Vox se equivoca radicalmente cuando pretende introducir las técnicas propagandísticas del trumpismo desconociendo las singularidades de la cultura política española.
Por Lucio Martínez Pereda
El secretario general de Vox niega la existencia de la crisis de la ultraderecha española y recurre a la burda teoría conspiranoica de la prensa malvada para explicarla. En una entrevista en RNE habla de una campaña de acoso organizada por la prensa: “Están intentando demonizar, estigmatizar y arrinconar» a Vox”. Los de Vox van de error en error: la aplicación de la propaganda Trumpista de exoneración de responsabilidad (la prensa y los jueces me persiguen) consigue sus objetivos cuando existe el intenso grado de polarización emocional y política que hay en Estados Unidos, cuando no se ha llegado a ese grado, como sucede en España, su aplicación no logra neutralizar ni la crítica interna ni el descreimiento de los propios votantes.
Vox se equivoca radicalmente cuando pretende introducir las técnicas propagandísticas del trumpismo desconociendo las singularidades de la cultura política española. La negación de la realidad sirve para el grupo de votantes fanatizados del partido, pero resulta lesiva para otro grupo probablemente mayor.
Pero Vox no desaparecerá con la misma rotundidad que Cs y UPyD, dos fuerzas políticas caracterizadas por su oportunismo y su labilidad ideológica. Al ser una fuerza política de “ ideología dura”, Vox dispone de un núcleo resistente de votantes fanatizados y un suelo electoral garantizado. Vox tiene, a diferencia de estos 2 partidos “atrápalo todo”, un plan B para sobrevivir en la España Rural, donde se refugian sus últimos votantes más polarizados, y donde va a articular- mediante el control de las consejerías de medio rural en varias autonomías- una plataforma de gestión de dinero público que le servirá para crear una red de clientelismo resistente.
Vox va camino de convertirse- y lo digo con cierta ironía- en una especie de partido carlista español del SXXI: una ultraderecha alucinada y melancólica, ensoñada en reversiones históricas e imaginarios sociales imposibles, y muy desconectada de la realidad. Vox va camino de tener una existencia museística con atractivo de parque temático.
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