Mercado-Regulación versus Capitalismo

Perro no come perro, pero empresario sí como empresario.

Por Pedro Labrado

Tenía un profesor en la facultad de Económicas de cuyo nombre no quiero acordarme, bueno realmente no me acuerdo, que decía que en Países Bajos podías enviar a tu hijo pequeño al banco a pedir un préstamo y estar tranquilo con las condiciones que le iban a ofrecer porque serían las mismas que si fueras tú personalmente. Y añadía que en España no se te ocurriera ir a un banco a pedir un préstamo si no era acompañado de un asesor financiero y un abogado. Creo que exageraba en lo que se refiere a los Países Bajos.

Nos trasladaba el mensaje del modus operandi del sector de empresas clave en cualquier sistema económico, las del sistema financiero, y en concreto el español, que trata de desinformarte, colarte cláusulas abusivas (no han parado de crecer en los juzgados los últimos años las reclamaciones por cláusulas abusivas, en 2021 un 5% de incremento), comisiones injustificadas y “colocarte” un seguro comercializado por una empresa “hermana”, una tarjeta de crédito o un juego de sartenes o de sábanas.

Pero este modus operandi inmoral del sistema financiero español no es exclusivo del mismo y seguramente miméticamente lo reproducen el resto de sectores en general y de empresas y empresari@s en particular. Tenía otro profesor de cuyo nombre tampoco quiero acordarme, de este si me acuerdo, que simultaneaba la docencia con la asesoría a autónomos y pequeñas y medianas empresas y se jactaba de que a las empresas a las que asesoraba les recomendaba comprar barato, vender caro y pagar los menores impuestos posibles haciendo lo que fuera necesario. Me imagino que en esa ecuación incluía engañar a proveedores, a clientes y por supuesto a la hacienda pública.

Engañar al consumidor final es práctica muy habitual, pero hoy no me quiero detener en este asunto. Hoy me interesa más profundizar en el engaño, en algunos casos extorsión y abusos de las empresas con respecto a sus proveedores que en su mayoría son otras empresas y a sus clientes que en un gran porcentaje también son otras empresas, en su dimensión sistémica.

En esta reflexión sobre el comportamiento moral de las empresas y el empresariado español se me vienen a la memoria esa infinidad de empresas del sector agrícola, en buena parte de trabajo autónomo, sometidas por un lado a multinacionales de semillas y fitosanitarios y por otro a las grandes cadenas de distribución que les extorsionan exigiéndolas bajos precios incluso por debajo de costes. Se me vienen a la cabeza la infinidad de pequeños comerciantes que sufren la competencia desleal de las grandes superficies compitiendo en precios, en horarios, etc. Rememoro las recientes luchas en España del sector del taxi (empresariado en su mayoría como trabajo autónomo) frente a las multinacionales de las VTC que ejercen una competencia feroz, desleal y ventajista y que en otros países han hecho desaparecer prácticamente el sector del taxi de muchas ciudades. El sometimiento de las empresas de todos los sectores a los oligopolios energéticos de los que dependen todos los días del año para el normal funcionamiento de su actividad. Y así se pueden describir infinidad de situaciones en las que una empresa sin importar el tamaño o el sector se lo pone difícil a otra como medio de obtener mayores beneficios a costa de menores beneficios o pérdidas en la otra. Lo que yo llamo “empresario come empresario”, perro no come perro pero empresario sí come empresario. Y digo esto de “perro no come perro” porque pareciera que el mundo empresarial es un mundo homogéneo en el que todos sus actores se respetan los unos a los otros y en dónde impera el “fair play” entre ellos. Nada más lejos de la realidad.

Es práctica habitual que la empresa que es comida (abusada, engañada, extorsionada) por otra empresa vuelva sus ojos hacia el “papá” Estado y le solicite que intervenga poniendo coto a los abusos de sus proveedores y clientes, regulando licencias, fijando precios máximos o mínimos según el caso, solicitando ayudas, subvenciones o exenciones para compensar los desmanes y abusos de sus “hermanos” empresariales. Y le piden auxilio a ese Estado al que simultáneamente le piden bajadas de impuestos generalizadas, al que le piden que desregule el mercado laboral, al que le solicitan privilegios y que sea intervencionista por la mañana y liberal por la tarde y al que si pueden engañan en las declaraciones fiscales.

Nos quieren hacer pensar que vivimos en un sistema de mercado dónde todo se ajusta de forma armónica, se encuentran justos equilibrios y cada cual se encuentra en el sitio que se merece y se ha ganado en limpia lid, con el Estado de vigilante para que todo esto se cumpla. Y todo esto es totalmente falso, vivimos en un sistema capitalista que no de mercado, que se resume en que una élite financiera trata de acumular el máximo capital posible caiga quien caiga y a costa de lo que sea, países, comunidades, personas físicas o personas jurídicas, ciudadanía o empresas. Durante los dos años más duros de la pandemia las diez personas más ricas del mundo, que lo son fruto de sus “negocios”, han duplicado su riqueza a costa del aumento de la pobreza en 160 millones de personas según el último informe de Oxfam Intermón elaborado con motivo de la “Agenda de Davos” del Foro Económico Mundial.

Élite que en lo que va de siglo XXI ha decidido que tiene que maniobrar en la elección de gobiernos y gobernantes para que estos les sigan privilegiando, pero gobiernos que se disfracen de benefactores de las mayorías subidos al tren de alta velocidad del populismo. Estos días toca en España el populismo de la bajada indiscriminada de impuestos. Todo lo que se materialice en esta dirección solo beneficiará a los de siempre, a las élites, para el resto su saldo fiscal será negativo, si son beneficiarios de alguna rebaja fiscal lo serán todavía más en rebajas de servicios públicos y para el segmento de la población que por bajas rentas no paga impuestos solo habrá rebajas en los servicios públicos.

El capitalismo mata e incita a que nos matemos entre nosotras.

Termino, el mayor enemigo de una empresa no es su plantilla con sus legítimas reivindicaciones ni el Estado con sus políticas económico-fiscales, no, el mayor enemigo de una empresa es siempre otra u otras empresas.

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