Sudán: Esperando a Mister Marshall

Las breves pausas que han logrado las sucesivas treguas, en ningún momento han conseguido establecer esas ansiadas rutas seguras, para el abastecimiento de las poblaciones afectadas, por lo que se hace cada vez más crítica la situación de millones de sudaneses. 

Por Guadi CalvoLínea Internacional

La guerra civil de Sudán entra en su peor estadio: la naturalización. Por lo que, levemente, las coberturas acerca de los muertos y las masacres, los avances o retrocesos, que se siguen produciendo, van abandonando los titulares, y sigilosamente pasan a ocupar un espacio cada vez más discreto y breve en la información general.

Lo que sin duda está servido al Departamento de Estado norteamericano para evitar que resuene como una amenaza hartamente conocida, la advertencia de que: “no dudará en utilizar las herramientas a su disposición, cuando sea apropiado hacerlo, para hacer cumplir el alto el fuego en Sudán”.

A buen entendedor, pocas palabras, si bien en las declaraciones de vocero del Departamento de Estado, Mathew Miller, no se especificaba el carácter de “las herramientas a su disposición”, ni el cuándo, ni el cómo, la historia de los Estados Unidos está pródiga en ejemplos a la hora de articular sus “advertencias”.

Para el alto el fuego acordado el domingo 21, que se tendría que iniciar al día siguiente y por una semana, según lo establecido por las partes implicadas y avaladas por Riad y Washington, en las conversaciones que se producen, desde hace casi un mes en la ciudad saudita de Jeddah. Dados los fracasos anteriores, en otras treguas, se informó que se establecería un mecanismo de vigilancia, compuesto por las partes implicadas en el conflicto y representantes Estados Unidos y Arabia Saudita.

Lo que es evidente que no ha funcionado, ya que los enfrentamientos en algunos frentes, no alcanzaron, siquiera a detenerse y en algunos casos, ese alto el fuego, que se extendería por una semana, para diseñar rutas seguras para dar asistencia humanitaria a los civiles atrapados por el conflicto, los combates se reanudaron pocas horas después de establecido. Sellándole la misma suerte que ya han tenido la decena de pautados con anterioridad a pesar del “mecanismo de vigilancia”.

Los dos principales epicentros de esta guerra, que han seguido activos de manera constante, desde el inicio de la guerra el pasado quince de abril, son el eje Jartum-Omdurmán y en la región de Darfur.

Las breves pausas que han logrado las sucesivas treguas, en ningún momento han conseguido establecer esas ansiadas rutas seguras, para el abastecimiento de las poblaciones afectadas, por lo que se hace cada vez más crítica la situación de millones de sudaneses. Los que carecen de todo tipo de insumos, agua potable, comida, atención médica e insumos sanitarios.

Los combates ya han provocado más de un millón de desplazados internos y que unos 300 mil hayan escapado a países vecinos. El número real de muertos, sigue siendo una incógnita a un mes y quince días del comienzo de la guerra civil, ya que los combaten se libran en áreas urbanas densamente pobladas como Jartum, Omdurmán, el-Fasher, Nayala, el-Geneina o Zalingei, y los reportes sobre las víctimas mortales, siguen siendo inusitadamente bajos, hablando de solo dos mil muertos. Mientras se informa de manera constante de bombardeos contra hospitales, mercados, fábricas, barrios y mezquitas.

Al tiempo que surgen cada vez más denuncias acerca de desapariciones forzadas, de civiles que habrían sido sorprendidos buscando alimentos o medicamentos, para sus familias. Desde el comienzo de los enfrentamientos, ya se han producido doscientas denuncias de este tipo.

Los miles de desplazados, instalado en campamentos improvisados, están próximos a sufrir la llegada de la temporada de lluvias, que sin duda agravará la cada vez más precaria situación de los que han conseguido escapar de la guerra, al costo, en muchos casos, de abandonarlo todo.

Dada las condiciones de estos campamentos, las autoridades de la Cruz Roja, ha informado que dada la magnitud de lo que ya se ha producido y lo que se espera, no están en condiciones de manejar la crisis, sabiendo además que con las lluvias comenzarán epidemias de enfermedades como malaria, cólera y otro tipo de infecciosas.

