En el frente diplomático también se libra una agresiva ofensiva azerí, e incluso el embajador de Azerbaiyán ante la Unión Europea ha llegado a insinuar que la misión fronteriza de la UE debería evitar observar la frontera común entre Armenia y Azerbaiyán “si no quieren que un francotirador azerí les vuele la cabeza.”
Por Angelo Nero
Después de seis largos meses de bloqueo, en los que las tropas azerís no solo han llegado a impedir la entrada de ayuda humanitaria, desoyendo los llamamientos de la comunidad internacional, a la sufrida población de Nagorno Karabakh, que se ha visto privada no solo de bienes de primera necesidad, sino también de medicamentos vitales para el tratamiento de enfermos que han visto agravado seriamente su estado de salud, y deterioradas las condiciones de vida de 120.000 almas, por los continuos cortes en el suministro de gas y electricidad, y ante las reiteradas amenazas del régimen despótico de Aliyev, para que la población karabají reconozca la soberanía sobre su territorio o que lo abandone para siempre, ahora han puesto el punto de mira en los granjeros de Artsakh. La intención con el hostigamiento a esta parte indispensable de la sociedad de la pequeña república para su subsistencia, es impedir la producción de alimentos y someter a los hombres, mujeres y niños que todavía resisten en torno a Stepanakert, por medio del hambre, como si nos encontrásemos en un sitio medieval.
Ante la inanición, que ya tiene mucho de complicidad, de las fuerzas de paz rusas, que deberían ser las garantes del acuerdo de alto el fuego firmado entre Armenia y Azerbaiyán, después de la guerra iniciada por este último en septiembre de 2020, las autoridades de Baku han decidido seguir incrementando la presión sobre el territorio que todavía está bajo el control de la República de Artsakh, y entre el 25 y el 26 de junio, atacaron con armas ligeras las regiones de Martuni, Askeran, Shushi y Martakert. El objetivo primordial de sus ataques, esta vez, no eran las unidades de defensa de Artsakh, sino civiles desarmados que realizaban tareas agrícolas.
Tal como señaló la Oficina de Derechos Humanos de Artsakh: “En las condiciones de la prohibición de Azerbaiyán del transporte humanitario a Artsakh, incluidos los alimentos, la interrupción intencionada de la producción local de alimentos al obstaculizar el trabajo agrícola estacional significa exponer deliberadamente al pueblo de Artsakh al hambre, y poner en práctica una política de limpieza étnica.”
El 28 de junio las fuerzas armadas azerís volvieron a atacar con fuego de artillería y drones de combate Martuni y Martakert, esta vez contra objetivos militares, asesinando a cuatro soldados armenios, según confirmó la Asamblea Nacional de la República de Artsakh: “Las fuerzas armadas de Azerbaiyán, una vez más violando gravemente el régimen de alto el fuego en Nagorno-Karabakh adoptado el 9 de noviembre de 2020, desde la 1:30 a.m. del 27 al 28 de junio de este año, abrieron fuego con varios tipos de armas en la dirección del territorio de la República de Artsaj, como resultado de lo cual cuatro de nuestros compatriotas fueron asesinados. En las condiciones del bloqueo total de Artsakh por parte de Azerbaiyán, esta nueva matanza de ciudadanos de Artsakh por medio de la artillería y UAV demuestra que el liderazgo político-militar de esa república, ignorando los llamados y decisiones internacionales autorizadas, se cuela con falsas agendas de paz y diálogo, y lucha por acciones genocidas con el uso de herramientas militares, políticas y económicas para lograr su objetivo principal: la desarmenización final de Artsaj.” La Asamblea Nacional de Nagorno Karabakh pidió a la cancillería armenia, tras este nuevo ataque, que “detenga de inmediato las negociaciones en curso hasta que se establezca un alto el fuego completo en la línea de contacto con Artsakh y en la frontera con Armenia.”
En el frente diplomático también se libra una agresiva ofensiva azerí, e incluso el embajador de Azerbaiyán ante la Unión Europea ha llegado a insinuar que la misión fronteriza de la UE debería evitar observar la frontera común entre Armenia y Azerbaiyán “si no quieren que un francotirador azerí les vuele la cabeza.”
El mismo presidente de Azerbaiyán, Aliyev, en un discurso realizado el 23 de junio, amenazó a los “funcionarios y diputados corruptos europeos que visitan Armenia. Ellos van, se toman fotos cerca de nuestra frontera y nos envían mensajes. Si tienen agallas, que se acerquen a nuestra frontera. Esos tiempos ya son pasado. Les romperemos las piernas. No nos olvidamos que después de la segunda guerra del Karabakh, representantes oficiales de algunos países europeos entraron en nuestro territorio, Stepanakert, sin nuestro permiso. Entonces dije que si hubiéramos sabido, no los habríamos dejado ir allí. Incluso hoy les digo que si tienen agallas, vengan a ver que pasa.”
Uno de esos diputados, Jon Iñarritu, de EhBildu, advertía en su visita a Artsakh en 2020, que “había que evitar un segundo genocidio”, en referencia al que cometió el Imperio Otomano entre 1915 y 1923, y que causó cerca de dos millones de muertos. El diputado vasco también advertía que “Turquía está impulsando la ofensiva. Está incendiando, no sólo la región del Cáucaso, sino todas las zonas vecinas. Lo vemos en Grecia y Chipre, en Siria y en el norte del Iraq con el Kurdistán y ahora también aquí.»
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