Nigeria: Una guerra a tres bandas

Históricamente, las poblaciones locales se han encontrado en permanente estado de inquietud, ya que han sido abusadas, no solo por los muyahidines, que los acusan de cooperar con el ejército, sino también por parte de las tropas regulares, que les infligen fuertes represalias por la sospecha de brindar ayuda a los terroristas.

Por Guadi Calvo / Línea Internacional

Cumplidos ya dos años de la muerte Abubakar Shekau, el alucinado emir de Boko Haram, que desde que asumió el mando en 2009 llevó a su organización al epítome del terror, si bien desde esa muerte parece haberse apaciguado las acciones contra sus clásicos objetivos: el ejército y la sociedad civil, habiendo atacado desde delegaciones del gobierno central a mercados, desde altos funcionarios a simples conductores de transportes públicos; la fiebre homicida, que generó miles de ataques y una cifra de muertes que los datos más conservadores establecen en unas cincuenta mil, a los que hay que sumar aproximadamente 2.5 millones de desplazados, miles de heridos y un número desconocido de secuestrados, los que han corrido suertes diversas, como la de volver a sus hogares, tras la correspondiente paga de su rescate, a perderse, para siempre en el desborde de la indisciplina de las diferentes khatibas, que componen la organización, por la que la liberación de esos secuestrados, a pesar de la paga, queda librada a la resolución de los capitanes que los tuvieran a cargo.

El modo sanguinario en que Shekau llevaba la guerra, provocó el desgajamiento, en 2016, de lo que hasta entonces había sido una unidad monolítica de la organización, surgiendo entonces la Provincia de África Occidental del Estado Islámico o ISWAP, por sus siglas en inglés, grupo que contó con el reconocimiento inmediato del Daesh global, que ya había quitado el apoyo al bando originario de Boko Haram. El líder de la nueva organización sería, hasta su muerte en agosto del 2021, Abu Musab al-Barnawi, cuyo verdadero nombre era Habib Yusuf, hijo del de Mohamed Yusuf, fundador en 2002 de Jama’tu Ahlis Sunna Lidda’awati wal-Jihad o JAS (Personas comprometidas con las enseñanzas del Profeta para la propagación de la Yihad) el verdadero nombre de Boko Haram.

Más allá de la fecha precisa de la muerte de al-Barnawi, otras versiones niegan esa muerte, indicando que habría sido desplazado por una dirección colegiada entre un emir, del que se desconoce su nombre, y la Shura o consejo de la organización.

Desde entonces la guerra fue a tres bandas: el ISWAP, el JAS y el ejército regular de Nigeria, al que parece se le aligera el trabajo represivo, ya que ambos bandos terroristas concentraron, sus acciones que consisten más, en perseguirse mutuamente, que enfrentar a su enemigo natural, el ejército regular.

Fue en ese marco de persecución mutua, que, en mayo de 2021, Shekau, ante la inminencia de caer prisionero de los muyahidines de al-Barnawi, tras un combate en el bosque de Sambisa, prefirió detonar su chaleco explosivo, que caer en mano de sus antiguos hermanos.

La desaparición, con pocos meses de diferencia de ambos líderes, no atenuó la guerra entre ambas khatibas, centrada en el control del noreste de Nigeria, guerra que tiene como epicentro en el estado de Borno, próximo a las fronteras con Camerún, Chad y Níger, un área con una importante variedad geográfica, praderas, bosques, macizos y las regiones pantanosas de las orillas del lago Chad, donde según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, casi dos millones de personas necesitarán asistencia alimentaria en los próximos meses.

Es en el lago Chad, donde los dos bandos terroristas están mostrando su mayor letalidad, donde además de su guerra particular, se enfrentan a las operaciones de los ejércitos de las cuatro naciones ribereñas, situación que sigue generando más desplazados, que, en los últimos meses, han sumado cientos de miles.

En esta nueva faceta del conflicto inter-terrorista, el JAS, es considerada la fuerza más débil, aunque esa condición, no la hace fácil de vencer. Se estima que cerca de tres mil milicianos de Boko Haram, se han entregado a las autoridades federales desde la muerte de Shekau. A pesar de ello, mantiene una fuerza de otros tres mil hombres. Mientras, las fuerzas combatientes del ISWAP, son en número sensiblemente superior. Se estima que en el momento de mayor actividad de Boko Haram, contó con cerca de 30 mil efectivos, que empezaron a disminuir gracias a importantes derrotas, que produjeron, además, deserciones masivas.

