Torturado por Vargas, perseguido por Franco, condenado por Carrillo

Por Fernando Salgado

«Brasileño: Por fin lo cazamos. Este canalla se nos escurría como una sanguijuela. Logramos localizarle en la comarca de Lalín. Allí movía los hilos de ciertos grupos aventureros y descontrolados. Es un provocador que nos dio muchos disgustos y, aunque tarde, lo hemos eliminado».

Este párrafo figura en un informe que se encuentra en el Archivo Histórico del Partido Comunista de España. Víctor García García fue asesinado en febrero del año 1948. Pasados unos días, un enlace del partido llamó a la puerta de una casa de Vigo.

La franqueó María de los Ángeles Fernández Roces, Gelina, a quien le comunicó que su esposo había muerto. No le dio más información. Su calculada discreción buscaba un objetivo: que atribuyese su fallecimiento a la Guardia Civil. Y lo consiguió durante sesenta años.

Nacido en Quirós (Asturias), el 20 de septiembre de 1908, emigró con 16 años a Brasil, junto a sus dos hermanos y sus padres, donde se afilió al Partido Comunista. Su compromiso lo puso varias veces al borde de la muerte y, en una de ellas, un compañero se interpuso en el camino de una bala que iba dirigida a él.

Corría el año 1931, sucedió en Santos, y resultó herido y detenido en la refriega. Pero logró huir del hospital para acabar siendo detenido en São Paulo por la policía del dictador Getulio Vargas, después de evitar su arresto en varias ocasiones.

«Le arrancaron las uñas de los pies y las manos y le quemaron las plantas de los pies», explicó su hermana Julia en una entrevista realizada por el equipo encargado de la elaboración del Proxecto Integrado, un proyecto del Arquivo Público do Estado y la Universidade de São Paulo.

«Somos casi los amos, pero todavía los fascistas no han desaparecido, a pesar de que van camino de ello», comentaba en una carta enviada a su hermana, poniendo de manifiesto el optimismo que lo caracterizaba. «También se está resolviendo el problema del paro y se está repartiendo la tierra entre los campesinos», agregaba en el mismo escrito.

La misiva fue interceptada por la Policía del Gobierno de Getulio Vargas antes de que llegase al número 5 de la calle Sergipe, de Santos, y la consecuencia fue la expulsión del país de su hermana Julia durante 20 años.

Él fue deportado a España en 1933, y de su presencia en el país sudamericano le quedó el sobrenombre por el que fue conocido, El Brasileño, y la semilla de la conciencia proletaria que lo empujó a participar en la Revolución de Octubre de 1934 en Asturias.

La consecuencia de haberse implicado en la Revolución de Asturias fue su detención e internamiento en tres cárceles: la Modelo (Oviedo), en El Dueso (Cantabria) y en la de Pamplona, antes de ser juzgado, condenado y encerrado en la prisión de Burgos. Pudo volver a la calle tras el triunfo del Frente Popular, en las elecciones de 1936, tras haber sido amnistiado

Estalló la Guerra Civil y defendió la República contra el levantamiento fascista como comisario de las Brigadas Internacionales en el Frente Norte y en Catalunya. En algún lugar del frente conoció a María de los Ángeles Fernández Roces, Gelina, miliciana e hija de un minero. Se casaron el 28 de junio de 1937.

«Fue una etapa muy feliz, a pasar de las desdichas», afirma Víctor García Fernández, hijo de ambos. Pero la derrota le hizo conocer la ferocidad de los seres humanos. Nada supo por un tiempo de su esposa. Los falangistas le cortaron el pelo a Gelina. En varias ocasiones se llevaron a un abuelo, a un tío y a su madre, asegurándole que iban a fusilarlos si no lo delataba.

Víctor García García

Acabaron los combates y Gelina tuvo que sacar adelante a su familia. Acarreó carbón en cestos de mimbre desde los trenes de mercancías hasta los hornos de fundición de Duro Felguera, y como el salario no bastaba, también trabajó de criada.

Los vaticinios de El Brasileño no se cumplieron y el ejército de Franco acabó con el Gobierno de la República. Llegada la hora la derrota, no buscó la protección del exilio. Tras una breve estancia en Francia, la Internacional Comunista le encomendó la reorganización del Partido y la creación de la guerrilla. Su base de quedó establecida en Oporto y en varias localidades de Ourense fronterizas con Portugal.

