Los trabajadores inmigrantes son, ante todo, víctimas del sistema capitalista que les niega en su país natal las condiciones materiales mínimas para poder desarrollar su vida con cierta dignidad.
Los migrantes y refugiados son mirados con desdén. Si sobreviven al peligroso viaje que han emprendido, aterrizarán en las costas de un país que no les dará la bienvenida de todo corazón, un país que muy probablemente los detendrá o deportará.
Esta política migratoria y la connivencia con el Gobierno marroquí por parte de Sánchez no ha tenido nada que envidiar en racismo y xenofobia a los gobiernos ultraderechistas europeos.
El parlamento italiano acaba de aprobar una controvertida ley para reprimir la inmigración irregular Por Isabella Arria, Aram Aharonian / Rebelión Conocido como el decreto Cutro, en referencia a la ciudad del sur de Calabria donde murieron
La ultraderecha difunde el relato de que las ONG que estamos en el mar provocamos un ‘efecto llamada’. Pero nosotros no somos un imán. Gran parte de estas personas huyen de los 65 conflictos armados que se están desarrollando actualmente en el mundo.
A finales de 2010, justo antes del comienzo de la guerra, Turquía sólo tenía 10.000 refugiados y solicitantes de asilo. Doce años después, acoge a 3,6 millones de sirios, más que el resto de Europa junta.