Algunos analistas consideran que existe la posibilidad de que ambos grupos encuentren un punto de acuerdo, por lo que, dada esa alternativa, el conflicto no solo corre el riesgo de agravarse, sino también de extenderse geográfica y temporalmente. Aunque todavía las diferencias entre ambas organizaciones son importantes, el JAS, rechazan el modelo burocrático de ISWAP: mientras estos siguen sin compartir, las políticas de saqueo y sectarismo, que se encuentra en el ADN del JAS.

En batalla

Según fuentes locales describen el conflicto entre las organizaciones terroristas, con una amplia ventaja para ISWAP. Que en los últimos dos años no solo se ha adueñado del bosque de Sambisa, más allá de su gran valor estratégico, también tiene un importante valor simbólico, ya que allí se ha fundado la organización y por años ha sido prácticamente un santuario inabordable para las fuerzas de seguridad. Además de ese bosque, el ISWAP, también ha conquistado áreas rurales en el norte del estado de Borno, próximas a las costas del lago, además del bosque de Alagarno, en la frontera del estado de Yobe.

El ISWAP, ha establecido en las áreas conquistadas formas de gobierno, donde instituyó, de manera moderada, la estricta sharia o ley coránica. Donde si bien cobra impuestos, no se producen exacciones excesivas. Además, ha garantizado, el libre movimiento de los aldeanos, lo que les permite a estos tener, prácticamente, una vida normal, pudiendo movilizarse desde las aldeas a sus campos de labranza, y además de llevar su producción a los mercados y ferias de la región.

Históricamente, las poblaciones locales se han encontrado en permanente estado de inquietud, ya que han sido abusadas, no solo por los muyahidines, que los acusan de cooperar con el ejército, sino también por parte de las tropas regulares, que les infligen fuertes represalias por la sospecha de brindar ayuda a los terroristas.

Sin importar qué fuerza controlan esas áreas, los campesinos siempre sufren el robo de sus cosechas, de sus ganados, herramientas y vehículos, cuando no han sido asesinados, las mujeres violadas y los más jóvenes incorporados de manera forzosa a algunas de las facciones en pugna.

Más allá de las autorizaciones, para los civiles, movilizarse por las rutas entre los estados de Borno y Yobe, se ha convertido en un ejercicio extremadamente peligroso, en el que, en muchas oportunidades, no solo pierden sus bienes, sino también sus vidas.

Las unidades del JAS serían dirigidas por un nuevo emir, Ibrahim Bakura Doro, o Abu Umayma, uno de los líderes más importantes, que emergió, desde la muerte de Shekau, atacan de manera constante las posiciones del ISWAP. Los hombres de JAS, se han establecido en la orilla norte del lago Chad, entre Chad y Níger, desde donde lanzan ataques relámpagos. Esa presencia permanente ha conseguido, incorporar a sus filas varias docenas de milicianos de la etnia buduma, que desertaron del ISWAP, para incorporarse al JAS.

Además, el JAS, controla las áreas de Bama y Konduga, al este de Maiduguri, la capital del estado de Borno, una serie de islas, en el lado nigeriano, del lago Chad y el macizo de Mandara, desde donde operan contra el norte de Camerún.

En el marco de esta guerra, a tres bandas, si bien el ejército regular, no ha sufrido grandes bajas, y sus éxitos son extremadamente modestos, lo que lo hace prácticamente un invitado de piedras en el conflicto. Mover sus grandes estructuras, le quita agilidad frente a las fuerzas altamente entrenadas, que se movilizan a gran velocidad, logrando desaparecer, cuando las ofensivas militares son lanzadas y reapareciendo después de que la oleada represiva pasa. Para volver a atacar de manera sorpresiva.

El nuevo presidente de Nigeria, que se impuso en las elecciones de febrero y asumió a fines de mayo, Bola Tinubu, durante su campaña electoral brindó poca información acerca de cuál sería su estrategia para combatir el mal endémico del terrorismo wahabita en Nigeria, aunque vice Kashim Shettima, un antiguo gobernador del estado de Borno, conoces muy bien la guerra a tres bandas que se libra descontrolada.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

 

 

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