Por Andrea Olea
En nuestro país los derechos son pisoteados a diario, nada nuevo bajo el sol. Lo vemos con cada nuevo juicio a la libertad de expresión, con el maltrato policial e institucional a los inmigrantes, con la persecución al activismo medioambiental, independentista o de defensa del derecho a una vivienda digna.
Esta es una historia más, pero parece que cuando te toca de cerca, cuando ves las orejas al lobo porque afecta a alguien de tu entorno, se hace sensorialmente claro que mañana te puede pasar a ti, que puede ocurrirle a cualquiera, porque ser ciudadano y ejercer como tal se ha convertido para el Estado en una amenaza a reprimir y silenciar.
Conozco a Tohil Delgado desde que era una cría: es el hermano mayor de mi mejor amiga de infancia. Con 14 años entramos juntas en el Sindicato de Estudiantes, donde él ya militaba, y fuimos a las primeras manifestaciones contra la LOCE de alguna forma influenciadas por su activismo. Tohil es alguien comprometido, siempre ha luchado por la educación pública, como militante y después secretario general del SE, y como miembro de la Marea Verde… Hoy se enfrenta a tres años de cárcel acusado de atentado contra la autoridad y lesiones durante una intervención policial ocurrida hace casi 8 años contra varias personas ecuatorianas en el barrio madrileño de Carabanchel.
En la noche del 3 de octubre de 2010, dos agentes dieron el alto a una familia ecuatoriana y pidieron la documentación a uno de los hombres, que se negó a entregarla alegando que «no había hecho nada malo». De lo que ocurriría aquella noche, esto es lo único en lo que concuerdan todas las partes: después, las versiones se hacen radicalmente distintas. Según la versión policial, la familia estaba golpeando coches y tras ser interpelada, habría empezado a empujar a los agentes y a proferir amenazas del tipo «quítate el uniforme, que te voy a matar». En ese momento, Tohil habría aparecido para grabar la escena al grito de «hijos de puta, sois unos mierdas, conmigo no os vais a atrever» y cuando los policías trataban de identificarlo, habría salido huyendo. Entonces, se habría iniciado una persecución y al verse acorralado, habría intentado pegar un puñetazo al agente que lo seguía, que en ese momento habría procedido a detenerlo.
La persecución al activismo y a cualquier forma de disidencia en el Estado español, como vienen denunciando desde hace años plataformas como No Somos Delito, es una cuestión de todas y todos.
La situación descrita parece entre improbable y surrealista: en primer lugar, ¿para qué filmar en defensa de los ecuatorianos, si, en teoría, eran ellos quienes se estaban comportando de forma agresiva y no los policías? Por otro lado, no hace falta conocer a Tohil para preguntarse como es posible que su expediente estuviera hasta entonces limpio como la patena después de tantos años lidiando con las fuerzas del orden en manifestaciones y otros actos de protesta si se tratase de una persona con tales «impulsos violentos». Ante titulares como los vistos estos días, en los que se da por hecho que agredió a los agentes y donde su versión de los hechos no aparece por ningún sitio, me parece importante compartir lo que él me contó en una entrevista que le hice en la época y de nuevo estos días, cuando he vuelto a hablar con él:
«En la noche del 3 de octubre de 2010 volvía con mi novia a mi barrio, Carabanchel, después de estar con mis padres y de visitar a un amigo que se había hecho un esguince. Llegamos sobre la una de la madrugada y salimos a pasear a nuestra perra. De repente, oímos llorar y pedir ayuda a una chica, por lo que me acerqué para ayudar, como habría hecho cualquiera. Antes de llegar a la escena pensé que se trataba de una situación de violencia de género, así que saqué el móvil para tratar de intimidar al agresor con la cámara y hacer que se marchara. Estaba preparado para encontrarme a un desgraciado pegando a su pareja. Iba nervioso, porque yo no soy muy grande y no sabía si me iba a encontrar a un tipo de dos metros. Cuando llegué, descubrí que la agredida era una chica latina que parecía menor de edad (al final tenía 21 años), de no más de un metro sesenta, y el agresor era un policía dándole una auténtica paliza. La chica estaba en el suelo llorando y pidiendo auxilio. Su madre, a su lado, y sus primos, a unos diez metros, sin acercarse en ningún momento, pedían que dejase de pegarla. En ese momento, el policía que estaba golpeando a la joven pidió a su compañero que me detuviera por grabar. Me pegaron, me tiraron al suelo, me intimidaron con golpes de porra cerca de la cara, me pisaron la espalda y me esposaron. Después me metieron en la patrulla, me amenazaron y me llevaron a comisaría».
