Sexo libre e igualitario

Por Iria Bouzas Álvarez

En estos últimos días el “New York Times” ha revelado el larguísimo historial de abusos sexuales de Harvey Weinstein, uno de los productores más importantes y poderosos de Hollywood.

Este productor acumula decenas de denuncias por este motivo y, como casi todas las figuras públicas americanas pilladas en un renuncio, ya ha salido a pedir perdón asegurando que lleva mucho tiempo en terapia y que está muy arrepentido por todo lo que ha hecho.

Si hay una afirmación sencilla de hacer sin ningún asomo de duda es que el sexo es algo maravilloso.

No sólo por la faceta de bienestar y placer que conlleva. Es que además de producirnos placer, a través del  erotismo somos capaces de establecer conexiones físicas, sensoriales y en muchos casos, también emocionales, con otros seres humanos.

Son dos los límites que deberíamos defender como innegociables dentro de las relaciones sexuales: “La libertad y la igualdad”

Desde hace años las luchas por la liberación sexual han acompañado inseparablemente a las luchas para lograr el empoderamiento de colectivos tradicionalmente reprimidos socialmente.

El sexo ha pasado de ser un monopolio de las relaciones dentro del matrimonio heterosexual, para convertirse en patrimonio de todos los seres humanos, los cuales deciden en qué forma y de que maneras quieren vivirlo.

El feminismo ha trabajado por devolver a las mujeres el  poder de decisión sobre su sexualidad. Los colectivos LGTBI lo han peleado para  visibilizar aquello que se consideraba marginal o desviado. El poliamor, las relaciones abiertas, los intercambios de parejas… la lista de maneras de vivir la propia sexualidad es casi interminable.

Si las relaciones sexuales son algo tan íntimamente ligado a la felicidad de las personas, algo tan sano y positivo, parece que no deberíamos establecer  ningún tipo de límites a su práctica.

¡Pero es imprescindible que existan  límites! De hecho, son dos los límites que deberíamos defender como innegociables dentro de las relaciones sexuales: “La libertad y la igualdad”.

El sexo, sea de la forma que sea e implique a las personas que implique, debe ser siempre practicado desde el deseo propio, la capacidad de ser elegido y la libertad de aceptar su práctica.

Aquello que se lleva a cabo bajo las premisas de la fuerza o la coacción no es sexo en ningún caso, son diferentes variantes de la violación y así debemos de empezar a definirlos para que puedan ser condenadas socialmente y con ello o erradicadas o al menos minimizadas.

La igualdad es otro principio fundamental en la sexualidad.  El productor del que hablaba al principio de este artículo, no estaba buscando la conquista del placer físico. Utilizaba su poder para conseguir actos de sumisión que se materializaban en actos sexuales.

Las personas que utilizan su poder para someter a otros, son unos depravados, fuera y dentro de la sexualidad.

Parece entonces lógico pensar que defender un sexo igualitario y libre es parte de una lucha más amplia y que va mucho más allá de lo que puede parecer en un principio.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.