatos individuales, o colectivo, los diversos relatos que hay, y hacer este ejercicio de escucha, de valoración y de reconocimiento. De reconocimiento de la verdad y del dolor que hay en ese relato, porque desde ahí seguramente nos encontraremos todos.

La prensa tuvo un papel fundamental en el conflicto vasco, y ahí están los testimonios de Martxelo Otamendi, director de Egunkaria, que sufrió en sus carnes la represión, la tortura, la cárcel y el cierre de su periódico. ¿Fue la libertad de prensa una de las víctimas del conflicto vasco? ¿No están los medios de comunicación españoles, en general, cayendo en la misma dinámica de trincheras, silenciando las voces a favor del procès?

Si, la libertad de prensa se vio amenazada, o fue una víctima durante el conflicto vasco, por esta voluntad del poder por controlar que se publica en los medios y, por tanto, coartar la libertad de prensa es tan antigua como el periodismo. Desgraciadamente, pasó entonces, pasa ahora y seguirá pasando, el poder político, y el poder económico, tampoco tenemos que olvidarnos de las grandes corporaciones, de los grandes bancos, el poder, ya sea político o económico, tiene interés en controlar que se publica en los medios. También en controlar el relato, la versión oficial que se difunde, así que, lamentablemente sigue pasando. En ese sentido, el periodismo sigue siendo más necesario que nunca, porque, por suerte, sigue habiendo algunos medios independientes, que consiguen salir adelante con muchas dificultades, pero que ponen de manifiesto esto, la importancia de la independencia de los medios de comunicación respecto al poder.

Aquí, en Cataluña, también hemos sufrido un poco de esto, por un lado los medios dominantes del mercado español, silencian las voces propias del procès, pero también piensa que en Cataluña, el discurso oficial, la versión oficial, es la del procès, con lo cual, los medios de comunicación dominantes en Cataluña también silenciaban otras voces, que no eran 100% a favor del procès. En realidad, no estamos exentos en Cataluña de este tipo de control por parte del poder, y al final se impone como más necesario que nunca un periodismo independiente y un periodismo que da voz a personas de perfiles, de ideologías, de valores, de creencias, diferentes, porque cualquier relato que no contemple esta diversidad, y este respeto por el otro, está incompleto.

El escritor Kirmen Uribe también, desde el mundo de la cultura, de la literatura, también habla del genocidio cultural que sufrieron los vascos, a la vez que insiste en que “es muy difícil plantear lo que ha pasado en Euskadi sin tener en cuenta diferentes perspectivas, de diferentes gentes que han sentido dolor, y lo que ha pasado en los últimos 40 años ha sido que ha sido muy difícil hablar”. Ahora que es el tiempo de la palabra ¿ha llegado el momento de hablar de todos los dolores infringidos, no solo de la violencia armada de ETA y de las Fuerzas de Seguridad del Estado, sino también de la represión cultural?

Es cierto que al final cuando hay un conflicto tan prolongado en el tiempo, eso tiene unos efectos cuyo abasto es muy difícil de delimitar, y también afectó a la cultura y a la sociedad, hasta límites inimaginables, básicamente lo que dice Kirmen Uribe, que se silenciaban muchísimas voces, y que imperaban los silencios. Cualquiera que haya podido conocer el País Vasco y sus gentes, a lo largo de los últimos años, habrá escuchado esto de que de determinadas cosas no se podía hablar con tranquilidad, ni con tus vecinos, ni con tus amigos, ni prácticamente con tu familia. Ese peso, de lo que no se ha podido decir, y que se ha tenido que silenciar durante décadas, es intangible pero existe, y es muy importante, y afecta a todas las esferas de la sociedad, también a la cultura, obviamente.

Coincido en lo que plantea Kirmen Uribe, de que al final es muy difícil abordar la situación del País Vasco, o explicar lo que ha pasado, sin recoger las voces, las experiencias, las historias, los relatos, de tantísimas personas, que han sufrido el dolor en sus carnes. Yo pienso que, al final, el dolor es algo universal, y ese dolor que masca sentido, quien más quien menos, en diferentes sentidos y por diferentes causas, en ese dolor seguramente hay un punto de encuentro, y un punto de unión.

La vía Olloa, el plan Ibarretxe, incluso las Conversaciones de Argel, fracasaron porque el estado español no estaba dispuesto a saltar los márgenes de la constitución del 78, especialmente de su artículo 2. ¿Pese a la disolución de ETA, y del reconocimiento a las víctimas por parte de la izquierda abertzale, el gobierno sigue instalado en el búnker constitucional, negando cualquier negociación que ponga en cuestión el actual encaje territorial?