Durante lo ocurrido, numerosos vecinos alarmados por los gritos habían salido a las ventanas y pedían a los agentes que dejasen de pegar a la chica; un vídeo grabado por uno de ellos (puede verse la escena completa sin cortar en el minuto 10:26) muestra cómo la batalla campal que los policías describen en la denuncia no tiene nada que ver con la realidad, y recoge el momento en el que Tohil, con los brazos en alto y sin oponer resistencia, es arrestado. Tanto él como otras seis personas detenidas pasarían 39 horas en el calabozo, primero de la comisaría de Carabanchel y después de Moratalaz y de los juzgados de Plaza de Castilla, sin agua ni comida.
Tohil denuncia que durante su detención sufrió insultos racistas por sus rasgos latinos (su padre es nicaragüense), malos tratos y amenazas de muerte. «Me dijeron cosas como ‘panchito de mierda, solo venís aquí a emborracharos. Iros de vuelta a vuestro puto país», o ‘Verás lo que te va a pasar: ahora te voy a matar'». Asegura que el mismo policía que pegó a la chica y lo amenazó, le dio una patata bajando la rampa de acceso a los calabozos. «Después, me llevaron junto los demás detenidos y mientras estaban pidiendo la identificación, el agente me condujo a una sala contigua, se puso unos guantes y empezó a golpearme en la cara. Los golpes fueron muchos, y el ruido considerable… entonces otros policías llamaron a la puerta y ahí se pararon».
Tohil cree que la situación no fue a más por su pertenencia al Sindicato de Estudiantes, del que era secretario general en aquella época. «Después me enteré de que varios compañeros habían aparecido en la comisaría a los 20 minutos de llegar yo allí, diciendo que habían llamado a los abogados del sindicato y que iban a contactar a Delegación de Gobierno y a los medios. La policía debió de sentir la suficiente presión como para no volver a tocarnos un pelo Eso fue lo que nos salvó».
Ocho años después, llega el juicio, en el que debido a la última reforma del código penal solo podrá alegar contra los agentes falsedad documental en lugar de las amenazas de muerte y maltrato que había denunciado en un principio. Aunque la Fiscalía solo le imputa una falta de lesiones y no pide pena de prisión para él, Tohil teme la sentencia: «Claro que estoy preocupado, veo las noticias: raperos, tuiteros, los Jordis, los chavales de Alsasua…. tantas acusaciones convertidas en condenas». Considera que «hay toda una maquinaria policial y judicial que convierte a las víctimas en verdugos: te muestran como alguien violento, un peligro para la sociedad».
El juicio se celebra el 6 de junio, una semana antes de que otro activista de la PAH vaya a juicio por paralizar un desahucio. Días después de que defensores y familiares del rapero Valtonyc, de los jóvenes de Alsasua y de los políticos catalanes encarcelados lleven la dramática situación de los derechos humanos y la libertad de expresión en España ante el Parlamento Europeo de Estrasburgo. La persecución al activismo y a cualquier forma de disidencia en el Estado español, como vienen denunciando desde hace años plataformas como No Somos Delito, es una cuestión de todas y todos. El cerco se va estrechando y ya no les pasa solo a «otros». Ocurre en tu ciudad y en tu barrio, a tus vecinos, familiares y amigos. Cualquier día te puede ocurrir a ti.