Animado por el empeño de derrocar por las armas la dictadura que había pisoteado la voluntad democrática de los españoles, El Brasileño contribuyó a crear un batallón en el que se integraron casi un millar de combatientes.

De acuerdo con el mandato de la Internacional Comunista, utilizó cuatro sobrenombres: Estanillo, Antonio Brasileño, Manuel Brasileño y Antonio Ortiz Risso. Su dominio del portugués le ayudó a pasar desapercibido mientras se ocupaba de crear una base de lucha antifranquista, y logró establecer vías de comunicación entre el Partido Comunista de España y con su dirección, que se encontraba en Cuba.

En 1940 existía una incipiente organización, con bases en Oporto y Lisboa, cuyo mando estaba centralizado en la capital portuguesa, que cayó un año después. El Brasileño se convirtió en el único interlocutor, narra José Pacheco en una biografía del líder comunista Álvaro Cunhal.

El Brasileño impidió que Cunhal y el grupo que lo apoyaba le usurpasen su autoridad, y para tratar de encauzar las deterioradas relaciones entre lusos y españoles se celebraron unas conversaciones en las que participaron Álvaro Cunhal, Manuel Domingues, Víctor García García y Santiago Carrillo.

El Brasileño desplazó sus fuerzas hacia la frontera con Galicia para huir de la presión policial. A finales de 1943, logra evitar que lo detengan en Melgaço. En el enfrentamiento armado muere un policía. El entendimiento con Cunhal duró poco tiempo y se corta el tránsito de guerrilleros  retenidos en el país vecino. La etapa de Portugal llega a su fin.

En España es detenido, pero la Policía no logra identificarlo y consigue huir de la prisión. El historiador Alberto Maceira precisa que Víctor García García fue nombrado secretario general del Partido Comunista de Galicia en las minas de Fontao (Silleda), donde miles de personas extraían wolframio destinado al ejército de Adolf Hitler, muchas de ellas condenadas a trabajos forzosos.

En 1946 traslada su base de operaciones a Vigo, y es entonces cuando viajó desde Langreo hasta esta ciudad su esposa, Gelina, y el hijo de ambos, Víctor García Fernández. Carrillo, que había dejado Moscú para instalarse en París, ganaba terreno para convertirse en secretario general del PCE.

El Brasileño se mantuvo fiel al líder del partido,  Jesús Monzón, un navarro de extracción burguesa defenestrado y condenado por Carrillo. La orden contra Monzón estaba dada. Y tomó precauciones porque la intuía.

Víctor García recuerda las visitas que les hacía su padre a la casita que ocuparon en el barrio vigués del Calvario, donde vivió entre los cuatro y los seis años. Duraban entre tres y cuatro días. Vestía una gabardina y llevaba un sombrero de fieltro gris y una cartera negra de piel. “Decía que era viajante y quería hacer de mi un pequeño comunista, para lo que me cantaba canciones de la Guardia Roja y La Marsellesa”, recuerda.

Una noche se despertó sobresaltado por la presencia de un puercoespín sobre su cama. Se lo había traído su padre. Era un regalo, “pero me llevé un susto de muerte”, puntualiza. “Fue un amigo y mi compañero de juegos hasta el día que escapó”, comenta.

Mientras, Gelina se ganaba la vida vendiendo jabón por las calles de la ciudad, ocupación que compaginaba con la de sirvienta en la vivienda de un médico. Hasta que, dos después, se presentó en su casa un enviado del Partido Comunista anunciando la muerte de su padre con una fórmula impersonal y escueta,

Cuando las cosas parecían enderezarse, todo se vino abajo y tuvieron que regresar a Langreo, donde Gelina tiró de un carro para vender pan puerta por puerta. Con su sacrificio y una beca, logró que su hijo estudiase Medicia. “Siempre miró hacia adelante”, subraya Víctor García Fernández, que se convirtió en jefe de Cirugía del Hospital de Cruces (Bizcaia) y profesor adjunto de la Facultad de Medicina.

Para evitarle más sufrimientos a Gelina, aplazó hasta su muerte la tarea de buscar el lugar dónde se encontraba la tumba de su padre.

