Hace meses criticamos a los bancos-y lo seguimos haciendo- por el ahorro de oficinas y de atención presencial. Por las colas en sus sucursales, por la reducción de personal y por su falta de sensibilidad ante clientes de siempre, que se encontraban ante el abismo de la brecha digital.
Hoy escribimos este artículo Manuel, Isabel, Carmen, Jesús…todas y todos los que hoy, ayer y mañana vamos a resolver asuntos con la administración, a dedicar la mañana a hacer “papeleo”.
Primera parada: Hacienda, por supuesto, con cita previa. Esperamos en la calle a que nuestro turno nos de entrada al interior de la oficina. Ahora la temperatura es suave, menos mal, porque tenemos nuestro ratito de espera en perfecta formación en posición de firmes.
También tengo pedida cita en el registro civil, aprovechando su proximidad, pero también tengo que esperar en la calle. El sol andaluz empieza a hacerse presente y la ropa va sobrando. ¡ y yo sin abanico, ni gorra!
Echo un vistazo al reloj porque todavía tengo que resolver un pago en el Ayuntamiento. Los tiempos se van acortando, ya no voy tan bien de hora y me empieza a preocupar el no llegar y perder la vez. Acelero el paso y llego a destino. Una nube de gente hace cola pacientemente, me relajo porque, por lo menos, el no ser puntual no se me podrá achacar a mí. La temperatura va subiendo al mismo ritmo que mi cansancio de piernas. Oye, ¡lo que cansa estar parado! Y ni un banco en los alrededores.
Una aguerrida Pilar decide evitar la incomodidad de la citas presenciales y se enfrenta a la administración de Hacienda a través de la pantalla del ordenador (suyo o de un vecino). Ante ella, el impreso modelo 600, seis hojas a cumplimentar que se le antoja que debería rellenar previa la realización de un cursillo o en presencia de su abogado.
Mira que lo sabía, que iba a tener que enfrentarme a la burocracia, pero no se está preparado nunca para vivir en primera persona el papel de sufridor contribuyente.
Ironía aparte ¿Dónde quedaron los buenos propósitos que acuñamos durante la etapa de confinamiento? Nos emocionábamos al cantar y aplaudir a la hora mágica de las 8 de la tarde. Parecía que la gente era, éramos, lo importante. Nuestra integridad física y mental envolvían cualquier objetivo, la lucha solidaría contra la pandemia puso el acento en las personas.
Pero con el paso del tiempo, volvemos a la calle y según vamos arrinconando las prevenciones sociales, los objetivos cambian el punto de mira. Y si no ¿Cómo es posible que la Administración permita tener a gente en la calle sin un triste banco donde sentarse, mientras se guarda una cola, sin una cubierta donde protegerse? ¿Alguien se ha preocupado de analizar la media de edad de los y las que pacientemente esperan?
Echemos un vistazo a lo que pasa en las oficinas de la Seguridad Social, donde se gestionan “productos de primera necesidad” porque se trata de prestaciones sociales, vitales para muchas familias. La cita previa se puede hacer telefónica o digitalmente ¡fantástico!, ahora bien escasean las citas y si tienes alguna urgencia quizás tengas que irte, para conseguir la fecha más próxima, a alguna oficina de la provincia, en las antípodas de tu código postal.
Hace meses criticamos a los bancos-y lo seguimos haciendo- por el ahorro de oficinas y de atención presencial. Por las colas en sus sucursales, por la reducción de personal y por su falta de sensibilidad ante clientes de siempre, que se encontraban ante el abismo de la brecha digital.
Pues bien, lamentablemente, la administración deambula por los mismos senderos que los bancos. Plaza vacante, plaza que no se cubre, los objetivos económicos siguen estando en la cúspide de los objetivos de lo público y lo privado.
La visión androcéntrica de la sociedad fue el sueño de una noche de verano. Así que ¡vuelva Vd. mañana! Pero con sillita y sombrilla.
Se el primero en comentar