Si quieres la paz, no pagues la guerra

Por Jordi Ortiz i Lombardía

Un año más, han tenido lugar los Días de Acción Global para la Reducción del Gasto Militar (GDAMS, por sus siglas en inglés), organizados desde la Global Campaign on Military Spending, entre el 13 de abril y el 9 de mayo. Su objetivo es contribuir a la sensibilización a favor del desarme y la promoción de la cultura de paz en un alarmante contexto de militarización de alcance mundial.

Según datos del SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute), en 2018 el gasto militar global ha crecido por tercer año consecutivo y consolida una línea de aumento acelerado tanto en términos porcentuales como absolutos. En relación a 2017, el incremento del gasto armamentístico mundial ha pasado del 1,1 % al 2,6 %. Esto son 83 mil millones de dólares más, hasta situarlo en la escalofriante cifra global de 1,8 billones de dólares. La envergadura de este dato contrasta dramáticamente con la escasa atención dispensada por estados y organismos internacionales a las graves emergencias sociales y medioambientales que azotan al planeta y a miles de millones de sus habitantes.

La voluntad de todas las iniciativas englobadas en los GDAMS es precisamente presionar a los gobiernos para redirigir el gasto militar a cubrir necesidades humanas y medioambientales. Se busca también incidir en la opinión pública para que en ella crezca la exigencia política de vincular el necesario aumento de las inversiones en salud, educación, trabajo o lucha contra el cambio climático al enorme margen de ahorro que puede suponer un drástico descenso del gasto militar. En definitiva, promover la construcción urgente de estructuras de seguridad humana en las antípodas de la carrera armamentística del actual modelo de relaciones internacionales.

Una de las clásicas iniciativas de promoción del desarme que desciende del ámbito internacional al del Estado español son las campañas de objeción fiscal al gasto militar. Aquí su práctica coindide precisamente con las jornadas GDAMS, puesto que la recaudación del impuesto sobre la renta, en el que se circunscribe la objeción fiscal, se produce justamente en estas fechas primaverales. Unas fechas en las que este año, además, conmemoramos el treinta aniversario del movimiento de insumisión al servicio militar.

Una vez desaparecida la mili del Estado español, el movimiento antimilitarista continuó vivo, organizado y tozudo frente a un carrusel de gobiernos entregados a los intereses de la industria militar y a una cultura de la guerra como único manual posible para interpretar las relaciones internacionales. La objeción fiscal es la prolongación de aquella insumisión de hace tres décadas. Heredera de aquel movimiento que desde una estrategia de desobediencia civil determinada y continuada logró alcanzar algunos objetivos importantes que hoy siguen señalándonos el camino. Decidir desarmar los impuestos es una opción de conciencia individual, pero cuando se convierte en colectiva y organizada trasciende el simbolismo ético y muta en acción de desobediencia civil con voluntad de incidencia política y económica.

La objeción de conciencia está reconocida en el artículo 16 de la Constitución española, pero la existencia desde hace años de objetores fiscales en relación al gasto militar no ha generado ningún mecanismo legal para darle cabida dentro del impuesto del IRPF. Los objetores no defraudamos ni eludimos nuestras obligaciones fiscales, sencillamente desviamos hacia entidades que promueven la paz aquella parte proporcional de nuestros impuestos que, en relación a los Presupuestos Generales del Estado, se dedican al Ministerio de Defensa y a lo que nosotros entendemos que representa preparar la guerra.

No son pocas las entidades y organizaciones que ofrecen información o asesoramiento para ayudar a desarmar nuestros impuestos. Todas ellas, buenas opciones como destino para desviar hacia el ámbito de la cultura de paz el esfuerzo fiscal que el Estado nos reclama para pagar la guerra. Son, por citar algunos ejemplos: el Centre Delàs,Fundipau, la Coordinadora d’ONGD Lleida, o Desmilitaritzem en Catalunya; el MOC en Valencia; Desarma MadridAntimilitaristas en Madrid; KEM-MOC Bilbo en Euskadi; Espazo Aberto Antimilitar en Galicia, o ASPA en Andalucía… Así como otras asociaciones o centros de estudio con proyección internacional del tipo de Novact, ICIP,International Peace Bureau, la Office for Disarmament Affairs de la ONU, el observatorio Shock Monitor, la Universitat Internacional de la Pau, Acción para la Paz o Sodepaz

Estamos cargados de razones para no contribuir a pagar la guerra con nuestros impuestos. Conscientes que la paz no es solo ausencia de guerra. Es una cultura. Y la cultura, cultivar.

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