Su primer paso fue ponerse en contacto con la Universidade de Santiago. Lo hizo en el año 2008. Pocos días después había conseguido más de lo que esperaba, porque además de encontrarla con la ayuda de Alberto Maceira, las investigaciones de Hartmunt Heine, un profesor de Historia de la Universidad Libre de Berlín, le permitieron descubrir que la Guardia Civil no lo había matado. “La orden vino de Carrillo”, recalca.

El ex-secretario general del PCE, Francisco Frutos, no respondió a una carta que le envió en 2009 pidiéndole explicaciones, pero en el mismo año recibió las condolencias de su homólogo del Partido Comunista de Galicia, Carlos Portomeñe. “Me pidieron perdón por el asesinato de mi padre, fruto -según expresaron- del revanchismo de Santiago Carrillo”, expone.

Bajo una ventana de la iglesia de Moalde (Silleda), el 21 de marzo de 2009 fue instalada una lápida en memoria de su padre. “Éramos tres o cuatro personas y, como sucede en los pueblos, aparecieron varios espontáneos”, dice Víctor García. El destino aún le tenía guardada otra sorpresa.

Uno de ellos se le acercó. “Yo lo he visto muerto”, me dijo. Se llama José Fuentes, hoy supera los noventa años y entonces estaba haciendo el servicio militar.

José Fuentes le contó a Víctor García Fernández que a un vecino le llamaron la atención los ladridos de los perros que acompañaban a un grupo de personas en su caminar hacia el molino, situado en el Río do Porto, y siguió a los canes monte arriba hasta una zanja. Allí se encontraba su cuerpo, medio comido por las alimañas, con el cuello seccionado y prácticamente separado del tronco y cubierto por hojas.

Envolvieron el cadáver en una sábana y lo dejaron en el suelo, cerca de la iglesia. Alguien pidió unos tablones para construir un ataúd, y José Fuentes los llevó desde su casa. El cura ordenó que no lo enterraran en terreno bendecido.

“La señas de este sujeto eran, estatura baja, fuerte, cabeza grande, cara ancha, nariz gorda orejas pequeñas, con dos dientes de oro y cinco de marfil”, detalla su partida de defunción. Las piezas de oro le fueron arrancadas.

“Al fin puedo decirte que nunca vas a estar solo”, le prometió un emocionado Víctor García Fernández ante su tumba.

Conversando con mi padre

Hola Papá: Hoy mi cariñoso saludo es portador de malas noticias. El Partido Comunista Español ha dejado de existir. ¿La causa? La indolencia de sus dirigentes que no han defendido los derechos sociales y laborales de sus ciudadanos y, sus carencias en el conocimiento del valor histórico que atesoraba el Partido a lo largo de tantos años de lucha a favor de la libertad de los oprimidos y de la justicia de los desheredados. Dicen que pervive dentro de un conglomerado de siglas, diluido en un movimiento político de nueva creación “Populista-Morado”, cuyo proyecto consiste en ofrecer al pueblo la redención, mediante una nueva forma de “Capitalismo de los humildes”. ¿Utopía? ¿Traficantes de sueños?

Sé que lo que te estoy contando te entristece, ha ocurrido porqué los valores de la sociedad que tú defendiste, han mutado y se han vuelto irreconocibles. Estamos viviendo una etapa histórica que han bautizado con el título “Sociedad Ideológica Gástrica.” Los sociólogos de la política han realizado una magnífica labor sobre una parte de las masas, logrando que las ideas nazcan y se expandan a partir de ese órgano digestivo en lugar de surgir del cerebro y cristalizar en el corazón. Y, en consecuencia, nuestro mayor anhelo es “Pan is, et circus, et ansiolíticos”. Una pena.

Antes de despedirme, para atenuar tu tristeza, quiero que sepas que el Marxismo sigue vivo, a pesar de los ataques destructivos que desde mediados del siglo pasado sufre por parte del fiero capitalismo. Su corazón humanista sigue latiendo con fuerza, constituyendo la esperanza de un mañana mejor para los marginados de nuestra dolida tierra.

Abur Papá. Salou, febrero 2017

(Este reportaje fue publicado el 15 de febrero de 2014. La carta de Víctor García Fernández fue añadida en su actualización, realizada el 27 de enero del año 2021)

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