Los bailes, los cánticos, las ropajes de los miembros de la comunidad, parecen salidos de un sueño plácido, todo es luz y color, durante la primera parte del (tal vez excesivo) metraje, hasta que el sueño deriva en pesadilla.
Por Angelo Nero | 13/08/2024
Tras su debut, en 2018, con su terrorífica “Hereditary”, el director estadounidense Ari Aster, dio un giro de tuerca en su carrera, con una película que se puede inscribir en la nueva corriente de Folk Horror, “Midsommar”, con una original mirada hacia el mundo de las sectas que hace décadas estaban en el punto de mira informativo, sobretodo tras el suicidio masivo de 900 seguidores del Templo del Pueblo, en Guyana, en 1978, o el largo asedio a los davidianos de Waco, en 1993, donde murieron 86 personas, 23 de ellas niños.
La historia se centra alrededor de Dani (Florence Pugh, la inquietante protagonista de Lady Macbeth), y de Cristian (Jack Reynor), que están pasando un mal momento en su relación, y que deciden darse un respiro viajando con unos amigos a un remoto pueblo de Suecia, invitados por Pelle (Vilhelm Blomgren) para asistir al Midsommar, un festival de verano que se celebra anualmente.
La comunidad rural, liderada por el carismático Dan (Björn Andrésen, el protagonista de Muerte en Venecia de Visconti), alejada de la civilización, parece el mejor lugar del mundo para curar las heridas, un refugio de paz que deslumbra a los visitantes con sus tradiciones, o por lo menos, en un principio, porque, poco a poco, irán descubriendo que los habitantes de Hårga tienen ritos peculiares, en los que ellos serán también protagonistas.
“Suelo definir ‘Midsommar’ como, en esencia, un drama de ruptura. Y después, no tanto un filme de terror como un cuento de hadas. Me gustaba la idea de hacer esa clase de película a la que uno acude cuando ha cortado con alguien, en busca de alguna clase de catarsis.” Señala el director, Ari Aster, en una entrevista.
Los bailes, los cánticos, las ropajes de los miembros de la comunidad, parecen salidos de un sueño plácido, todo es luz y color, durante la primera parte del (tal vez excesivo) metraje, hasta que el sueño deriva en pesadilla, conforme los recién llegados comiencen a desentrañar los secretos de lo que, realmente, es una secta de rígidas normas y que se aprovecha de la vulnerabilidad de gente como la protagonista, Dani, que arrastra un duelo doloroso, y que cree encontrar en la idílica aldea sueca, el bálsamo para cerrar sus heridas.
Mención aparte merece la banda sonora compuesta por el productor de dark ambient, Bobby Krlic, más conocido como The Haxan Cloak, que crea una atmósfera realmente inquietante para apoyar la delirante pesadilla que viven los protagonistas de “Midsommar”.
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