No quiero cambiar el mundo, no tengo derecho a creer que soy quien para evitar que el mundo sea como quiere ser, más sí que quiero alejar de mí una parte de él.
Por Iria Bouzas | 21/08/2024
Hasta que me marché de allí me sentía muy sola y mi soledad estaba llena de ruido.
Había tanto ruido que no podía concentrarme para pensar en cómo podía curar aquella soledad.
“Yo y mis opiniones”
“Yo y mis fotografías”
“Yo y mis pensamientos”
Tengo un papel firmado y sellado en el que pone que soy periodista, y aún así he tardado años en recordar que “yo” no debería estar escrito al principio de esas oraciones.
La burra delante para que no espante.
“Yo” medio abierta en canal, expuesta a un mundo lleno de “yoes” luchando entre ellos a brazo partido por figurar delante.
Siempre delante y siempre arriba. Los mejores “yoes”. Ellos tan brillantes y triunfadores.
Hace unas semanas cerré todas mis redes sociales y así, a ojo y sin pararme mucho a pensar, he leído más o menos unos veinte libros desde entonces.
El ruido ha bajado muchísimo y ahora que han desaparecido de mis días miles y miles de personas, me doy cuenta de que ya no siento ni remotamente un poco de aquella soledad sonora.
Ahora, a veces estoy otros y las más de las veces estoy conmigo y lo único que importa es que estoy y soy.
En calma y desde la calma me permito pensar despacio y me doy cuenta de que tengo todo el tiempo del mundo porque cada segundo me pertenece. Mi tiempo siempre fue mío, pero lo he ido regalando como si no valiese apenas nada.
No quiero cambiar el mundo, no tengo derecho a creer que soy quien para evitar que el mundo sea como quiere ser, más sí que quiero alejar de mí una parte de él, esa parte que grita, se exhibe y corre y no me deja ni espacio para respirar.
Esa parte del mundo no me necesita y yo no la quiero cerca. Somos piezas de realidades diferentes que han venido a coexistir al cajón desastre que es esta existencia y que no hay manera de que encajen entre sí.
No creo que nadie me busque allí, porque allí nadie importa nada. Si desaparece un “yo” el hueco se llena de un poco más de ruido y no se nota.
No pienso volver. Aquí se está bien.
Aquí hay música, libros y muchísima paz.
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