Muchos de los refugiados que están llegando a países vecinos, también soportan condiciones extremas, como sucede con los casi treinta mil que se encuentran en el campamento improvisado de Borota, unos de los trece ya levantados en el Chad, a unos setenta kilómetros de la ciudad de Adré, se están registrando ataques de serpientes y escorpiones, extremadamente venenosos.

En la región de Darfur, los enfrentamientos, si bien nunca alcanzaron a detenerse, después del último acuerdo, volvieron a tener una intensidad actividad el día jueves. En el-Fasher, la capital de Darfur del Norte, los intercambios de disparos, se produjo con todo tipo de armamento, entre las tropas del ejército regular, del general Abdel Fattah al-Burhan, y la banda paramilitar conocida como Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) de Mohammed Hamdan Daglo, alias Hemetti, un viejo señor de la guerra involucrado en el genocidio de Darfur de la primera década de este siglo.

Según fuentes norteamericanas, sus observadores, informaron el uso de artillería pesada, drones y aviones de combate, tanto en Jartum como en Darfur, incluso, se conoció, que, en Omdurmán, un avión de combate del ejército habría sido derribado y su piloto tomado prisionero.

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Desde hace unos diez días, se ha comenzado a reportar la presencia de combatientes extranjeros provenientes de Malí, Chad, República Centroafricana y Níger, que habrían llegado contratados por el “general” Hemetti, quien también está siendo provisto de armamento desde Libia, por su viejo aliado el general Khalifa Hafther.

Aunque también la presencia de milicianos extranjeros se registra, en el lado del ejército del general al-Burhan, bajo distintas denominaciones, como guardias privados, guerreros tribales, étnicos o instructores extranjeros, llegan para engrosar las filas del ejército regular. Estas incorporaciones de soldado de fortuna al conflicto sudanés, revierten lo que era una significativa fuente de ingresos para el país, el alquiler de sus hombres, para guerras extranjera como sucedió en Libia, Yemen y en diferentes países del Sahel.

También estaría entrando en juego, lo que se dio a conocer como la Pandilla, Kober, un grupo de ex funcionarios que se mantenían encarcelados, desde la caída de Omar al Bashir. Liberados por desconocidos, que atacaron la prisión de Kober, en el norte de la capital, en los primeros días del conflicto (Ver: Sudán: Espectros que se niegan a morir) en la huida no sólo escaparon los altos funcionarios, sino también centenares de presos comunes y también unos treinta y cinco, agentes destituidos, de los Servicios Nacionales de Inteligencia y Seguridad, o NISS, por sus siglas en inglés, los que habrían comenzado a activar en el conflicto, según acusaciones cruzadas de los bandos estarían operando para uno u otro lado, según quien haga la acusación.

Aunque si una cosa es segura, más allá del bando que hayan elegido, lo están haciendo en beneficio propio, dado que muchos de ellos, que han sido ministros y funcionarios de primera línea de al-Bashir, con el estallido de la guerra, han visto la posibilidad del retorno del antiguo régimen.

La información no es para nada menor, dado que estos viejos funcionarios de la dictadura militar-integrista habían armado grupos de choque, como el de Defensa del Pueblo (DDP), creado con el golpe que llevó al-Bashir al poder en 1989, o las Brigadas de la Sombra, miembros inicialmente del Frente Nacional Islámico (FNI) de Hassan al-Tourabi, muerto en 2016, protector de Osama bin Laden en sus años sudaneses, seguidores a nivel global de la Hermandad Musulmana, mientras otros sectores habían seguido a la organización rigorista del ex presidente el Partido del Congreso Nacional (PCN), que en algún momento operaron juntas

Durante los treinta años de dictadura de Omar al-Bashir, los integristas cooptaron vastos sectores del ejército, los que sin duda no han sido desactivados, después de la caída de al-Bashir, por lo que en componente integrista en este conflicto está redefiniéndose con mucha intensidad en estas últimas semanas.

Estos nuevos factores que empiezan a jugar en el conflicto sudanés y que operan contra la presencia comercial de China en el país, se convierten en la mejor excusa para la llegada de mister Marshall, en su rentre a la compleja trama de los conflictos africanos.


Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

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