El estado español sigue enrocado en este discurso de que el fin de ETA fue posible gracias a la presión policial, por lo que se apunta el tanto de la victoria, sin reconocer otras realidades, por lo tanto como parte de la posición de ganadores, no se plantean ninguna concesión, ya no solo eso sino escuchar las demandas de un sector de la sociedad vasca, también más cercana a la izquierda abertzale. En todo caso no está abierto a ningún tipo de debate en torno al encaje del País Vasco, o de Cataluña mismo, dentro del estado español. Es un debate que por esencial y porque es muy complejo, y que porque hay dos posiciones muy polarizadas, es muy difícil encontrar discursos que favorezcan ese debate, el dialogo, porque vivimos en una sociedad también cada vez más polarizada, donde no hay grises, y por lo tanto no hay matiz, ni hay posible dialogo. Otra prueba de eso es que tampoco hay posibilidad de plantear un debate tampoco sobre la monarquía en este país. Para mí todo eso son indicios de la falta de madurez de la democracia española.

El documental finaliza con la voz de una de las víctimas, con Rosa Lluch, hija del dirigente socialista Ernest Lluch, fallecido en un atentado, que afirma: “hay un discurso de las víctimas con el que yo no comulgo, porque antes de ser víctimas pensábamos distinto”. ¿Han sido las víctimas instrumentalizadas por una derecha que, en muchas ocasiones, solo buscaba rentabilidad política?

Seguramente ha habido una parte de las víctimas que desde la derecha se han querido instrumentalizar, pero no voy a ser yo quien critique a las víctimas, no tengo nada que reprocharles ni que criticarles, al contrario. Creo que Rosa Lluch lo expone muy bien, antes de ser víctimas eran personas, con un sistema de creencias o de valores, o de ideas políticas distintas, y después de ser víctimas, algunos tal vez cambiaron, otros tal vez no, pero existe una gran diversidad de víctimas. Es lamentable que desde la política se intente acercamientos o instrumentalización de las víctimas, pero en todo caso las víctimas merecen todo el apoyo, todo el respeto, y todo el reconocimiento de la sociedad.

Seguro que habrán sido muchas las críticas sobre si deberían estar otros testimonios en el documental, si está equilibrado, o si hay voces que no son relevantes, pero ¿cual ha sido el criterio establecido para seleccionar a las personas que iban a participar en la “Polifonía Vasca”?

Nosotros partíamos de una selección previa, de una propuesta que nos hizo Antoni Batista, y la fuimos elaborando, básicamente la selección se basó en dos criterios: una que fueran personas que fueran fuentes de Antoni Batista a lo largo de los años, no personas que fueran fuentes una vez, que le sirvieran para un reportaje o un artículo puntual, si no que fueran fuentes importantes o relevantes de su trayectoria, y con los que había conseguido trabar, a lo largo de los años, una relación de confianza. Porque buscábamos en las entrevistas que esa confianza se tradujera en un tono de cercanía, en una forma de expresarse de estas personas que no suele ser habitual, porque, normalmente, cuando se entrevista a personas de relevancia, política o social, suelen tener un discurso muy aprendido y cuesta mucho que salga de ese discurso. Queríamos huir un poco de eso, y aprovecharnos de que contábamos con Antoni Batista para poder hacer entrevistas a personajes relevantes, que se salieran un poco de ese tono institucional, y que la cercanía, la confianza, la complicidad entre el entrevistador y el entrevistado fuera un valor añadido, un plus para las entrevistas. El otro criterio era que fueran personas que hubieran tenido un papel relevante o que su experiencia vital vinculada al conflicto vasco fuera de interés.

Algo que siempre nos interesa, cuando hacemos este tipo de entrevistas, es conocer a aquellos profesionales que a veces permanecen en el anonimato, como el director de fotografía, el sonido, la producción, el montaje, elementos tan necesarios para que salga un producto audiovisual de calidad como este. ¿Cuál es el equipo que ha hecho posible esta película?

El equipo de rodaje fue bastante amplio, para ser un documental, que suele rodarse con un equipo muy limitado, en este caso creo que eramos 15 personas en el rodaje, y la verdad es que era un equipo muy joven, y por destacar una figura, hablaría del director de fotografía, que fue Fèlix Bonnin, un director de foto mallorquín, que suele trabajar en el ámbito de la ficción, con el que habíamos colaborado en un documental previo, que incluía escenas de ficción, y en este caso, aunque no había ficción, si que teníamos muy claro que el aspecto visual tenía que estar muy cuidado, porque, en realidad, es un documental que basa, esencialmente, en conversaciones, con escenas muy estáticas, era importante dotar de un elemento visual que fuera atractivo. Entonces optamos por escoger localizaciones que fueran significativas y que fueran lugares la verdad, magníficos en varas ocasiones del País Vasco, y cuidamos mucho la composición del plano, la iluminación, y esto fue trabajo, esencialmente, de Fèlix Bonnin. Si te fijas, antes de adentrarnos en cada conversación, hay un plano general, de acercamiento a esa escena, y ese plano, me acuerdo, que para rodarlo tardábamos muchísimo, porque Fèlix ponía mucho cuidado en iluminar correctamente la escena para que luciera tan bien como luce a posteriori.