* El Sindicato de Estudiantes ha lanzado una petición exigiendo la absolución de Tohil y del resto de acusados. Puedes firmarla aquí.
P. S. – Debí haber editado previamente el comentario y me disculpo por ello Y también, porque podría haber dicho lo mismo de forma más concisa Pero lo siento, ya me han dado las uvas con este y otros temas cosa que me pasa y no debe. SUERTE.
Por cuanto entiendo, la acusación que pide tres años a Tohil es la de la Policía Nacional y lo hace por las lesiones que se produjeran Desde el momento en que la Fiscalía no pide nada de esto lo normal en estos casos es que se quede en Antecedentes Penales durante dos o tres años (habida cuenta de la gravedad de la o las fracturas que los Agentes hayan podido probar), y la indemnización correspondiente a dichas fracturas valorada acorde a lo que en abogacía se conoce como la ley del Seguro, es decir a como valoran esto las Compañías de Seguros. E insisto en que si la Fiscalía no ve más es porque posiblemente no se haya dado, con lo que se quede en lo que digo. Ocurre que la Acusación Policial (como toda Acusación de Parte, siempre presenta los hechos como constitutivos de la mayor gravedad posible,, más o menos, pero luego Su Señoría suele actuar en consonancia con la Fiscalía. Que al actuar de Oficio en estos casos, ha llevado a cabo la Investigación propia de su labor y a la que si de esta no se desprenden otros aspectos que agraven la misma pudiendo probarse, el Juez finalmente se atiene, fallando a favor del criterio que haya tomado la Fiscalía. Vamos que le diría que no se preocupe porque no creo entre en prisión por estos hechos Cuando el tiempo además ha jugado a su favor,, al poderse objetivar mejor todo por el paso del mismo. No deja de ser un criterio de tantos,, el que os he expuesto aquí y se corresponde bastante con cómo se jugaban hechos de esta naturaleza antes de la conocida como Ley Mordaza que desde hace tiempo se sabía sería modificada parcialmente primero y en su totalidad después o lo que fuere que este Gobierno Sánchez vaya a hacer ahora y se siga haciendo después. Convertir lo que eran faltas en delitos (que es lo que para abreviar,, hizo la Ley Mordaza,, fue algo que como se sabía sería derogado o muy oportunamente corregido,, no era una Ley a la que muchos jueces pensaran deber atenerse mucho y quizá tampoco durante mucho tiempo. En cuanto ha cambiado el Gobierno y ya se sabe que es una Ley que tiene los días contados, no tiene mucho o ningún sentido que los jueces en gral. se empeñarán en seguir juzgándo con el máximo rigor posible y ciñéndose tanto a la letra como al espíritu de la misma..Podría hacer otras consideraciones como la Legislación que hubiere sentado precedente en casos similares o análogos por parte del Tribunal Supremo porque esto siempre ha de estudiarse y tenerse en cuenta,, claro,, pero una vez más esto es algo que ya ha hecho la Fiscalía,, también, y por tanto, me reitero en lo ya expuesto. El vídeo,, si se ha admitido como prueba a la Defensa deTohil ha podido ser, claro, material probatorio que haya llevado a inhibirse (si es que esto es lo que entiendo ha sido lo que hace la Fiscalía en este caso al no pedir pena de Prisión) y por esto,, cuanto vengo sosteniendo. Que el Ministerio Público se inhiba o pida sólo Penales e indemnización, es siempre muy positivo para la Defensa del o los Acusados..
Desde luego. Conocer a las mujeres es, fue y será siempre fundamental Sin ellas el mundo tal y como lo conocemos no existiría Y para acabar con el machismo, hay que conocer y apoyar el movimiento feminista y repensar cualquier contenido de este tipo que nos hayan podido inculcar mediante formas de Educación cargadas de prejuicios de esta índole y otras.