Por último, ¿cual ha sido el recorrido de este documental, y que respuesta ha tenido entre el público y la crítica?

Este documental se emitió en noviembre de 2016, coincidiendo con el quinto aniversario del anuncio por parte de ETA del cese de la violencia, en Euskal Telebista. Algo que nos dio gran alegría, porque un poco ese era el objetivo, no producir algo desde Cataluña, que solo se viera allí, si no que se pudiera ver y que fuera acogido en el País Vasco. Posteriormente, se emitió en la TV3 Catalana, y también tuvo una buena acogida aquí, y después de la emisión aquí, al cabo de un año, creo, se pusieron en contacto con nosotros desde un festival de cine de Belfast, y la verdad es que nos hizo mucha ilusión porque Antoni Batista pudo ir al festival a representarnos, y fue acogido con mucho entusiasmo, y mucho interés. Esta conexión entre el País Vasco e Irlanda también tenia sentido porque Antoni había trabajado como periodista allí, era como una muy buena forma de cerrar el círculo. El documental está ahora en la plataforma Filmin, por lo tanto sigue estando al alcance del público, y eso siempre está bien, porque así se puede recuperar tiempo después.

La acogida de público siempre ha sido muy buena, hemos recibido buenos comentarios, y si hay una crítica que es recurrente, y que yo asumo completamente como mujer, y que a partir de ahí aprendimos un poco, es que no hay mujeres, ninguno de los personajes, de las fuentes que aparecen son mujeres, y es algo que nos duele, porque eramos conscientes cuando estábamos rodando, así que no es ningún descuido. Cuando rodamos, y cuando trabajamos la propuesta de fuentes con Antoni Batista, le dijimos, Antoni, no puede ser, no hay ninguna mujer, ¿que hacemos? El estuvo barajando varios nombres de mujeres, y la verdad es que fue complicado. Por dos cuestiones, una es que, él, en su trabajo periodístico, sus fuentes eran, mayoritariamente, hombres. No contaba con fuentes femeninas, con la cercanía, con la confianza, como te contaba antas, que era un criterio propio.

Por ahí dificultaba un poco la búsqueda, y también teníamos miedo de desvirtuar un poco la propuesta si optamos por que entrevistara a alguna mujer porque no tenia mucha confianza y que la entrevista fuera fallida en ese sentido, acabamos por no entrevistar a ninguna, aunque si que es cierto que tuvimos la firme proposición de entrevistar a una mujer, hasta el último día que estuvimos en el País Vasco, que era la hermana de Txabi Etxebarrieta. En el documental hay una escena que Antoni va a Tolosa y camina hacia el monumento que Oteiza plantó en el punto en el que mataron a Txabi Etxebarrieta, que como sabes es el primer etarra que murió a manos de la guardia civil, después de que el matara a otro guardia civil, a Pardines. Resulta que Antoni Batista una de las primeras veces que viajó al País Vasco, en los años setenta, pudo acercarse a la casa de Txabi Etxebarrieta y entrevistar a la hermana, y la verdad es que es una entrevista que le conmovió mucho por el ostracismo con que la familia vivía la perdida del hijo y del hermano, y el quería entrevistarla de nuevo, rememorando esta primera entrevista, a finales del franquismo. Pero no fue posible. Pero había la intención de hacerlo porque esta mujer era una fuente muy significativa en la trayectoria de Antoni.

Aparte de esta mujer, a Antoni le costaba mucho identificar otras posibles fuentes femeninas, barajamos algunas opciones, hicimos llamadas, tampoco salieron, y ya al final, porque nos íbamos alejando de este círculo de confianza de Antoni, decidimos dejarlo estar. Por que, de todos modos estaríamos lejos de la paridad, entrevistar a una mujer entre diez o doce tampoco era solución. Así que, con mucha pena, asumimos esa situación, y asumimos la crítica que nos hacen que es totalmente lícita, aunque es cierto que, desde entonces, ponemos mucho cuidado en esto, en la paridad, y en dar voz a las mujeres.

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